Llegamos a este 9 de Julio en medio de la lucha contra la política del gobierno de Milei, que sostenido por el sector más reaccionario del bloque de las clases dominantes, pretende hundir a nuestra patria en la más absoluta dependencia del imperialismo.
Este 9 de julio denunciaremos las intenciones del gobierno de usar esta fecha patria para avanzar en un pacto entreguista y hambreador que sólo traerá más pobreza, desocupación y entrega de la soberanía.
Reivindicaremos la Declaración de la Independencia de 1816, donde las grandes potencias se disputan abiertamente el control de los países y mercados y nos acercan peligrosamente a una nueva confrontación militar abierta.
El 9 de Julio de 1816
La revolución que instauró el primer gobierno patrio en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, como parte de las revoluciones que terminaron el dominio colonial en Hispanoamérica, pasaba en 1816 uno de sus momentos más difíciles, ya que el rey de España, Fernando 7°, había sido restaurado en el trono, con el apoyo de la Santa Alianza de los imperios más reaccionarios de ese momento (Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia). Y aquí, en Sud América, los ejércitos realistas españoles, superiores en formación militar habían derrotado a los patriotas en Chile, en Venezuela y en Colombia, mantenían el Perú y avanzaban hacia el Noroeste argentino por el Alto Perú (hoy Bolivia), frenados solo por las heroicas guerrillas, como las dirigidas por Güemes en Salta y Jujuy, y Arias, Arenales, Warnes, Muñecas, Padilla, Juana Azurduy, los caciques Titicocha, Cáceres y Cumbay, y tantos otros en el Alto Perú.
En estas circunstancias, cuando parecía imposible que la revolución pudiera sostenerse en las Provincias Unidas del Río de la Plata, fue que desde Cuyo San Martín escribía a los congresales en Tucumán: “Pensemos en grande, y si la perdemos, que sea con honor”. No era un voluntarista, porque veía que la revolución podía triunfar apelando a las reservas patrióticas del pueblo y armando sus ejércitos en particular con esas masas explotadas y oprimidas, principalmente indígenas y mestizas, que se habían alzado contra el régimen colonial-feudal y venían protagonizando heroicos combates, aplastadas y derrotadas muchas veces, pero cuyas luchas habían abierto el camino a la primera revolución en nuestros países latinoamericanos.
Así, el 9 de julio de 1816, en el Congreso reunido en la ciudad de San Miguel de Tucumán (que no incluyó en su seno a representantes de Santa Fe, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Banda Oriental, que formaban parte de la Liga de los Pueblos Libres liderada por José Gervasio Artigas), “los representantes de las Provincias Unidas en Sud América”, declararon “a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los vínculos violentos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando 7°, sus sucesores y metrópoli”.
“Libres de España y de toda otra dominación extranjera”
También en esas difíciles circunstancias había quienes pensaban que era imposible independizarse de España, sin recurrir al “protectorado” de alguna otra potencia europea. Por eso, el 19 de julio, en sesión secreta, los congresales debatieron y resolvieron agregar a la fórmula del juramento, a hacerse el 21 de julio: “y de toda otra dominación extranjera”. Con este agregado salieron al cruce de las intrigas de las distintas potencias que operaban aquí a través de sus “amigos” en la aristocracia terrateniente y comercial criolla, disputándose entre ellas el dominio de Latinoamérica en reemplazo de España. La firmeza de los verdaderos patriotas cerró paso a esas maniobras, permitiendo que se utilizara también esa disputa a favor de la lucha por la independencia.
Conocida la resolución del Congreso de Tucumán, a fines de julio Artigas le recordó al nuevo director supremo Pueyrredón: “Hace más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia… Lo hará V. E. presente al soberano Congreso para su superior conocimiento”.
Así se pudo triunfar
La guerra de guerrillas de los pueblos de Salta, Jujuy y del Alto Perú, la independencia de Paraguay liderada por Gaspar Francia, y el curso de la revolución en la Banda Oriental, encabezada por Artigas, permitieron mantener la independencia declarada en Tucumán y cubrieron la espalda de San Martín.
