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01 de November de 2023

Rumbo al centenario del fallecimiento del líder de la Revolución Rusa

Lenin y los días de la revolución

El próximo 21 de enero de 2024 se cumplen 100 años del fallecimiento de Vladimir Ilich Ulianov, Lenin. Nadiezda Krúpskaya, destacada dirigente de la Revolución Rusa y compañera de Lenin, escribió estos párrafos que extractamos de sus Memorias acerca de Lenin, que reproducimos del volumen La insurrección armada de octubre en Petrogrado, de Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1957.

Krúpskaya afirma que “La toma del Poder en Octubre fue meditada y preparada minuciosamente por el partido del proletariado, por el Partido bolchevique”. Luego de reseñar las cartas enviadas desde el exilio por Lenin en los meses previos.

Durante el último mes, Lenin vivió entregado por completo a la idea de la insurrección, no pensaba en otra cosa Y contagiaba a los camaradas su estado de ánimo y su convicción.

La última carta de Ilich a los bolcheviques que participaban en el Congreso regional de los Soviets de la región del Norte, escrita desde Finlandia, tiene una importancia excepcional Decía así: “Pero la insurrección armada es un aspecto especial de la lucha política, sometida a leyes especiales, que deben ser profundamente analizadas. Carlos Marx expresó esta verdad de un modo muy tangible al escribir que ‘la insurrección armada es, como la guerra, un arte’.

Aplicado a Rusia y al mes de octubre de 1917, esto quiere decir: ofensiva simultánea, y lo más súbita y rápida posible, sobre Petrogrado, ofensiva que deberá partir indefectiblemente de fuera y de dentro, de los barrios obreros, de Finlandia, de Revel, de Cronstadt, ofensiva de toda la escuadra y concentración de una superioridad gigantesca de fuerzas contra 15.000 ó 20.000 hombres (quizá más), de nuestra ‘guardia burguesa’ (los alumnos de las escuelas militares), contra las tropas de nuestra ‘Vendée’ (una parte de los cosacos), etc.

Combinar nuestras  tres fuerzas principales, la escuadra, los obreros y las unidades militares, de tal moda que por encima de todo podamos ocupar y conservar cualquiera que sea el número de bajas que nos cueste: a) la Central de Teléfonos; b) la Central de Telégrafos; c) las estaciones ferroviarias, y d) los puentes, en primer término.

Seleccionar a los elementos más decididos (nuestras ‘tropas de choque’ y la juventud obrera, así como a los mejores marineros) y formar con ellos pequeños destacamentos destinados a ocupar los puntos más importantes y a participar en todos los sitios en las operaciones de más importancia… El triunfo de la revolución rusa y de la revolución mundial depende de dos o tres días de lucha”.

Esta carta fue escrita el 21 (8), y el 22 (9) Ilich estaba ya en Petrogrado; al siguiente día se celebró una reunión del Comité Central, en la que se aprobó la resolución, propuesta por él, de ir a la insurrección. Zinóviev y Kámenev se opusieron y exigieron que se convocara un pleno extraordinario del C.C. Kámenev declaró demostrativamente que se salía del C.C. Lenin pidió que se adoptasen contra ellos las sanciones de Partido más severas.

Derrotadas las tendencias oportunistas, se intensificó la labor de preparación de la insurrección. El 26 (13) de octubre, el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado tomó la resolución de formar el Comité Militar Revolucionario. El 29 (16) se celebró una reunión ampliada del C.C. con representantes de las organizaciones del Partido. Aquel mismo día, en la reunión del C.C. se eligió el centro militar-revolucionario encargado de la dirección práctica de la insurrección, integrado por los camaradas Stalin, Sverdlov, Dzerzhinski y otros.

El día 30 (17), el proyecto de organización del Comité Militar Revolucionario fue aprobado no solo por el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, sino por el Soviet en pleno. Cinco días después, en una reunión de comités de regimiento se reconoció al Comité Militar Revolucionario de Petrogrado órgano dirigente de las unidades militares de Petrogrado y se mandó desobedecer las órdenes del Estado Mayor que no fuesen refrendadas con la firma del Comité Militar Revolucionario.

El 5 de noviembre (23 de octubre), el Comité Militar Revolucionario empezó a designar comisarios con destino a las unidades militares. El día 6 de noviembre (24 de octubre), el Gobierno provisional decidió mandar a los tribunales a los miembros del Comité Militar Revolucionario y arrestar a los comisarios destinados a las unidades militares, y ordenó presentarse en el Palacio de Invierno a los alumnos de las escuelas militares. Pero ya era tarde: las unidades militares habían tomado el bando de los bolcheviques, los obreros estaban por la entrega del Poder a los Soviets, el Comité Militar Revolucionario funcionaba bajo la dirección inmediata del C.C., la mayoría de cuyos componentes, entre ellos Stalin, Sverdlov, Mólotov, Dzerzhinski, Búbnov y otros, formaban parte del Comité Militar Revolucionario. La insurrección se extendía.

