La tragedia del asesinato de Agustín, el nene de 5 años que murió a causa de los golpes de su padrastro y la decisión del Ministerio de Educación de la Ciudad de iniciar un sumario y separar a sus docentes fueron un punto de inflexión que tuvo como respuesta un masivo paro docente. Fue una jornada de lucha masiva contra la violencia que unió el pedido de justicia por Agustín con la defensa de la escuela pública: “Ni un pibe más asesinado” y “Si tocan a uno nos tocan a todos” en solidaridad con las docentes fueron las consignas más escuchadas.
El lunes 13 se organizaron abrazos en decenas de escuelas donde participó toda la comunidad educativa, incluidos padres y alumnos. El miércoles 15 la marcha de miles de guardapolvos que abrazaron el JIC Nro. 2 de Flores contó con la presencia de los tíos de Agustín y el papá de 2 hermanitos del barrio que murieron durante el incendio de un taller clandestino pocos meses atrás. Fue un acto contundente y muy emotivo. Porque antes de Agustín hubo muchos casos de alumnos asesinados no sólo por violencia familiar sino por las mafias de la droga, la policía del gatillo fácil y las condiciones precarias de vivienda y de salud.
Por eso la muerte de Agustín es una muestra más del fracaso de la política macrista en educación. Una política que deja a las escuelas sin gabinetes psicopedagógicos de tiempo completo y con Equipos de Orientación Escolar (EOE) con muy pocos profesionales ante una demanda de atención que es cada vez mayor. Una política que desarma los organismos de acompañamiento a los chicos y chicas fuera de la escuela y deja a los docentes sin referentes externos con quienes trabajar. Una política que no le da prioridad a los alumnos de las escuelas públicas para atenderse en el sistema público de salud. Y que implementó una inscripción a través de internet que aleja a las familias de la escuela que eligieron para sus hijos.
Para ocultar estas consecuencias de su política contra la escuela pública, el ministro de Educación Esteban Bulrrich pretendió inculpar a la maestra y la directora del jardín donde asistía Agustín. Por eso las sumarió y separó de sus cargos incluso a pesar de que la Junta de Disciplina determinó que no había razones que fundamentaran la sanción. Frente a esta situación las y los docentes de la ciudad gritamos ¡basta! Y nos organizamos junto a toda la comunidad del JIC N° 2 de Flores, a través de los gremios o de los docentes que se autoconvocaron, peleando todos juntos por justicia para Agustín, para que restituyan inmediatamente a las docentes en sus cargos y exigiendo políticas públicas que atiendan la problemática psicosocial que existe cada día en cada escuela de nuestra ciudad. Hasta lograrlo vamos a seguir en las calles, luchando por defender la escuela pública.