El final del discurso de la presidenta, luego de lamentarse “por la muerte de Nisman como la de cualquier argentino”, fue un feroz ataque al fiscal muerto y al “partido judicial”. En este caso, la presidenta usó dos trampas.
El final del discurso de la presidenta, luego de lamentarse “por la muerte de Nisman como la de cualquier argentino”, fue un feroz ataque al fiscal muerto y al “partido judicial”. En este caso, la presidenta usó dos trampas.
Analizó, parcialmente, el escenario internacional en el que se realizaron los atentados terroristas a la Embajada de Israel y la AMIA, y trampeó al no analizar el escenario mundial en el que ella firmó el acuerdo con Irán (cuando aceleró la marcha hacia la alianza estratégica con China), y no dijo que la denuncia de Nisman (de vinculado a los yanquis) fue días antes de su viaje (el de la presidenta) a China.
Otra trampa fue decir que hay un partido judicial. El fallo de Rafecas mostró que hay, al menos dos partidos judiciales: el K y el anti K.
La fuerza que puso Cristina K a esta parte de su discurso demuestra que necesita, sí o sí, garantizar su predominio en la Justicia para que no le lluevan los juicios por corrupción que acosan a su familia, sus amigos y socios.
Además, en la respuesta a la interrupción del senador jujeño Morales, la presidenta dejó entrever que podrían volver a encontrarse en el Congreso, lo que supondría su candidatura a diputada o senadora. Así, tendría fueros que la protejan de los juicios, y también, sería el centro de la campaña electoral del Frente para la Victoria.
