Nada más en línea con el pensamiento del gobierno de Macri que culpa a los docentes de la privatización de la educación, a los petroleros con sus “excesivos” beneficios de que no lleguen inversiones a Vaca Muerta, a los mecánicos con las “altas” tasas de ausentismo de la disminución de la productividad y así podríamos seguir hasta hacer responsables a los trabajadores de las siete plagas de Egipto.
Nada más en línea con el pensamiento del gobierno de Macri que culpa a los docentes de la privatización de la educación, a los petroleros con sus “excesivos” beneficios de que no lleguen inversiones a Vaca Muerta, a los mecánicos con las “altas” tasas de ausentismo de la disminución de la productividad y así podríamos seguir hasta hacer responsables a los trabajadores de las siete plagas de Egipto.
Tras una parada técnica de casi dos meses, Tabares reabrió la planta junto al presidente Mauricio Macri, quien junto a su padre le habían vendido la fábrica a los franceses veinte años atrás. La llamada “parada técnica” dejó en la calle a más de 200 obreros metalúrgicos de una fábrica que, en los últimos años, pasó de tener cerca de 4.000 trabajadores a menos de 1.000.
Según informaciones periodísticas, en enero de 2013 trabajaba un solo turno, en mayo de 2014 hubo 1.100 suspensiones, en febrero de 2015, 1.000 despidos, en mayo otros 1.000 despidos y en octubre del 2015, 1.300 despidos más. Todos en la planta del Palomar, a los que tenemos que sumar 80 más en la fábrica de PSA en Jeppener, ambas localidades de la provincia de Buenos Aires. Una de las perlitas fue cuando, durante la recorrida, algunos trabajadores lo recibieron gritando “aguante Cristina” según algunos medios (La Noticia Web).
Herencia K y presente macrista, demuestran lo que venimos afirmando desde hace años desde estas páginas: las políticas de desindustrialización y entrega a las multinacionales han profundizado la dependencia económica de la Argentina y son una de las causas de la profunda crisis que padecemos.
La visita se produjo al día siguiente del anuncio de un acuerdo con el sector automotriz que prevé la fabricación de 750.000 de unidades para el año 2019 y de un millón para el 2023. Rubricaron el convenio, además de los gobiernos nacional, provinciales y de la Ciudad de Buenos Aires, los representantes de la Asociación de Fábricas Automotores (Adefa); la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC) y la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra), así como también los gremios Smata y UOM.
La industria automotriz
Desde hace años la industria automotriz es deficitaria, es mayor la cantidad de vehículos importados que se venden en el país que las ventas de los que se fabrican localmente en el mercado interno o los que se exportan.
Las divisas que ingresan a la Argentina subvencionan esas importaciones para beneficio de las multinacionales del sector automotriz. En el 2015 se calculaba que el déficit para todo el año llegaría a los 2.570 millones de dólares. Al precio actual del dólar estamos hablando de cerca de 41.000 millones de pesos, más que los 30.000 millones que durante tres años subvencionarán a los trabajadores de la Economía Social.
A esto se podrían sumar los Repro, ayuda salarial que recibieron algunas terminales, como PSA, para cubrir salarios de trabajadores suspendidos o los préstamos que recibió la General Motors durante el gobierno de CFK.
Por otro lado, la destrucción paulatina del sector autopartista ha llevado a que la integración de los productos de fabricación nacional en los vehículos producidos en el país llegue a menos del 30%. Vale recordar que en la Argentina era obligatorio, hasta el año 1976 que integración fuera del 80%. Este proceso ha llevado la dependencia a niveles como en muchas décadas no habíamos visto. Una de las características del modelo macrista es profundizar esa dependencia en perjuicio de la producción nacional.
El papel de la dirección de la UOM
El secretario de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y hasta no hace mucho jefe de la CGT oficialista, en el 2013 ocultó la suspensión de medio millar de empleados en Peugeot, para beneficio de CFK, que pudo afirmar “A pesar de la crisis, la industria automotriz no ha tenido ni un solo despedido”. En el 2015 Caló avaló unas paritarias para esta empresa con un 27,8% de aumento que recién ingresó a los salarios básicos de convenio a partir de enero de 2016. Podríamos seguir dando ejemplos, como lo hicimos en una reciente nota. Emfer, Bosch, Mahle, Paraná Metal, con CFK y ahora con Macri Bangho, los despidos en Tierra del Fuego, no hubo más que medidas simbólicas, inútiles para defender el trabajo y el salario de los metalúrgicos, por eso reafirmamos la propuesta del PCR de recuperar para el clasismo los cuerpos de delegados y las comisiones internas en los principales centros de concentración obrera.
Hacia el paro del 6 de abril
La movilización del 7 de marzo demostró la bronca creciente de los trabajadores por el agravamiento de la crisis como consecuencia de la política macrista. El paro es una necesidad que, a pesar de las vacilaciones de un sector de la CGT, se pudo imponer desde abajo, y es justo decirlo también, con el empuje de un sector de gremios que lo vienen proponiendo desde hace tiempo, desde la propia CGT y desde las CTA y de los movimientos sociales de la economía popular.
Macri y Cristina quieren reducir los justos reclamos de los trabajadores a su disputa electoral, uno es funcional al otro y ninguno a los intereses de nuestro pueblo. Cómo no vamos a tener razones para reclamar otra política, basta saber que, para “una importante fábrica de electrodomésticos” se presentaron hace pocos días, para 20 puestos de trabajo por $12.500 de salario bruto, 7.102 postulantes.
Los trabajadores metalúrgicos
Los metalúrgicos debemos manifestar nuestra bronca el 6 de abril y garantizar el paro desde cada fábrica, desde cada sección, buscando las formas democráticas para garantizar que sea discutido y llevado adelante por todos los compañeros.
No es, ni fue, ninguna garantía la actual dirección sindical de la UOM para frenar la crisis que Macri nos quiere hacer pagar a los trabajadores y al pueblo. Ya de poco sirve cargar las culpas sobre la nefasta herencia kirchnerista. El rumbo entreguista de la política del gobierno ha profundizado el hambre, la desocupación y la destrucción de la industria nacional, por eso nuestros reclamos son reivindicativos y son políticos, en defensa de nuestros intereses de clase:
- Asamblea por fábrica o por sección para garantizar la masividad del paro.
- Discutir una propuesta para las próximas paritarias que nos permita recuperar lo perdido por la inflación que garantice un salario mínimo de $20.000 en camino al valor de la canasta familiar.
- Reducción de la jornada de trabajo sin rebaja salarial.
- Basta de despidos y suspensiones.