Seis hijos acompañaban a Mao en la Larga Marcha. Dos de su primer matrimonio y cuatro de su esposa de entonces, Ho-Tzu chen. Como no podía arrastrar tras sí a sus hijos (el mayor de trece años), llamó a las puertas de las casas campesinas que tenían más posibilidades de entender su situación y de proteger a los niños. Y así, uno a uno, o dos a dos, fueron quedando los seis hijos en los hogares de algunos de los pueblos en los que entraron los soldados de la Larga Marcha. Cuando Ho se mostró sin fuerzas para separarse de uno de los hijos, le dijo Mao: “Más vale que vivan, aunque sea con otros padres, a que sean asesinados por Chiang ante nuestros propios ojos”. Tomás L. Verdejo: Mao ha muerto