En la entrevista se detalla la resistencia kurda en Kobanê contra el Estado Islámico (EI), la participación de las mujeres en general y de las Unidades de Defensa de Mujeres (YPJ) en esa lucha y en el proceso liberador que se desarrolla en esta zona del norte de Siria, en la frontera con Turquía. Cabe agregar que el pueblo kurdo está oprimido en Turquía y el PKK y otras fuerzas, prohibidas. El presidente turco Erdogain aplica una política de terror contra la población, y persigue a los kurdos.
—¿Qué opinas sobre la forma como se ha tratado el tema de las Unidades de Defensa de Mujeres?
—Tras el ascenso del Estado Islámico el mundo se ha dado cuenta de que hay mujeres luchando en Kurdistán. Muchas personas que desconocían lo que ocurría en esta región se han sorprendido de que las mujeres de una sociedad que se ve como conservadora y dominada por los hombres luchen e incluso derroten a esta organización brutal. Los medios de comunicación capitalista de masas, e incluso sus revistas de moda, se han apresurado a apropiarse e instrumentalizar la lucha legítima de estas mujeres como si fueran una especie de fantasía “sexy” al estilo occidental. Han focalizado su interés en elementos muy superficiales como que “los combatientes del Estado Islámico temen a las mujeres kurdas porque si una mujer los mata no van a ir al cielo”. Pero ignoran que éste es un tema profundamente complejo y que hay algo más que lucha armada en este conflicto. Lo que hay es un proyecto político de emancipación radical.
—¿Quién forma las YPJ y
cuál es su rol en el conflicto?
—Las YPJ son las fuerzas de defensa de las mujeres, pero hay una lucha mucho más amplia que va más allá del campo de batalla. Yekîtiya Star es la organización paraguas del movimiento de mujeres en Rojava (Kurdistán occidental / norte de Siria). En los tres cantones de Rojava –en medio de la guerra– se cumplen las normas de copresidencia (todos los cargos están compuestos por una mujer y un hombre), de cuotas y se han creado unidades de defensa de las mujeres, consejos de mujeres, academias, tribunales y cooperativas. Las leyes tienen como objetivo eliminar la discriminación de género. Por ejemplo, los hombres que ejercen violencia contra las mujeres no pueden ser parte de la administración. Uno de los primeros actos del gobierno fue la criminalización de los matrimonios forzosos, la violencia doméstica, los asesinatos por honor, la poligamia, el matrimonio infantil y el “precio de la novia”. No sorprende que muchas mujeres árabes, turcas, armenias y asirias se unan a las filas armadas y a las administraciones en Rojava. El objetivo es asegurarse de que la sociedad internalice el hecho de que la liberación de las mujeres es un principio básico para la liberación y la democracia en lugar de ser sólo responsabilidad de las mujeres. La revolución debe cambiar la mentalidad patriarcal de la sociedad. De lo contrario, la historia se repetirá y las mujeres, que han participado activamente en la revolución, lo perderán todo una vez se logre la “liberación”. Esto es lo que les ha pasado a muchas mujeres en otros lugares del mundo. Por esto, el concepto de revolución debe incluir activamente al 50 por ciento de la población si pretende conseguir una libertad verdadera.
—¿Qué relaciones hay entre
las Unidades de Defensa de las Mujeres y las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG)?
—Ambos grupos son fuerzas de defensa legítima de Rojava y están vinculados entre sí. El YPJ no se subordina a YPG, es un grupo sólo de mujeres que se organiza de forma autónoma y lleva a cabo operaciones militares y entrenamientos de forma independiente. Pero no todas las mujeres deben unirse al YPJ, ya que los grupos no están segregados por géneros. Ambos se centran en la educación ideológica y política, pero el YPJ pone mucho énfasis en la educación y el empoderamiento de las mujeres.
—¿Cuáles son las consecuencias
de los ataques actuales para la construcción del proyecto político en Rojava? Y especialmente para las mujeres y la lucha por la liberación de género.
—Por desgracia, debido a la intensidad de la guerra, muchos de los proyectos no pueden funcionar como deberían. La revolución en Rojava es ideológicamente cercana al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y el sistema que se está estableciendo allí se funda en el concepto de “confederalismo democrático”, que promueve un autogobierno local radical y de base, con igualdad de género y ecológico, que cuestiona las fronteras arbitrarias existentes. Pero ahora en Kobanê toda la ciudad está movilizada para la guerra. Sin embargo, en el cantón de Cizîre, que es el mayor y más estable de los tres cantones, a pesar de la guerra se han creado muchas cooperativas, escuelas, consejos, academias y estructuras autónomas de mujeres.
