Primero se conoció el asesinato de Tyre King, de 13 años de edad en Ohio, Columbus, luego el escalofriante video del fusilamiento de Terence Crutcher, de 40 años, en Tulsa, Oklahoma, a manos de la oficial de policía Betty Shelby. Pocos días después Keith Lamont Scott, de 43 años y padre de siete hijos, fue asesinado en Charlotte, Carolina del Norte.
Primero se conoció el asesinato de Tyre King, de 13 años de edad en Ohio, Columbus, luego el escalofriante video del fusilamiento de Terence Crutcher, de 40 años, en Tulsa, Oklahoma, a manos de la oficial de policía Betty Shelby. Pocos días después Keith Lamont Scott, de 43 años y padre de siete hijos, fue asesinado en Charlotte, Carolina del Norte.
En esta última ciudad durante varios días se sucedieron manifestaciones, cortes de autopista y saqueos en varios puntos. La brutal represión policial se cobró otra muerte, y el gobernador dispuso el “estado de emergencia” y el despliegue de la Guardia nacional.
En el caso de Crutcher se ve en el video cómo éste camina con los brazos en alto hacia su camioneta seguido por Shelby, que le apunta con su pistola le dispara, flanqueada por otros dos uniformados.
Con estos asesinatos la cifra de muertes, según fuentes gubernamentales, llega a “por lo menos” 214. Esto en momentos que el deterioro de las condiciones de vida en Estados Unidos es creciente. Cerca del 15% de la población vive bajo la línea de pobreza. Son 46,7 millones de habitantes.
En Charlotte, las primeras manifestaciones volvieron a imponer la consigna “Black lives matter” (“las vidas negras importan”) y se vuelve a extender nacionalmente el repudio a una ola de asesinatos policiales principalmente contra negros y latinos.
En Charlotte, un sector organizado en el “Levantamiento de Charlotte”, que está motorizando las manifestaciones callejeras, sacó un pliego de demandas, que comienza reclamando el inmediato fin del estado de emergencia y el toque de queda, y el retiro de la Guardia nacional. Plantean la “desmilitarización” de la policía que aumenta día a día su presupuesto, y el destino de esos fondos al financiamiento de “las necesidades de nuestra comunidad”, enumerando programas de empleo, beneficios en el transporte, becas educativas, condiciones de vivienda digna, etc.). Reclaman, además, una investigación independiente de los asesinatos, así como la separación inmediata de todos los policías involucrados en los asesinatos y en la represión.
Obviamente, estos casos y la reacción popular están causando gran preocupación en las clases dominantes yanquis, más aún en las jefaturas de campaña de Donald Trump y Hillary Clinton, a poco más de un mes de las elecciones presidenciales.