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03 de June de 2015

Ezequiel Conde es secretario gremial de La Alameda y miembro de la cooperativa textil SOHO. Desde hace algo más de un año, 20 ex trabajadores de la empresa constituyeron la cooperativa que hoy administra una de las marcas más importantes del país.

“Nadie le pone un freno, por eso avanza el trabajo esclavo”

Mafias complotadas con el Estado en fábricas y talleres textiles

 SOHO antes de ser una cooperativa llegó a tener algo más de 40 locales propios a nivel nacional y 35 franquicias. Tenía producción propia en una fábrica con 98 trabajadores que cortaban y diseñaban pero no cosían. Eso se tercerizaba. 

 SOHO antes de ser una cooperativa llegó a tener algo más de 40 locales propios a nivel nacional y 35 franquicias. Tenía producción propia en una fábrica con 98 trabajadores que cortaban y diseñaban pero no cosían. Eso se tercerizaba. 
Con la conformación de la cooperativa hubo cambios en esta fábrica ubicada en la zona de Villa Urquiza (CABA). Hoy hacen allí todo el proceso: cortan, cosen y donde antes estaba la cochera ahora hay un local venta al público. “Todos los de la cooperativa cosemos, porque ese es el cuello de botella de la industria. Podés cortar de a 100 telas juntas, pero coser, una por vez” explica Ezequiel. Y como suele pasar en las fábricas recuperadas, ya no es sólo una fábrica. También tienen un bachillerato popular. 
Donde están las máquinas de coser, un póster del Papa Francisco y en la oficina donde Ezequiel me da la entrevista, una foto enmarcada de Bergoglio sosteniendo una remera de SOHO Coop.
Mucho cambió en la fábrica que antes pertenecía a Nelson Sánchez Anterinom. En este proceso La Alameda, la ONG que combate el trabajo esclavo, tuvo un rol fundamental.
 
—¿Cómo fue empezar a trabajar en SOHO? 
—Yo entro en 2007. Una situación de precariedad. El sueldo era mensual pero cobrábamos el 16, 17 o 20, si cobrabas. Si no te lo pasaban al mes siguiente o te pagaban con ropa. El aguinaldo siempre se pagaba en ropa. Muchas veces no había agua, ni productos de limpieza, ni herramientas de seguridad. Del convenio no te respetaban nada. Si pedías ART o reclamabas obra social te echaba. 
 
—¿Cómo era la relación con el dueño?
—Había una persecución muy fuerte. Un tipo muy chiflado. Vivía tomando merca. Abusivo al nivel de ir a un local en pedo y tocarle las tetas a la empleada. De entrar en el depósito y patearte las cajas de la ropa. Y vos veías las cajas volar por los aires desparramando la ropa después de estar 6 horas acomodándolas. Un hijo de puta.
 
—¿Cómo arrancó tu relación con La Alameda?
—Cuando empecé a laburar, yo conocía la asamblea de Villa Pueyrredón. Ahí cuento como era acá. Que se hacía todo menos costura que se hacía afuera y lo traían unos bolivianos que contaban: “Tengo dos monitos. Uno que trabaja durante la noche hasta que el otro se despierta a la mañana y lo reemplaza”. Todo muy alevoso. En la Asamblea me dicen “hablá con Gustavo de La Alameda”. 
  Le cuento a Gustavo la situación y encaramos una investigación en conjunto. Nosotros íbamos sacando de acá todo lo que podíamos para presentar en la Justicia y como ellos ya venían investigando aportaron lo que tenían y al poco tiempo hacemos la primera denuncia penal. Eso nos permite después volar a la interna del sindicato que era cómplice del patrón y ganarla nosotros.
 
—Si ustedes conocían las condiciones de los talleres, el dueño de la fábrica, también.
—Con el que era el dueño de SOHO es para hacer el libro del pequeño mafioso ilustrado. El tipo estaba vinculado a la trata de personas por el tema de los talleres, pero también con el prostíbulo Black de Recoleta, que es propiedad de Alberto Fernández (homónimo del ex jefe de gabinete, pero sin ninguna relación), que viajó con la comitiva presidencial a Angola hace unos años, socio del ex dueño de SOHO y de Fabián Gutiérrez, ex secretario presidencial que además era parte del negocio (también junto al ex dueño de SOHO) con la concesionaria Machines, investigada por beneficiarse con autos de lujo traficados con licencias diplomáticas. 
 
—¿De qué forma era socio?
—El tipo guardaba acá (en la fábrica) un Porsche y una Hummer, y le descubrimos después, un galpón con 20 autos alta gama a nombre de la empresa. Era un mix: en Black vendían falopa, tráfico de influencias y trata de personas.
 
—Pero eso es mucho 
¿Cómo se sabe todo eso?
—Todo sale a la luz con Karina, una chica que se escapa (de Black) hace unos años y cuenta como la recagó a palos la policía ahí adentro. Todo porque no quiso entrar en el negocio de la falopa. Ella termina diciendo “Antes era billetera mata galán, ahora es bolsita mata billetera”. Porque ahora los que manejan todo son los narcos. Se distribuyen la zona y el tráfico de influencias con jueces, policía, políticos. Así funcionan Black y Madaho, los dos prostíbulos más importantes de Recoleta. Está todo mezclado.
 
