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07 de September de 2022

De un texto de Otto Vargas

La vía de la revolución

El 3 de septiembre de 1929 nacía en Río Negro nuestro querido Otto Vargas, secretario general de nuestro PCR desde la fundación del Partido, hasta su fallecimiento el 14 de febrero de 2019. Reproducimos extractos de ¿Ha muerto el comunismo? El maoísmo en la Argentina. Conversaciones con Otto Vargas, de Jorge Brega, que mantienen absoluta vigencia.

–Uno de los temas en torno a los cuales se discutía dentro del PC en los años 60, y entiendo que intensamente cuando la ruptura, era el de la vía para la toma del poder. ¿Cuáles fueron y cuáles son sus posiciones al respecto?

–Este era, efectivamente, el tema central de debate en todo el movimiento comunista y revolucionario de América Latina en esos años. El XX Congreso del PCUS había consagrado, por primera vez desde la Revolución de Octubre, la llamada vía pacífica como el camino principal de acceso al poder de los partidos comunistas. Pero, a poco andar, triunfa la Revolución Cubana el 1º de enero de 1959, y este triunfo por la vía de la lucha armada contradijo ese y otros aspectos del XX Congreso. Contradijo lo que era lugar común en el movimiento comunista latinoamericano: que América Latina, por ser el patio trasero de los yanquis, iba a ser el último lugar en el mundo donde triunfaría la revolución. Contradijo asimismo la tesis según la cual en América Latina era obligatorio el camino de apoyar a la burguesía como condición previa al triunfo del proletariado. En la práctica, esta tesis había ido coagulando como la teoría oficial del PC argentino, aunque a veces no se la reconociera como tal.

Los defensores del XX Congreso opusieron sus razones, y Codovilla, en El giro a la izquierda hace referencia a Cuba diciendo que “en el mundo se ha asistido a diversas experiencias de vía pacífica y de vía no pacífica como en el caso de Cuba y otros países”. Más adelante agrega: “A través de la acción de masas es posible debilitar al enemigo y arrancarle concesión tras concesión y crear las condiciones favorables con vistas a la formación de un gobierno democrático – popular. La experiencia que tiene lugar en Brasil así lo demuestra. Claro, no es una experiencia todavía terminada, pero los acontecimientos marchan en esa dirección”. Contraponía el camino brasileño al camino cubano, pero aquél terminó trágicamente en 1964 con el defenestramiento del gobierno de Goulart y la instalación de la peor dictadura de la historia del Brasil.

Posteriormente comenzaron dos nuevas experiencias. La peruana, con Velasco Alvarado, se inició con un golpe de Estado hegemonizado por un sector nacionalista burgués que realizaba desde arriba transformaciones de tipo democráticas, agrarias y, en cierta medida, antiimperialistas. Y la chilena con Allende. Es decir que el debate se daba en torno a experiencias concretas. Es importante tener en cuenta este clima.

Nosotros fuimos a la crítica de lo que llamábamos la línea seguidista a la burguesía del PC, y la declaración constitutiva del PC (CNRR) definió la vía armada como la vía de la revolución en la Argentina. Todas las organizaciones de la izquierda revolucionaria que surgen entonces y que darán origen a Montoneros, FAR, FAP, FAL, ERP, VC, incluso muchos de los integrantes del grupo radical de izquierda que en su desarrollo formará a Franja Morada, partían del convencimiento de la necesidad de la lucha armada para el triunfo de la revolución. Lo que estaba en debate era la forma. Nosotros definimos a la insurrección como la forma específica de esa vía en nuestro país. El PC partía de la base de que la burguesía nacional, oprimida por el imperialismo, se vería, más tarde o más temprano, obligada a tomar el poder e iniciar un proceso reformista. Nuestra polémica con este seguidismo a la burguesía tiene vigencia actual. Ellos consideraban que el proletariado podría apoyarse en esas contradicciones para impulsar un proceso relativamente pacífico de carácter democrático y luego poner proa al socialismo, lo que Codovilla llamaba “conquistar la democracia, profundizarla, y llevarla hasta su fin”, es decir hacia el tránsito al socialismo. Es el camino de la revolución argentina que formula en 1955. De acuerdo a esta línea, el centro no era ganar al proletariado para que dirija la revolución democrática y antiimperialista, el centro era ir creando y apoyando un proceso hegemonizado por la burguesía. Como consecuencia, el trabajo del partido entre las masas era concebido como presión para conseguir acuerdos por arriba que facilitaran ese camino. Orestes Ghioldi condensaba esa orientación diciendo que el proletariado tenía que entrar en el baile de la burguesía en el poder. Ahí venía la teoría de la puerta entreabierta, de la brecha por la cual tratar de filtrarse en ese baile, etc. Lógicamente, para entrar al baile el proletariado debía estar bien vestido, con saco y corbata. Así lo explicaba él, y concluía: “porque en determinado momento, nosotros nos vamos a sacar el saco, la corbata, y vamos a bailar a la plebeya”. Esa era la teoría de la revolución del PC.

