Los sindicalistas, a través de su hegemonía en la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA), fueron la primera central sindical en convocar a una huelga general durante los festejos oficiales del Centenario del 25 de Mayo de 1810. A través de su periódico, La Acción Socialista (LAS), esta corriente analizaba: “Se comprende… que la burguesía no pueda conmemorar una fecha que señaló el triunfo de su causa creando sus libertades, con la cesión de libertades al proletariado, quien al crear el nuevo poderío de la clase obrera destruye la supremacía burguesa conquistada hace un siglo…”. Exigían la libertad de los presos y la derogación de la Ley de Residencia.
Se proclamaban en contra de la celebración que impulsaba el gobierno oligárquico, diciendo “¡La burguesía pretende que se le deje realizar libremente los festejos en honor de una mentida emancipación americana, cuando el proletariado argentino está sometido política y económicamente por ella sin tener siquiera los más elementales derechos de defensa!”.
En una muestra de la incomprensión de la significación del Centenario en un país que profundizaba los lazos de la dependencia, en un artículo titulado “La batalla del Centenario”, los sindicalistas afirmaban “La burguesía argentina no celebra un acto exento de carácter de clase. Ella celebra la conquista de una plaza que fue la base de conquistas posteriores y de su enriquecimiento y grandeza. (…) Juzgándolos con este criterio, se comprende fácilmente que lo que en el fondo hay es una celebración de las libertades de gobernar política y económicamente conquistado por la burguesía. No libertades genéricas. No conmemoración de libertades proletarias, puesto que el proletariado ha surgido de su condición primera de revolucionario… Así el proletariado… no puede tolerar que se conmemore con total hipocresía “libertades” no existentes (LAS, 26/03/1910).
Reafirmando una idea común en esos años en todas las corrientes obreras, denostaban a la “patria”, a la que identificaban con el ejército y el gobierno, y decían que al proletariado “Si no se puede sujetarlo por la religión antigua, por el amor y el temor de dios, se puede dominarlo por la religión del estado, la patria, inculcándole en todas formas esa nueva deidad subyugadora de conciencias… Este sentimiento inteligente de los burgueses, estúpido en lo obreros, tendría la virtud de reunir a todos los argentinos bajo los pliegues de la blanca y azul bandera de Berutti y French (¡sic!)”. Esta postura profundizó la división con los sectores obreros criollos y originarios, por muchos años.