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08 de December de 2021

Jujuy

Logramos la prisión perpetua del femicida Aucachi

A más de 3 años del femicidio de Zulma Valencia en Monterrico, Jujuy, un 12 de octubre de 2018, se llevó a cabo en noviembre el juicio oral que condenó a Fabio Aucachi a prisión perpetua, por ser considerado autor del homicidio agravado por la relación de pareja con la víctima, y por mediar violencia de género.

Las audiencias estuvieron acompañadas por el movimiento de mujeres que, a instancias de la Multisectorial de Mujeres y Disidencias de Jujuy, se concentró junto a la familia en el hall central de Tribunales.

Durante el juicio fue clara la violencia machista de la que fue víctima Zulma, que fue golpeada por Aucachi, amenazada por él, violentada, controlada, celada, y que tuvo en los hijos de ambos, también la ocasión constante para recibir maltrato de Aucachi, pero también para amenazar con matarla no solo a ella, sino también a los niños.

Durante las audiencias la familia de Aucachi, que intentó lograr su impunidad, intentó culpabilizar a Zulma de su destino fatal, tratando de presentarla como abandónica de sus niños, como la agresora de Aucachi e incluso atribuyéndole relaciones con otras personas. Todo vano: el mandato machista que esa familia reprodujo  y que empoderó a Aucachi para matar a Zulma, no alcanzó para lograr la impunidad.

 

La clara responsabilidad estatal en el crimen

Pero quedó clara también en este juicio, la responsabilidad estatal como corresponsable del femicidio, al que como señala Marcela Largarde, corresponde llamar feminicidio: no es suficiente con la primera palabra que solo describe el crimen contra la mujer por misoginia (odio hacia las mujeres), necesitamos hablar de feminicidio,  conteniendo en esta palabra  también de la impunidad estatal que libera de obstáculos a la violencia machista y los crímenes contra las mujeres.

Aucachi había sido denunciado el 25 de abril de 2018 por Zulma, constando en el expediente una foto de ella con su rostro morado por la violencia. El fue detenido, pero liberado en el marco de un proceso abreviado que no llegó a fin. Al ser liberado, se ordenó una medida de restricción, que la propia Secretaria de Paridad de Género provincial informó a la Justicia que no se estaba cumpliendo. Pero nada importó. Ninguna de las agencias estatales tomó medidas al respecto, y Zulma terminó asesinada el 12 de octubre, en el marco de una escalada de violencia que incluyó el uso de un cuchillo y la decisión de Zulma de no volver con Aucachi.

Un día antes del femicidio, Zulma había ido con su nueva pareja a buscar una casa para alquilar e irse a vivir también junto a sus niños.

Aucachi no toleró perder el control sobre Zulma, el poder de propiedad sobre ella, el femicidio no fue el descontrol, sino la toma final de ese control de quien no se subordinó más a los designios. Una toma de control que tuvo ausencia total de obstáculos por parte del Estado, que dio vía libre y lo empoderó en su violencia.

El crimen de Zulma fue un crimen más de violencia machista. Una violencia que lejos de cesar, se sigue reproduciendo por la sociedad y las instituciones. Y que tuvo en Jujuy, hace apenas unos días, el resultado de un cuarto femicidio en lo que va de 2021. Las mujeres no somos libres, y sostener a violentos desde el gobierno y el Estado, como es el caso del jefe de los fiscales, Lello Sánchez, denunciado por segunda vez por misoginia, solo genera más violencia.

Corresponsal