San Martín, apoyándose principalmente en los pueblos de Cuyo, pudo así conducir la epopeya histórica de construir el Ejército de los Andes, cruzar la Cordillera en un viaje que duró más de un mes (de principios de enero a comienzos de febrero de 1817), derrotar a los realistas en los campos de Chacabuco y Maipú, y posteriormente, con el apoyo chileno, y ya con la oposición de la oligarquía bonaerense, pudo llegar por mar a Lima y contribuir a la independencia del Perú.
Así, tras la prolongada y heroica guerra que duró hasta la derrota de los españoles en los campos de Junín y Ayacucho, en Perú en 1824, y la batalla de Tumusla en Bolivia en 1825, se logró la independencia en Sud América.
Un nuevo vasallaje
En este proceso, como marca el Programa de nuestro Partido: “La hegemonía de los terratenientes y grandes mercaderes criollos hizo que fuera una revolución inconclusa: no se resolvieron las tareas de la revolución democrática, principalmente las tareas agrarias. Cuestión que aflora en todas las luchas posteriores y que aún hoy, entrelazada con la nueva cuestión nacional y social en esta época del imperialismo y la revolución proletaria, sigue sin resolverse”.
Los gobiernos hegemonizados por la aristocracia terrateniente y comercial criolla se embarcaron en guerras civiles y con los países hermanos para mantener sus latifundios y privilegios, endeudaron al país en empréstitos leoninos y lo sometieron a la dependencia de los imperialistas que se disputan el dominio del mundo.
Una y otra vez, a lo largo de nuestra historia, con heroicas luchas y memorables levantamientos contra el régimen oligárquico imperialista, el pueblo argentino demostró su voluntad de querer ser libre e independiente. En esa lucha los trabajadores y el pueblo, y los sectores patrióticos y democráticos, lograron importantes conquistas, pero también sufrieron duras derrotas. Parte de ese proceso, en lo que hace a la independencia nacional, fueron el proyecto de nacionalización del petróleo por el yrigonenismo en 1929 y la declaración de la independencia económica por el gobierno de Perón en 1947, también un 9 de julio en San Miguel de Tucumán.
Pero la reacción oligárquica instaurada a sangre y fuego en septiembre de 1955 y los gobiernos serviles posteriores, con breves respiros democráticos interrumpidos por dictaduras militares (como las de Onganía a Lanusse, de 1966 a 1973, y las de Videla a Bignone, de 1976 a 1983), masacrando al pueblo restauraron plenamente el poder del Estado oligárquico imperialista, sometieron el país a condiciones de vasallaje con las distintas potencias imperialistas, entregaron las riquezas fundamentales e impulsaron de nuevo el endeudamiento hasta poner al país en una situación de dependencia peor a la que se vivió con la crisis de 1930 y la llamada década infame. Las bandas proimperialistas y oligárquicas disputan entre ellas por ver quien saca la mejor tajada, pero acuerdan en el ajuste al pueblo, la entrega, la usura y la represión para sostener esta política.
Por una nueva y verdadera independencia
Más de 200 años después de la Declaración de Independencia, seguimos la pelea por liberarnos de las cadenas del latifundio terrateniente y la dependencia de las potencias imperialistas.
Hoy, en la lucha cotidiana por torcerle el brazo a la política de hambre, entrega y represión del gobierno de Milei, trabajamos por la más amplia unidad multisectorial para conquistar otro gobierno y otra política.
En ese camino y con este objetivo peleamos para el crecimiento de nuestro PCR y su JCR, para que sean herramientas fundamentales para que la clase obrera pueda jugar un papel decisivo en el frente único con los demás sectores del pueblo y todas las fuerzas democráticas y antiimperialistas.
Al calor de las luchas en las que participamos, de los frentes que formamos parte, y de cada una de nuestras actividades, reafirmamos la necesidad de una revolución de liberación nacional y social en nuestra patria, hermanados en la lucha liberadora con todos los países de la Patria Grande.
Foto: Acta del 9 de Julio de 1816 (copia impresa en 1833)
hoy N° 2016 03/07/2024