Desde 1917, con grandes huelgas como la de los obreros ferroviarios, de la carne, azucareros tucumanos, etc., un nuevo período de auge sacude a la Argentina. Esta oleada de luchas obreras alcanzó su pico más alto en la segunda semana de enero de 1919, a partir del día 7. La lucha por salario, condiciones y tiempo de trabajo de los ochocientos obreros de los Talleres Vasena fue reprimida violentamente por la policía, dejando un saldo de cuatro muertos y treinta heridos. Esta represión puso en pie a los trabajadores y el pueblo de Buenos Aires y Avellaneda.
Los paros y marchas espontáneos se extendieron rápidamente, obligando a la FORA del 9º Congreso a llamar a la huelga general, cosa que ya había hecho la FORA del 5º Congreso. La huelga se extendió a todo el país. Grandes masas se plegaron al paro y protagonizaron numerosas movilizaciones y enfrentamientos con las fuerzas represivas. Se bocetaron soviets (consejos de delegados obreros y de soldados). El alcance y profundidad de estos combates marcó un hito en la historia del movimiento obrero y la lucha revolucionaria en nuestro país. Las doscientas mil personas que acompañaban los restos de los obreros asesinados son tiroteadas por la policía. Las masas enfrentan, rebalsan a las fuerzas policiales y la sublevación se extiende. Se generalizan las barricadas, asaltos de armerías, tomas de algunas comisarías, etc., y durante un corto tiempo el pueblo se transforma en dueño de gran parte de la ciudad.
El gobierno de Yrigoyen reprimió sangrientamente la sublevación popular. El ejército entró en la ciudad; se arman grupos civiles de la oligarquía que asaltan locales e imprentas obreras y realizan verdaderas “razzias” en los barrios obreros con un saldo de entre ochocientos y mil quinientos muertos –según las fuentes diplomáticas de la época– y más de cuatro mil heridos, incluyendo mujeres, ancianos y niños. Genocidio sólo comparable a los de Rosas y Roca contra los originarios, que pasará a la historia oficial con el nombre de Semana Trágica.
Pese a la masacre, los ecos del levantamiento obrero y popular de la Semana de Enero de 1919 llegan hasta los más apartados rincones, conmoviendo a los explotados y a los explotadores de esos verdaderos imperios latifundistas del norte y del sur argentinos. Ejemplos de esto son las históricas huelgas de los hacheros alzados contra La Forestal y la rebelión de los obreros rurales y campesinos pobres en la Patagonia, en 1920 y 1921, donde los obreros implantaron comunidades autoadministradas, con su propia autodefensa y servicio sanitario y organizaron grupos móviles armados. Fueron, también, sangrientamente reprimidas por el ejército enviado por Yrigoyen en apoyo de la oligarquía. La matanza de Santa Cruz superó en alevosía y en el número de muertos a la Semana de Enero, con resultados mucho más catastróficos para la provincia, pues reforzó allí la dictadura omnímoda de los latifundistas e imperialistas.
La oligarquía aplastó sangrientamente estas luchas. Pero ese río de sangre dividió las aguas de la lucha de clases en la Argentina, creando nuevas condiciones para la maduración de la conciencia revolucionaria.
Es importante analizar la actitud política, las posiciones y las reflexiones de las organizaciones sindicales y políticas que por ese entonces, desde la oposición al gobierno de Yrigoyen, disputaban la dirección del movimiento obrero.
En la Semana de Enero de 1919, solo la FORA del 5º Congreso, anarco-comunista, impulsó la huelga general revolucionaria. La dirección del Partido Socialista, aunque crítica del gobierno de Yrigoyen, consideró “infaustos” los hechos proponiendo la vuelta al trabajo. La FORA del 9º Congreso, sindicalista, en principio trató de que el paro se limite a la rama metalúrgica y a la solidaridad. No convocó a la huelga general y, después, llamó a levantar el paro. El Partido Socialista Internacional, luego Partido Comunista, denunció la represión, pero adhirió a la declaración de la FORA del 9º Congreso. Las mismas posiciones se mantuvieron en las huelgas de La Forestal y la Patagonia.
En estas impresionantes huelgas, las masas enfrentaron la represión de las fuerzas oligárquicas con un elevado grado de violencia, dejando enseñanzas que aún hoy tienen vigencia. Sin embargo tanto el Partido Socialista como el Partido Comunista le dieron la espalda a la lucha violenta del proletariado. El PS por oponerse, el PC por ignorarlas. Desde nuestro punto de vista los hechos mostraron hasta dónde podía llegar el movimiento obrero encabezado y dirigido por los sectores más avanzados del anarquismo. Estos, por sus concepciones dejaron librado a la lucha espontánea de las masas la destrucción del Estado oligárquico. Carecieron de una línea que hiciera posible el avance de la lucha revolucionaria en la Argentina.
Hoy N° 1847 13/01/2021