 

 –¿La línea del tránsito pacífico tenía su origen en las conclusiones del XX Congreso del PCUS?

–No en el caso del PC argentino. Codovilla, en el texto que cité antes dice: “En cuanto a la vía pacífica o no pacífica –subrayado por él– para la conquista del poder, es bueno recordar que nuestra consigna ha sido, no de ahora, sino desde antes del XX Congreso del PCUS, la de crear las condiciones favorables para la toma del poder por vía pacífica a través de la acción de masas, sin excluir la acción electoral, o por la vía no pacífica si los círculos dirigentes del país cierran el camino para la conquista pacífica del poder. En el mundo se ha asistido a diversas experiencias de vía pacífica y de vía no pacífica, como en el caso de Cuba y otros países”. Es decir que su cabeza no cambió por el XX Congreso, sino que éste empalmó con lo que ellos tenían en la cabeza. Esto es clave para entender el proceso de degeneración del PC y por qué no se produjeron rupturas en su dirección de la importancia de las que sobrevinieron en otros partidos en el mundo con motivo de la línea revisionista del XX Congreso.

La cuestión de vía pacífica o camino armado ha sido el punto de ruptura fundamental entre los revisionistas y los marxistas, entre los reformistas y los revolucionarios desde el origen del marxismo en la Argentina. Ya en la fundación del Partido Socialista en 1896 hubo un debate entre Juan B. Justo, Leopoldo Lugones y José Ingenieros sobre si el recurso de la violencia era una posibilidad o era algo ineluctable. Triunfó la tesis de Lugones e Ingenieros de que la violencia era inevitable. Pero Justo, apoyándose en la corriente revisionista que ya era fuerte, dos años después se impondrá en la dirección del partido y cambiará la formulación. Esto era conocido por los fundadores del Partido Comunista, y en varios artículos de La Internacional como el que antes cité, Rodolfo Ghioldi hace referencia a ese debate. Pero el mismo Ghioldi, en un artículo publicado en 1965 por la revista Nueva Era, reivindica a Juan B. Justo citándolo: “Mientras la burguesía respete los actuales derechos políticos –escribe Justo– y los amplíe por medio del sufragio universal, el uso de esos derechos y la organización de la resistencia de la clase trabajadora serán los medios de agitación, propaganda y mejora- miento que servirán para reparar esa fuerza”. Es decir que para él no depende del proletariado la utilización de la violencia para la toma del poder; abre la posibilidad de acceder a él por el camino pacífico. Entonces Ghioldi, que había criticado durante toda su vida esto, como un síntoma público de su degeneración, hace un cálido elogio de esa frase diciendo que “implícita en ella la noción de que si los tales derechos no se respetan ni amplían el partido puede recurrir a otros métodos de lucha”. Y éste era exactamente el punto en debate en 1896 cuando la fundación del Partido Socialista; así como va a estar en el centro de las polémicas en la fundación del Partido Comunista en 1917. Y estará también presente en nuestras diferencias con la dirección del PC. Codovilla, al decir “por una u otra vía”, ocultaba ante la presión internacional de izquierda en Latinoamérica y la presión dentro del partido que su camino real era el pacífico.

 

Hoy N° 1929 07/09/2022