La profunda crisis que atraviesa la industria petrolera local parece no tener fin. Finalmente después de más de un año de parches políticos, se precipitaron los despidos masivos, que hoy se cuentan de cien en cien hasta llegar a 1.800 telegramas. El fantasma de los 90 vuelve a rondar por la cuenca. La música es la misma que aquel amargo momento: productividad, rentabilidad, competitividad, personal “sobrante”, retiros “voluntarios”, despidos, flexibilización laboral, etc.
La caída de los precios internacionales, producto de la disputa de mercado por los grandes monopolios y países productores, y una sobreproducción mundial, fueron las causas externas que hicieron derrumbar el castillo de naipes que había construido CFK con Galluccio sobre Vaca Muerta. Estas causas internacionales están en pleno proceso de cambio brusco. El triunfo de Trump en EEUU, y junto con él los grandes monopolios petroleros, el acercamiento de estos a Rusia, y la agudización de la disputa de EEUU con China, hacen que las fichas en el tablero petrolero internacional se reacomoden. Pero la disputa se agudiza y la sobreproducción continúa, y hoy nadie estima que el precio del barril supere los 60 dólares, pese al acuerdo en la OPEP de bajar la producción en un millón de barriles por día.
Estos precios bajos podrían ser ventajosos para el país y la industria si las destilerías, la operación y la producción del petróleo fueran estatales. Pero la profunda dependencia de los monopolios extranjeros, hace que siempre ganen estos pulpos. Cuando suben los precios ganan las operadoras y cuando bajan ganan las destilerías, y siempre el pueblo paga caros los combustibles y sufre los despidos y el ajuste.
En el 2014 había activos 160 equipos de perforación, pulling, y workover en la cuenca Neuquina. Esta explosión de trabajo se hizo con un endeudamiento desmedido y escandaloso para YPF, y la mayor parte de esos dólares se usaron para pagar los contratos de fractura a Schlumberger, empresa de donde venía Galluccio (dichas fracturas llegaron a valer hasta seis veces más que lo que la misma empresa cobraba en China). El año pasado, la cantidad de equipos activos estaba en unos 141, y en este momento hay solo 85 torres activas en los yacimientos de la cuenca.
Así pagan las operadoras y las empresas extranjeras. Desde los 90 que venimos escuchando como única verdad, que las inversiones vienen si hay un marco de competitividad, previsibilidad, etc. Está demostrado que con concesiones y regalos a las empresas extranjeras no se soluciona esta crisis. Y que la única intención de éstas en esta situación de crisis es aprovechar para mejorar aún más las condiciones, para cuando convenga invertir, aumentar la rentabilidad del negocio.
El gobierno nacional se ha lanzado a implementar un fuerte ajuste en la industria petrolera, el mismo Macri se ha encargado de las negociaciones del nuevo CCT (convenio colectivo de trabajo), del precio del barril, el del gas, y se ha metido personalmente en la disputa feroz que se está dando entre los grupos monopólicos por la aguda crisis del sector.
Hace meses que vienen negociando la flexibilización del CCT y los despidos entre YPF, el gobierno provincial y el gobierno nacional con Pereyra. La lluvia de telegramas y la bronca que se respira en los compañeros, hizo que se tuviera que ir al paro. “Siempre se dictaba rápido la conciliación obligatoria y no se resignaba producción, pero esta vez se demoró” así analizaba Pereyra los hechos al día siguiente.
El paro fue total. Desde el cuerpo de delegados y un sector de la comisión directiva se garantizó que desde el mismo domingo a las 20 ya no quedará nadie trabajando. El ambiente era de preocupación por la gran cantidad de familias en la calle, y también de alegría por la contundencia del paro, por la unidad en la lucha enfrentando los despidos. Hubo pérdida de producción en la mayoría de los yacimientos y nos hicimos escuchar: ¡entre los 280 delegados y los 23.000 obreros petroleros hicimos un parazo!
El paro fue para enfrentar los despidos y derrotar el ajuste de Macri. Es necesario que todos estemos en alerta para el 6 de enero que vence la conciliación obligatoria. La fuerza que se demostró en el campo dio un claro mensaje: no queremos ni un solo despido.
Macri quiere entregar un bono de $20.000 mensuales por un año más la obra social, para los compañeros despedidos, pero sería a costa de aceptar los despidos. Creemos que aceptar eso es retroceder y dejar avanzar a las empresas y al gobierno con el ajuste. Cumplir con el mandato del cuerpo de delegados es derrotar los despidos y que suban los equipos a trabajar al campo. Si esto no se cumple hay que profundizar el plan de lucha.
La movilización del pueblo de Cutral Co y Plaza Huíncul, luego la movilización del pueblo de Rincón, junto con la contundencia del paro petrolero, mostraron que si el gobierno avanza con su plan de ajuste va a tener que enfrentar duras luchas de los pueblos que han aprendido de su experiencia y han sabido derrotar en puebladas la fuerzas del Estado cuando fue necesario.