El 6 de noviembre (24 de octubre), Ilich continuaba alojado clandestinamente en la barriada de Víborg, en la residencia de Margarita Vasílievna Fofánova, miembro de nuestro Partido. Sabía que se estaba preparando la insurrección y sufría por encontrarse alejado de la acción en un momento así. Me enviaba esquelas con Margarita, en las que decía que no se podía demorar la insurrección, para que yo les diera el curso correspondiente. Por fin, a la tarde fue a verle Eino Rajiá, un camarada finlandés que tenía contacto con las fábricas y con la organización del Partido, y le servía de enlace con la misma. Eino le contó que por la ciudad circulaban patrullas reforzadas, que el Gobierno provisional había dado la orden de abrir los puentes levadizos del Neva con el fin de desconectar los barrios obreros, y que en los puentes montaban guardia los soldados. Era evidente que se iniciaba la insurrección… Ilich decidió ir él en persona al Smolny sin demora. A Margarita le dejó una nota: “He marchado a donde usted no quería que fuese. Hasta la vista. Ilich”.

La barriada de Víborg estuvo armándose y preparándose para la insurrección aquella noche; grupo tras grupo llegaban los obreros al Comité de Distrito del Partido por armas e instrucciones. Por la noche fui a ver a Ilich a casa de Fofánova y allí me enteré de que se había marchado al Smolny. Zhenia Egórova, secretaria del Comité de distrito del Partido de Viborg, y yo nos subimos a un camión que enviaban los nuestros al Smolny no sé a qué.

El Smolny estaba muy iluminado, parecía un hervidero. De todos los confines acudían por instrucciones guardias rojos, representantes de las fábricas y soldados. Tecleaban las máquinas de escribir; sonaban los teléfonos; nuestras muchachas, sentadas a las mesas, examinaban montones de telegramas; en el tercer piso, el Comité Militar Revolucionario estaba reunido permanentemente. En la plaza, delante del Smolny, había unos carros blindados con el motor en marcha, un cañón de 3 pulgadas y pilas de leña ante la eventualidad de levantar barricadas. A la entrada habíanse instalado ametralladoras y cañones, a las puertas se hallaban de guardia centinelas.

A las diez de la mañana del 25 de octubre (7 de noviembre) se entregó a la imprenta la proclama A los ciudadanos de Rusia, firmada por el Comité Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado, en la cual se comunicaba:

“E1 Gobierno provisional ha sido derrocado. El Poder del Estado ha pasado a manos del Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado: el Comité Militar Revolucionario, que está a la cabeza del proletariado y de la guarnición de Petrogrado.

La causa por la que luchaba el pueblo –la oferta inmediata de una paz democrática, la abolición de la propiedad terrateniente de la tierra, el control obrero en la industria y la formación de un Gobierno soviético– está garantizada. ¡Viva la revolución de los soldados, de los obreros y de los campesinos!”

Aunque era evidente que la revolución había triunfado, el 25 por la mañana continuaba la intensa labor del Comité Militar Revolucionario: ocupaba los edificios públicos uno tras otro, organizaba su custodia, etc.

A las dos y media se celebró una sesión del Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado. El Soviet acogió con tempestuoso júbilo la noticia de que no existía el Gobierno provisional, de que habían sido detenidos algunos ministros y se detendría a los demás, de que había sido disuelto el Anteparlamento [Consejo Provisional de la República Rusa, órgano consultivo adjunto al Gobierno provisional] y ocupadas las estaciones ferroviarias, los edificios de Correos, Telégrafos y del Banco del Estado, de que se efectuaba el asalto al Palacio de Invierno. Aún no había sido tomado éste, pero su suerte había sido decidida de antemano y los soldados demostraban un heroísmo extraordinario; la revolución transcurría sin sangre.

El Soviet aclamó efusivamente a Lenin, que acudió a la sesión y pronunció un informe. No empleó palabras altisonantes con motivo de la victoria. Era ése un rasgo peculiar suyo. Habló de las tareas que se planteaban al Poder soviético, cuya realización había que emprender de lleno.

Dijo que había comenzado una nueva era en la historia de Rusia. Que el Gobierno soviético iba a realizar su cometido sin la participación de la burguesía. Que se publicaría un decreto aboliendo la propiedad privada de la tierra. Que se establecería un verdadero control obrero en la industria. Se desenvolvería la lucha por el socialismo. El viejo aparato del Estado sería destruido, demolido y se crearía un Poder nuevo, el Poder de las organizaciones soviéticas. Para ello contábamos con la fuerza de una organización de masas que podría con todo. La tarea inmediata consistía en concertar la paz. Para ello había que vencer al capital. Los proletarios de todo el mundo, entre los cuales se notaban ya síntomas de fermentación revolucionaria, nos ayudarían a concertar la paz.

 

Hoy N° 1985 01/11/2023