Hace poco tiempo, con motivo del Día de la Soberanía, la presidenta Cristina Fernández realizó una justa reivindicación de la Batalla de la Vuelta de Obligado, donde las tropas criollas enfrentaron a las flotas inglesas y francesas que remontaban el río Paraná, el 20 de noviembre de 1945. Lo que le criticamos fue que junto con eso, hiciera una “reivindicación en bloque de Juan Manuel de Rosas” (ver “Utilizando la justa reivindicación de la Vuelta de Obligado, Cristina entroniza a Rosas”, hoy, número1396).
Ahora, en su discurso del 25 de enero, habló de la recuperación y la guerra de Malvinas como “hechos que fueron protagonizados por la dictadura” y “una guerra suicida para chicos que no estaban preparados”. ¡Como si la dictadura militar de 1982 hubiera sido muy diferente a la de Rosas en 1845, y como si para reivindicar la heroica gesta de Malvinas frente a la agresión del imperialismo inglés, fuera necesario reivindicar a la dictadura!
Más allá de quienes ocupaban los gobiernos en esos momentos de nuestra historia, de quienes condujeran las guerras entonces y de sus resultados, eso no quita la justeza de esos “hechos” en los que las tropas argentinas, acompañadas por el pueblo y todos los verdaderos patriotas, enfrentaron al colonialismo inglés en la Vuelta de Obligado y al imperialismo inglés en la Guerra de Malvinas. Embellecer a quienes nos gobernaban en uno u otro caso o sembrar dudas acerca de su legitimidad por quienes condujeron esas batallas no lleva sino a justificar a los agresores, que dijeron hacerlo porque nos gobernaban dictaduras o por “problemas internos”, y no para imponer sus designios colonialistas o imperialistas. Como ahora pensar que los ingleses envían al principito y los buques de guerra por simples problemas internos, y no como una reafirmación de su política imperialista para reforzar su control sobre el Atlántico Sur y su proyección Antártica, en un mundo donde crece la disputa interimperialista. Por eso hoy más que nunca debemos reivindicar esos hechos que muestran, en esas difíciles coyunturas, la disposición de nuestro pueblo de pelear por la libertad y soberanía de la patria, como ocurrió también en la guerra contra los colonialistas españoles. Nos oponemos a la guerra sin olvidar que la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios y que si no nos preparamos también para ello, ni la política ni la diplomacia (como parte de ella) podrán resultar exitosos.