—A pesar de la atención mediática actual sobre estos últimos acontecimientos, ¿nos puedes explicar cuál era la situación anteriormente?
—Durante dos años, los kurdos en Rojava han estado luchando tanto contra el régimen de Assad (presidente de Siria) como contra las fuerzas radicales islamistas, como al-Nusra o ISIS. Pero su lucha había sido completamente ignorada hasta ahora. Los kurdos llevan años advirtiendo al mundo sobre el peligro de ISIS y acusando a Turquía, Arabia Saudí y Qatar de apoyar a los yihadistas en Siria.
Durante un mes, el mundo ha estado prediciendo que “Kobanê caerá en cualquier momento”. Pero Kobanê sigue en pie gracias a una resistencia extraordinaria y gracias a la politización de la gente. Los últimos ataques aéreos han ayudado, pero no se hubiera resistido sin la gente que se quedó allí luchando.
—¿Y cuál es el papel de Turquía
en el conflicto?
—Se ha dicho en varias ocasiones que Turquía, con el fin de derrocar a Bashar al-Assad y socavar la autonomía kurda en Siria, apoyó a los yihadistas en Siria de forma económica, militar, logística y política. Y si pudo hacer esto es porque es un importante aliado de la OTAN en la región. El mundo se sorprendió al ver cómo el Ejército turco en la frontera podía literalmente ver a los combatientes del Estado Islámico pero no hacía nada. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, incluso estableció condiciones para el apoyo a Kobanê: debería crearse una zona neutral en el norte de Siria, básicamente una ocupación turca de Rojava. Además, los kurdos deberían unirse a la oposición sirio-árabe, y el Partido de la Unión Democrática debería distanciarse del PKK. Por supuesto, estas condiciones son inaceptables para los kurdos, que han estado luchando durante dos años para crear y defender la región…
Lo que está claro es que su prioridad es destruir Rojava y no el Estado Islámico. Mediante el apoyo a Kobanê, o al menos sin atacar a aquellos que quieren defenderla, Erdogan tenía la oportunidad de demostrar que era sincero respeto al proceso de paz con el PKK. Por el contrario, autorizó ataques contra los kurdos que cruzaban la frontera para defender Kobanê y bombardeó el PKK, que está vinculado a las fuerzas kurdas en Siria, las cuales ganaron reputación internacional al ser el enemigo más fuerte del Estado Islámico. Con estas acciones, Erdogan no sólo ayudó indirectamente y facilitó más ataques de ISIS contra Kobanê, sino que utilizó el estado de sitio como su momento de oro para debilitar al pueblo kurdo, mostrando de manera dramática su completa falta de interés en la paz con el PKK. Funcionarios del Gobierno de Turquía afirmaron que el PKK y el Estado Islámico son lo mismo. Pero con sus acciones, Erdogan da a entender que el proyecto democrático de base, con igualdad de género e inclusivo de la región es una amenaza ‘terrorista’ mayor que ISIS, que decapita, crucifica y viola sistemáticamente a mujeres y las vende como esclavas sexuales. Los enfrentamientos entre los kurdos y los grupos racistas e islamistas, así como con la policía en Turquía, han matado ya a muchas personas. Los kurdos no quieren que el Ejército turco intervenga.
Los medios de comunicación de masas caricaturizan la lucha de estas mujeres como una fantasía sexy occidental y capitalista, pero la verdad es que estas mujeres están liderando una lucha radical que puede desafiar el statu quo más allá del estado de sitio impuesto por ISIS. En muchos sentidos, esta lucha de las mujeres en Rojava ha roto los estereotipos orientalistas de las mujeres de Oriente Medio como pobres víctimas que están perdidas. Pero quizás lo más importante es que el mundo ha aprendido una cosa: que hay esperanza incluso cuando estás completamente rodeada por la oscuridad de la bandera de ISIS. Que otro mundo es posible. Esta fortaleza debe reavivar la esperanza en un Oriente Medio desgarrado por las guerras injustas, las tensiones étnicas y el sectarismo. La democracia independiente y la paz sostenible son posibles. La libertad no es una utopía. Y se ha visto que tener que escoger el “menos malo” no es la única opción, en contra de lo que el contexto de la Primavera Árabe hacía pensar.