—¿Con cuántos talleres  trabajaba SOHO?
—Con 120 más o menos. Calculá, eran 300 costureros en total. Tenías acá 30 cortadores. Es una bestialidad 30. Pensá que por cada cortador son 20 costureros aproximadamente. Y cada taller tiene entre cuatro y quince costureros.
 
—¿Siempre se mezclan los negocios turbios?
—La mafia funciona así. Todos los talleres peruanos de Marco Antonio Estrada González en 1-11-14, eran talleres clandestinos donde además cocinaban falopa. Con la ropa lavaban el dinero de la falopa y andá a saber qué más. Es un entramado que van armando en función de los negociados y la necesidad de lavar guita. 
 
—¿Quién es Estrada González?
—Estrada González es un tallerista que denunciamos con La Alameda y la Secretaría de Derechos Humanos de la CGT que encabeza Julio Piumato. Es un mix. Los vicios se complementan. 
 
—¿Todas las marcas usan talleres clandestinos?
—No tenemos pruebas, pero si yo te tengo que contestar, te digo sí. ¿Por qué? Porque pueden blanquear la cadena y no lo hacen. El INTI llamó a regular de forma optativa, a todas las empresas, inclusive a los ministerios. 
 
—¿Cómo sería eso?
—El INTI invita a que declaren su lista de proveedores. 
 
—¿Y qué pasó?
—No se presentó ninguna. Ni siquiera el Estado. Los ministerios: ¿Dónde hacen los guardapolvos, uniformes, sábanas? El único que aceptó auditar fue Defensa con Nilda Garré que igual pidió un plazo de seis meses antes de la auditoria para regularizar todo. Después cambió de ministro, vino Rossi, después no sé qué y ahora dicen que le compran todo a China… Ya fue… 
 
—Entonces no hay control.
—Nadie les pone un freno. Y acá el problema es económico también, no es sólo una cosa de buenos y malos. Si a la marca con la que competís le sale 50 centavos una remera y a vos te sale 3 pesos… Bueno, te vas a fundir. Esa es la explicación que dan ellos. Hasta diseñadores buena onda que quieren el comercio justo, te tratan de convencer de que si no usan los talleres clandestinos no pueden competir. Que al final no es totalmente cierto porque tenés una gama de diseñadores o pequeñas marcas que hacen toda su cadena en cooperativas o talleres registrados y la verdad que laburan. Por ahí con un mercado más acotado. 
 
—¿Hay algún ejemplo con marcas que compitan en primera?
—Sportech, el principal proveedor de Puma, Adidas y Nike; que en 2006 tenían 145 talleres, todos en gris. Mitad en negro, mitad en blanco. Porque en general la marca ¿qué hace? Le da el laburo a una fábrica y la fábrica hace el trabajo sucio de mandar a los talleres clandestinos. SOHO era distinto, el tipo hacia el vínculo directo. Otros son más sutiles. Muchas marcas mandaban a Sportech que con 50 costureros eran proveedores de Adidas, Nike, Le Coq Sportif, Topper y otras. Un dato es que uno de los gerentes de Le Coq era asesor de Legal y Técnica de Mauricio Macri.
Con eso se armó un quilombo descomunal, porque “Ropa Limpia” que es una ONG que labura en España con algo muy parecido a lo que nosotros hacemos acá, dijeron: “Miren lo que pasa con Puma en Argentina”. Entonces vinieron medios españoles a cubrir lo que pasaba. Se armó un quilombo tan grande que Puma levantó el teléfono y les dijo: “Si no blanquean todo, cambiamos de proveedor”. Entonces tuvieron que blanquear todo. Desde ese momento metieron todo adentro. Hoy son 270 laburantes y el tipo no para de crecer. 
 
—¿Es falso lo que dice Jorge Castillo, de La Salada, que la única forma de competir es trabajar con este tipo de talleres.
—Totalmente. El caso de Sportech es claro. Está todo en blanco y sigue ganando, no se fundió. Es más, no para de crecer. El delegado de la fábrica es compañero nuestro así que lo sabemos de primera mano. Mirá, legalizando todo el proceso, en La Salada, podrían vender un 45% más barato que en cualquier shopping.
 
—¿En el Estado no hay nadie que controle?
—El Estado está presente, pero de forma corrupta. Acordate en 2009: (Alfonso) Prat Gay caminado por La Salada, diciendo “qué divino, qué lindo”. Esa mafia banca al ARI, al PJ y a la UCR. Ponen huevos en todas las canastas, y no es un tema de color. Vos tenés en Mendoza (radicales) el trabajo esclavo de niños, principalmente en el sector agrario y el narcotráfico avanzando en los principales poblados. En Rosario (socialismo), que últimamente es más que público lo que pasa ahí. Y después en Capital (macrismo) y Gran Buenos Aires con el PJ (kirchnerismo y massismo), donde por ejemplo todo el mundo sabe dónde se hace y se vende la droga, pero no se hace nada. Lo mismo pasa con los talleres clandestinos. Bueno, ahí tenés todas las puntas.