En las últimas semanas se aceleró el deterioro de las reservas del Banco Central (BCRA), recrudeciendo la incertidumbre en torno a la situación financiera de la Argentina.
Al 10/12, las reservas totales del BCRA se ubicaron en 41.171 millones de dólares; pero las reservas “netas”, propias del BCRA, son muy inferiores. Según el grupo GERES, estas se situaron en 6.090 millones de dólares al 30/11, una vez descontados los encajes de los depósitos en dólares del sector privado, el swap (canje de monedas) con China y otros pasivos en moneda extranjera. A su vez, dentro de las reservas netas, 3.522 millones de dólares corresponden a oro y 2.018 millones de dólares a Derechos especiales de giro (DEG) del FMI en propiedad del BCRA, con lo cual las reservas “netas líquidas”, es decir, las divisas propias del BCRA, alcanzaban a apenas 541 millones de dólares.
Paradójicamente, a este crítico nivel de las reservas se llegó luego de un año en el confluyeron una serie de factores externos muy favorables para las cuentas externas: 1) El precio de exportación promedio del complejo soja subió 45% interanual (i.a.) en lo que va de 2021, gracias a lo cual los términos del intercambio (cociente entre los precios de exportación e importación de bienes) alcanzaron su máximo nivel histórico (+12% i.a.), generando hasta octubre una ganancia de 5.700 millones de dólares por ese efecto. En igual período, las cerealeras tuvieron una liquidación récord de 32.955 millones de dólares, mientras que el saldo comercial de bienes se elevó a 13.891 millones de dólares. 2) El FMI asignó DEG por 4.326 millones de dólares a la Argentina, como parte de una distribución global con el objetivo de ayudar a afrontar gastos de la pandemia (los DEG son un activo de reserva internacional emitidos por el FMI). 3) La fuerte limitación de los viajes al exterior que implicó la pandemia redujo drásticamente el estructural déficit de la cuenta turismo. Además, persiste el “cepo” a la compra de dólares y fuertes restricciones a la remisión de utilidades al exterior. No obstante, el BCRA no habrá podido acumular ni sólo un dólar para las reservas propias este año.
Esto explica el apuro del gobierno por cerrar un acuerdo con el FMI, ante la inminencia de un cronograma cargado de pagos de deuda en moneda extranjera, que sólo en enero-marzo asciende a unos 6.800 millones de dólares, más los 1.890 millones de dólares que vencen ahora en diciembre con el FMI y serán abonados con DEG.
Argentina acusó históricamente crisis recurrentes en sus cuentas externas, a la par de la profundización de la dependencia y la concentración latifundista. Sin embargo, en los últimos tres años acumuló un superávit comercial de bienes por la friolera de 42.411 millones de dólares (primero por la caída de la actividad económica y este año centralmente por efecto precio). Dólares que así como entran siguen saliendo, en una especie de puerta giratoria, para el pago de los distintos tributos al imperialismo, en lugar de destinarse a financiar el desarrollo industrial: fuga de capitales de las grandes empresas, incluida la intervención del BCRA en la Bolsa para contener la cotización de los dólares paralelos (MEP y CCL); vencimientos de deuda; pagos de fletes, seguros y otros servicios; entre otras salidas de divisas. Todo esto a costa de un esfuerzo exportador cada vez más dificultoso para la Argentina, en un mundo signado por un creciente proteccionismo de los países imperialistas, y de un recurrente ajuste del gasto público para mejorar el resultado fiscal; de una larga depresión económica y un constante achicamiento del mercado interno; finalmente, de procesos de endeudamiento externo que terminaron solventando la fuga de capitales y dejaron el lastre de la deuda, renovando el círculo vicioso de estancamiento prolongado y estrangulamiento externo que padece la dependiente economía argentina.
Escribe: Ramiro Suarez
Hoy N° 1894 15/12/2021