Ante la sostenida demanda de dólares, que antes se atribuía al “clima preelectoral” (pese a que el resultado de las elecciones estaba prácticamente “cantado” desde agosto), el gobierno de Cristina Fernández se ha visto obligado a tomar una medida que en lo inmediato puede permitir un mayor ingreso de dólares al mercado, sin verse obligado a liquidar tantas reservas para sostener su precio. Se trata de un decreto que obliga a los monopolios imperialistas mineros y petroleros a vender en el país todas las divisas que obtengan por sus exportaciones (ventas al exterior), al igual que ocurre con las demás operaciones de exportación. Esta medida de ninguna manera va a frenar el drenaje de dólares sino que va a hacer que esos monopolios imperialistas tengan que pasar por el mercado de cambios con el mismo costo que los otros: los centavos de diferencia entre el dólar comprador y el vendedor que quedan como ingreso para las casas de cambio o bancos que intermedian la operación. Como lo reconoció la propia Barrick Gold para “tranquilizar” a sus inversionistas.
Esas excepciones que venían desde la época del menemismo, anuladas por el propio Cavallo con De la Rúa ante la crisis en 2001, y que fueran reimplantadas por decretos de Duhalde en 2003 y de Néstor Kirchner en 2004, permitían a las mineras disponer de la totalidad de las divisas de sus exportaciones, sin la obligación de ingresarlas y negociarlas en el mercado de cambios, mientras que las petroleras solo estaban obligadas a hacerlo en un 30%.
Más dólares al mercado cambiario
Las exportaciones mineras sumaron el año pasado unos 4.000 millones de dólares y las petroleras (crudo y derivados) unos 3.600 millones. Pero parte de las divisas obtenidas por esas exportaciones ya se liquidaban en el mercado local para las operaciones en el país, poco en el caso de las mineras y más en las petroleras, que aparte de la obligación del 30% tienen que pagar retenciones móviles en particular en el caso de las exportaciones del petróleo crudo. Por lo que se estima que la eliminación de esas excepciones implicará un ingreso adicional al mercado de cambios de entre 3.000 y 4.000 millones de dólares anuales. A esto se agregaría (por única vez) el ingreso al mercado de divisas de una parte de los 2.000 millones de dólares de inversiones que las empresas aseguradoras tienen fuera del país, al obligárselas que tengan todos sus fondos en el país con las excepciones que autorice la Superintendencia de Seguros, dentro del amplio margen que implica que “el total de inversiones y disponibilidades en el exterior de las entidades reaseguradoras no podrá exceder, en ningún caso, el 50% del capital a acreditar” (siempre es bueno leer la letra chica de los decretos).
De todas maneras estas medidas, que en el caso de las mineras y petroleras implicarán un aumento en la oferta de dólares a través del sinceramiento de la balanza comercial (lo que figura como exportaciones ahora será igual a lo que ingresa en dólares al mercado de cambios), no resuelven el tema del achicamiento del superávit comercial (por el aumento de las importaciones) ni revertirán la tendencia al déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Pues no se toman medidas, ni inmediatas ni de fondo, para evitar el creciente saldo negativo de los servicios (en particular de fletes, seguros y regalías) y sobre todo de las llamadas rentas de inversión, por las salidas por pagos de intereses y remesas de utilidades y dividendos que realizan los monopolios imperialistas en el país, que en 2010 sumaron 2.751 millones de dólares y 7.160 millones respectivamente (ver “Se achica el superávit externo”, hoy número 1382). A esto se agregan las salidas en la cuenta capital y financiera del balance de pagos que pasó de superavitaria en 2010 a fuertemente negativa en 2011, como parte de la llamada “fuga de divisas” o “dolarización de activos”.
El gobierno está haciendo gran alharaca con intensificar los controles para evitar que esa fuga no sea “ilegal”, pero es necesario tomar algún tipo de medidas inmediatas para que en la crisis las empresas imperialistas suspendan el envío de sus utilidades y dividendos a sus casas en el exterior y las reinviertan en el país, que es dónde se producen. Como acaba de hacer el Banco de Inglaterra con el español Banco Santander. Además es necesario en lo inmediato eliminar todas las franquicias impositivas, que en el caso de las mineras imperialistas son aberrantes –como también en el sector financiero–, luchando por la recuperación del patrimonio nacional y la nacionalización del comercio exterior, que es lo único que puede evitar que lo que se produce en el país se vaya a través de los pagos de intereses o de remesas de utilidades y dividendos por los monopolios imperialistas.
Esto implicaría un verdadero cambio en la política del gobierno kirchnerista, pues es con ésta que se ha mantenido y ampliado la dominación imperialista en los sectores de mayor dinamismo de la economía, entre los que sobresale el automotriz (no hay ninguna terminal de capital nacional), el complejo oleaginoso y las exportadoras de granos y aceites, la minería y las telecomunicaciones, lo que explica el creciente giro al exterior por “rentas de inversión”, es decir, utilidades y dividendos e intereses por “préstamos entre empresas” (ver “Deuda pública y deuda externa”, hoy número 1391).