Una pregunta para funcionarios del gobierno nacional, y voceros de la “década ganada”: ¿Qué tipo de país es China? ¿Es uno más de los “países emergentes”, como gustan decir economistas de las clases dominantes, o es una potencia imperialista, como lo son los EEUU, Rusia, Alemania, Inglaterra, etc.?
Una pregunta para funcionarios del gobierno nacional, y voceros de la “década ganada”: ¿Qué tipo de país es China? ¿Es uno más de los “países emergentes”, como gustan decir economistas de las clases dominantes, o es una potencia imperialista, como lo son los EEUU, Rusia, Alemania, Inglaterra, etc.?
La respuesta a esto determina la posición frente a expresiones como la del ministro de Ciencia de la República Argentina, Lino Barañao, en China, a comienzo de este mes de junio: “la relación entre Argentina y China es para nosotros una prioridad esencial”.
El ministro Barañao, informa el sitio Prensaargentina.com.ar, “Recibió en China el honoris causa por su aporte en cooperación científica” por la Universidad de Economía y Negocios Internacionales. Esta “distinción” ocurrió durante la II Misión de Vinculación Tecnológica en China durante la cual funcionarios y empresarios argentinos y chinos realizaron reuniones y acuerdos varios. Cambian los tiempos y los destinos, pero no las costumbres imperiales de “condecorar” a funcionarios de los países dependientes por sus “servicios prestados”.
Desde hace tiempo, los trabajadores del Conicet y de otras áreas vinculadas al desarrollo científico vienen denunciando la creciente injerencia de los chinos en proyectos tecnológicos de alto valor agregado. El presidente del Conicet, Roberto Salvarezza, destacó: “En los últimos años, investigadores chinos y argentinos publicaron más de 1.500 trabajos en colaboración, cubriendo todas las áreas desde la física y la astronomía hasta en química, agricultura, biología y biotecnología, entre otras”.
Una parte de estos trabajos se van transformando en acuerdo de producción, como el que están por firmar la empresa Bioceres (argentina) y Dabeinong Technology Group (china), para desarrollar semillas de soja y maíz que combinan transgénicas, resistentes a la sequía y la salinidad, sobre la base de un descubrimiento de investigadores de Conicet.
Toda esta “cooperación científica”, se traducirá, además, en la creación de un Instituto Binacional de Nanotecnología, para el desarrollo de chips para la industria agrícola. El mismo funcionará en el Polo Científico Tecnológico ubicado en la Capital Federal.
Como no sólo de “cooperación científica” viven los hombres, y menos los países imperialistas, a fines de mayo el gobierno argentino pagó al gobierno chino casi 383 millones de dólares, para pagarles el 70% de los trenes adquiridos para las líneas Mitre y Sarmiento. Eso sí, hasta ahora a la Argentina no llegó ni un tornillo. La empresa china CRS Qingdao Sifang, dice que entregará el material ferroviario “a partir de abril de 2014”. Mientras, nuestros talleres ferroviarios siguen desmantelados y desaprovechados.