La pandemia que castigó al mundo, la crisis social y económica generada por el macrismo, el pago de la deuda al FMI, sumado a la agudización de los factores de guerra en el mundo y la invasión rusa a Ucrania, agravaron los sufrimientos del pueblo en un país dependiente como el nuestro. Y si hay algo que la experiencia nos ha demostrado, es que, en momentos difíciles para el conjunto, somos nosotras las principales perjudicadas.
Organizadas
A días de un nuevo #8M las pibas empezamos a prepararnos desde las Secretarías de la Mujer que conformamos en los colegios, en asambleas discutiendo contenidos con perspectiva de género y protocolos de acción frente a situaciones de violencia en nuestras facultades, con volantes en los barrios y también en nuestros lugares de trabajo, invitando a nuestras compañeras a marchar juntas. Como la tristeza nunca será unida a nuestros nombres, nos preparamos de a miles para hacer de este día de conmemoración y lucha, también una fiesta con bombos y glitter en todas las calles del país.
¿Cómo estamos hoy?
Pese a las políticas de género que funcionan como parches con este Estado para pocos, en 2022 la brecha salarial fue la más alta en diez años. ¿Esto cómo nos afecta a las pibas? Las estadísticas muestran que al primer trimestre de 2022 (aún no se publican datos más recientes), el ingreso medio de los ocupados hombres es un 27% mayor respecto a nosotras.
Además de las brechas salariales, hay otros puntos de análisis que reflejan la desigualdad entre hombres y mujeres. Sirve de ejemplo la tasa de “intensidad de desocupación”: el 61% de los varones (entre 19 y 34 años) llevaron de 3 a 4 meses buscando un trabajo, mientras que las mujeres que se encontraban desocupadas llevaban una búsqueda de por lo menos un año, según los datos oficiales del Ministerio de Trabajo.
Somos cada vez más las que (con suerte) cuando terminamos el colegio nos encontramos buscando un primer trabajo para ayudar en nuestras casas, para pagarnos las fotocopias o el colectivo para poder estudiar, y las opciones que tenemos son ser niñeras, mozas o empleadas de comercio. Las mujeres, y en particular las jóvenes, nos encontramos en los sectores peor remunerados de la economía, donde la inestabilidad es la marca registrada de la precarización laboral: no se sabe con certeza cuántas horas se trabajará cada semana, o cada mes. Tampoco hasta cuándo durará un trabajo, en un contexto donde aumenta todo menos nuestros salarios.
Muchas al no poder acceder siquiera a esto por la falta de oportunidades, son empujadas a caer en la mercantilización de lo único que poseemos: nuestros cuerpos. La prostitución es un histórico “recurso” que aqueja principalmente a las mujeres pobres, muchas de ellas jóvenes, que al verse imposibilitadas de ingresar al mercado laboral o al no llegar a fin de mes con sólo un trabajo, recurren a prostituirse ante la falta de oportunidades y de derechos, propios del sistema capitalista.
Las nuevas tecnologías y en particular en las juventudes vuelven a reavivar la discusión, utilizando plataformas como “Only Fans” y “Cafecito”, diseñadas especialmente para comercializar cuerpos de mujeres, adolescentes y niñas para el consumo de los hombres.
Ser joven y ser mujer es un factor de riesgo
Según el observatorio Lucía Pérez durante el 2022 fueron cometidos 233 femicidios, y hubo otros 425 intentos, en distintos puntos del país. Este no es simplemente un número que alarma, son mujeres cuyas vidas arrebató la violencia machista. Son madres, hijas, hermanas, amigas, compañeras y vecinas a las que el estado eligió no cuidar.
Es preocupante que marzo lleva casi la misma cantidad de femicidios que de días y que la mayoría de esas mujeres asesinadas son jóvenes.
A más de siete años del primer #NiUnaMenos que movilizó a miles de pibas, la Emergencia en Violencia sigue siendo una necesidad y es urgente que el Estado nacional actúe para frenar esta pandemia que arrasa contra nosotras. Los recursos que deberían destinarse a las necesidades populares como la prevención y atención en situaciones de violencia se van al pago de la deuda contraída por el macrismo, y seguimos siendo nosotras y el pueblo quienes pagamos el ajuste que deberían pagar los que se la fugaron.
Paramos y movilizamos en todo el país porque la deuda y la falta de justicia sigue siendo con nosotras. Vamos por un gran 8M que nos encuentre unidas en las calles, denunciando la alarmante situación que vivimos.
¡No bancamos más la desidia! Nos queremos vivas, libres, desendeudadas y con trabajo.
Hoy N° 1953 08/03/2023