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18 de October de 2017

Una mujer asesinada por las balas de la dictadura de Onganía, una mujer de familia azucarera daba su vida en la lucha contra el cierre de los ingenios azucareros. 50 años después, la memoria histórica del gremio de los azucareros, llevará su nombre: Hilda Guerrero de Molina.

La memoria de la FOTIA

Archivo histórico de la Federación de Obreros Tucumanos de la Industria Azucarera

 
Al mediodía del lunes 18, y con la asistencia de numeroso público, se inauguró el Archivo Histórico de la Fotia, el gremio más poderoso de Argentina en la década del 50: la Federación de Obreros Tucumanos de la Industria Azucarera.

 
Al mediodía del lunes 18, y con la asistencia de numeroso público, se inauguró el Archivo Histórico de la Fotia, el gremio más poderoso de Argentina en la década del 50: la Federación de Obreros Tucumanos de la Industria Azucarera.
La presentación de este importante logro se realizó en el Salón Central de la sede de Fotia, ubicada en el corazón del centro de la capital tucumana. Emblemática sede, testigo de las luchas obreras y de los momentos de confluencia entre obreros y estudiantes en la década del ‘70. 
Antiguos dirigentes que sobrevivieron a la masacre de la dictadura cívico-militar de Videla, hombres y mujeres que, sabedores de la importancia de este acto acompañaron los discursos; la familia de Hilda Guerrero de Molina, dirigentes de distintos gremios y jóvenes estudiantes universitarios se aunaron para recibir este logro realizado por otros jóvenes, investigadores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.
Así lo atestiguaron la presencia de autoridades de esa Facultad, como también los cuatro representantes del Consejo Directivo de Fotia que acordaron hace ya un año que se realizaría la búsqueda y la ordenación de los Documentos del gremio, desde su fundación en 1946.
Hecho significativo este acuerdo entre la Universidad pública y el gremio más representativo de los trabajadores tucumanos. Como expresó Luís González, actual secretario general, sólo fue posible por la dedicación y la calidad que los jóvenes supieron mostrar al realizar este arduo trabajo.
Otra presencia gremial fue la de Julio Cesar Villavicencio, ex secretario general quien relató con emoción lo vivido durante la dictadura defendiendo a cada trabajador en las duras condiciones que impusieron los que se ensañaron con el gremio. Calificó a la dictadura videlista como aterradora, destructora, que asesinó a dos dirigentes que estaban al frente de las luchas para evitar el cierre de las fuentes de trabajo. Tenía 23 años cuando asumió la conducción de su gremio y dos años después debió hacerse cargo de Fotia. Relató las situaciones que obligaron a los obreros, a sus familias a buscar trabajo en otros lados. 
Finalmente, destacó la importancia de que se haya puesto el nombre de una mujer luchadora que murió asesinada en 1967 durante una movilización “en defensa del trabajo de su esposo” y cómo las familias salieron valientemente a acompañar a los hombres que luchaban. 
Representando al Instituto de Investigaciones Históricas Dr. Ramón Leoni Pinto habló la joven doctora en historia Silvia Nassif. Agradeció al director del Instituto, Mg. Oscar Pavetti y a cada uno de los estudiantes integrantes del Grupo de estudio del movimiento obrero del noroeste argentino. Al agradecer las presencias de integrantes de organizaciones de derechos humanos, gremialistas, y antiguos dirigentes, expresó con claridad la importancia de poner en funcionamiento este Archivo, no sólo para la historia de los trabajadores azucareros sino también para la historia de nuestro país. Señaló que aún ante las grandes dificultades para reconstruir los materiales dispersos, mutilados por las distintas intervenciones militares, se logró ordenar en dos áreas los documentos y materiales rescatados: una que estará abierta a todo interesado, en especial a los obreros del gremio a quienes invitó a conocer la historia que muchos creyeron destruida o perdida. La otra contiene textos, investigaciones, materiales relacionados con la actividad azucarera a los que consideró de suma importancia. Hizo un llamado para acrecentar las donaciones y así engrosar el caudal de estos materiales, valiosos para todos.
Nassif agradeció a los que ayudaron a recuperar el Archivo, acercando notas, escritos que estaban en poder de familiares, hojas que lograron pasar la destrucción, el olvido, celosamente guardadas entre lo más querido.
Un agradecimiento especial estuvo destinado a don Pedro Luna, antiguo empleado administrativo de Fotia, quien “abrió las puertas” para la investigación. En una breve intervención, don Luna expresó su satisfacción por haber podido ayudar, aunque “casi todo estaba en mi memoria cuando me preguntaban por la historia de la Fotia”, de ahí su invalorable colaboración.
La doctora Nassif, casi al final de su exposición –y tomando el relato de Villavicencio-, manifestó su gran preocupación actual por lo que sucede en nuestro país: la desaparición del joven Santiago Maldonado, que “trae nuevamente al presente las prácticas de la dictadura”. También remarcó que este proyecto fue en parte posible por la beca del Conicet con la que ella contaba, beca que no le fue renovada, al igual que a muchos investigadores, que hoy están luchando para poder seguir adelante.