Diana es una artista que siempre nos va contando las injusticias que sufren a diario los habitantes de nuestro país y los pueblos del mundo, esa realidad es la que la impulsa a denunciar estos sucesos, utilizando como herramienta su obra y su acción de militante.
Diana es una artista que siempre nos va contando las injusticias que sufren a diario los habitantes de nuestro país y los pueblos del mundo, esa realidad es la que la impulsa a denunciar estos sucesos, utilizando como herramienta su obra y su acción de militante.
En esta ocasión, el disparador fue el film del cineasta griego Theo Angelopoulos “La mirada de Ulises”. En las escenas, el autor refleja paisajes de la guerra, el mapa desolador de la pobreza, situaciones angustiantes en ese contexto.
Diana nos muestra en su recorrido, situaciones semejantes, donde la explotación de las minas a cielo abierto, el fracking, los desmontes, la represión, el terror de un avión de combate y un tanque de guerra, nos lleva a lo que queda, la destrucción, pero no es una puesta en escena, Diana desafía y contesta a estos desastres, con rebeldía, logrado a través del manejo del uso de recursos estéticos, utiliza la técnica del transfer fotográfico con la intervención de la pintura.
Culminando este recorrido, nos encontramos con la obra de grandes dimensiones “El viaje, historia de un retorno”, lo primero que vemos es una estatua de Lenin, mutilada y atada, a la deriva en una barca, en un paisaje desolador, trabajado con grises, donde parece reinar el silencio, pero en ese silencio se pueden escuchar los gritos reclamando justicia de los oprimidos, porque si “el viaje es siempre un retorno”, a pesar de mutilado y atado, su cabeza está erguida, nos está invitando al retorno de continuar con la rebeldía, a semejanza del accionar de esta gran artista, en la lucha por un mundo mejor y posible.
La exposición se realizó en el Centro Cultural Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires entre el 5 de marzo y el 5 de abril.