Los efectos de la crisis engendrada por el kirchnerismo se vienen sintiendo con fuerza en la economía y la sociedad argentina, agravados por la política del gobierno macrista que facilita a los grandes terratenientes y monopolios imperialistas descargarla sobre los trabajadores, el pueblo y el país todo.
Los efectos de la crisis engendrada por el kirchnerismo se vienen sintiendo con fuerza en la economía y la sociedad argentina, agravados por la política del gobierno macrista que facilita a los grandes terratenientes y monopolios imperialistas descargarla sobre los trabajadores, el pueblo y el país todo.
Algo más de la mitad de la población de nuestro país son mujeres y la gran mayoría pertenecen a las clases populares por lo que, al igual que la gran mayoría de los hombres, sufren los efectos de la crisis y la política del gobierno. Pero por su condición de mujeres, en esta sociedad opresora que les atribuye una posición subordinada a los hombres, esos efectos se descargan sobre ellas con mayor fuerza. También como consecuencia de la crisis, se agravan todos los problemas vinculados al género, en particular para las mujeres más humildes, como los relacionados con la salud reproductiva, el aborto, la violencia doméstica, las violaciones, la trata, etc.
En general como amas de casa, las mujeres son las que tienen que encargarse de las llamadas tareas del hogar, la salud y la educación de los hijos, la atención de los mayores, etc. Peor aún es su situación como trabajadoras, ya que además de recaer sobre ellas esas “obligaciones”, por ser mujeres, son discriminadas tanto en materia salarial como en el tipo de trabajos: se les paga menos que a los hombres en la misma tarea, se prefiere a los hombres en la contratación para determinados trabajos, sufren más el trabajo precarizado y son las primeras en ser despedidas en tiempos de crisis.
Todo esto se hace al amparo de las leyes de este sistema y con la complicidad de los gobiernos que, como el gobierno macrista, gerencian el país en beneficio de los grandes terratenientes y monopolios imperialistas. Este gobierno ya lleva más de diez meses y nada ha hecho para aliviar siquiera la discriminación contra las mujeres, que conlleva este sistema de opresión y explotación. Ni garantizar igualdad de oportunidades, igual salario por igual trabajo, estabilidad laboral, jardines maternales, etc., ni tampoco adecuada atención en materia de salud, educación sexual, violencia, etc. Y ahora, frente a la crisis, este gobierno sigue la política de descargarla sobre los trabajadores y el pueblo, por lo que se agravan todos estos problemas para las mujeres.
La política macrista
Nos encontramos así frente a la política de un gobierno que hace que la crisis se descargue con mayor fuerza sobre las espaldas de las mujeres como obreras, campesinas, desocupadas o jubiladas, con la inflación y los tarifazos (a favor de los monopolios y, de paso, aumentando sus impuestos) y manteniendo en niveles astronómicos impuestos regresivos como el IVA, que castigan con mayor fuerza a todos los sectores populares de la ciudad y el campo. Lo mismo ocurre en otros terrenos como cuando, priorizando el pago de la deuda a los imperialistas, el gobierno retacea presupuesto para paliar el hambre y para la salud, cada día más agravados por la crisis.
La política del gobierno macrista es, como fue antes la kirchnerista, contraria a los intereses de los trabajadores y la Nación. Cuando el país tenía viento a favor durante la “década robada”, a los fondos que obtenía de su saqueo impositivo al pueblo, en lugar de destinarlos a combatir la pobreza y mejorar la salud y la educación, los destinaba a subsidios a los monopolios y a pagar la deuda pública. Ahora frente a la crisis, cuando lo que correspondería es rebajar los impuestos para que la gente pueda comer y el campo producir, el macrismo no solo mantiene la inflación y esos impuestos con que se castiga al consumo popular y la producción nacional, sino que aumenta las tarifas y sus impuestos ampliando el espectro de sectores populares y productivos afectados. Lo mismo sucede con las tasas de interés que mientras en otros países son disminuidas para estimular el consumo y la producción, aquí se aumentan y mantienen elevadísimas para que sus amigos banqueros y financistas amplíen sus ganancias a costa de los consumidores y productores acogotados por la crisis.
Entretanto la inflación (y el aumento del IVA que la acompaña proporcionalmente) ha devorado y continúa devorando los salarios, jubilaciones y planes sociales restringiendo aún más el consumo popular. Es obvio que con los escasos aumentos en los salarios y las jubilaciones, en relación al aumento real de los precios, se profundiza el deterioro de su poder de compra, por lo que también se agudizan los efectos de la crisis sobre el consumo por este lado.
La lucha de las mujeres por sus problemas específicos se une así a la lucha de todos los trabajadores y el pueblo por hacer que paguen la crisis los grandes terratenientes y monopolios imperialistas, enfrentando la política del gobierno macrista a su servicio, que hoy es el principal obstáculo para avanzar. Solo en la perspectiva de un gobierno de unidad popular, patriótica y democrática, junto a los demás sectores oprimidos de nuestra patria, podrán las mujeres enfrentar los efectos de la crisis que se descargan con particular fuerza sobre ellas y avanzar en el logro de sus reivindicaciones de clase y de género.