Desde el 20/03/2020 en nuestro país se decretó el aislamiento preventivo, social y obligatorio. Según cifras arrojadas por el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación se incrementaron un 40% las llamadas al 144, cifra que deja en evidencia el incremento de la violencia en el marco de la cuarentena.
Las mujeres somos grandes protagonistas en la lucha en el marco de emergencia sanitaria que vive nuestro país. Emergencia que agudiza profundamente las desigualdades que vivimos. Llevamos adelante los comedores y merenderos en las barriadas populares porque desde esa trinchera garantizamos, muchas veces, el único plato de comida para familias enteras.
“Nos negamos a bajar la olla del mechero”, se escucha en la voz de algunas compañeras. Nos negamos porque sufrimos en carne propia el hambre, porque es una realidad que nos atraviesa y duele. Y es ahí entre la cebolla, las alitas de pollo, el planificar qué poner en la olla al otro día y estirando las raciones, que nos contamos lo que nos pasa y vamos al encuentro de nuestras vecinas, amigas y hermanas. Nos organizamos, porque así somos las mujeres, nada nos pasa por el costado, mucho menos lo que le pasa a la que tenemos al lado. En estos casi 100 días de cuarentena fortalecimos, en muchos lugares, redes con voluntarias y compañeras peleando por hacer realidad las consignas “no estamos solas y cuarentena segura para todas”. Planteamos que esas redes tienen como objetivo la prevención de la violencia y sean nexo entre las mujeres víctimas y los recursos, muchas veces insuficientes, que debería proporcionar el Estado. Porque somos las que estamos en la primera línea de batalla, pero no somos las que tenemos que resolverlo todo y no es nuestra responsabilidad.
Venimos de protagonizar un extraordinario y federal 3 de junio, en muchos lugares no pudimos salir a la calle pero eso no significó que no pongamos el reclamo en agenda. En los comedores, merenderos, redes sociales y cada uno de nuestros lugares nos hicimos sentir. Planteando también que es necesario un impuesto a las grandes fortunas, porque son los que se enriquecieron durante el gobierno de Macri los que deben pagar la crisis.
La pandemia dejó al desnudo la otra pandemia, la de la violencia en todas sus expresiones y formas. “No tengo miedo a morir, pero no me quiero morir de esto”, dice una mujer, nos está diciendo que no se quiere morir molida a golpes en manos del violento. Además de conmovernos, esta frase deja al desnudo que es necesaria la declaración de la emergencia en violencia de género. Necesitamos una emergencia que garantice recursos para las tan necesarias políticas públicas, necesitamos que se reconozca económicamente el trabajo que realizan las promotoras y necesitamos refugios para las que deben salir de su casa, entre otras cosas. Necesitamos la mejor ley para las mujeres, que se ajuste a las necesidades y requerimientos en el marco de la emergencia sanitaria.
En este inédito mundo no nos paralizamos, peleamos por no perder de vista nuestro punto de partida que es el sufrimiento de las masas. Peleamos por transitar los días con el convencimiento de que nuestro lugar está en la lucha contra la pandemia, integrando los comités de crisis, peleando por conformarlos y que en ellos se integre la perspectiva de género. Nos conmovemos y accionamos con lo que nos pasa, y como dijo una compañera el otro día al finalizar una reunión con los ojos llenos de lágrimas: “esta cuarentena me deja tiempo para pensar en muchas cosas, y quiero decir algo, es este el Partido, el PCR, el que está donde tenemos que estar y eso me llena de orgullo”.
“Las mujeres llevan sobre sus espaldas la mitad del cielo y deben conquistarla. Si esa parte del cielo permanece serena, las tempestades revolucionarias que deben barrer el viejo mundo, se reducirán a nubarrones pasajeros”. Mao Tsetung.
Escribe Maia López
Hoy N° 1820 24/06/2020