Repudiamos los dichos de la ministra de educación de la ciudad, Soledad Acuña: “A dos años de la pandemia, es muy tarde para ir buscar a los chicos que dejaron la escuela, seguramente ya están perdidos de un pasillo de la villa o ya cayeron en actividades del narcotráfico, o tuvieron que ponerse a trabajar.”
Entendemos sus palabras como un grave acto discriminatorio y ofensivo hacia las infancias populares. Realmente sorprende el odio de clase que destila en unas pocas frases, por un lado vinculando prejuiciosamente la pobreza con el narcotráfico, y por otro brindando un mensaje de desesperanza: “Ya es tarde para irlos a buscar”. Lamentablemente sus dichos son coherentes con su política de desfinanciamiento educativo y de fragmentación de la educación, ya que para todo el macrismo, la educación es un valor que se paga, y a la escuela pública caen los pobres, ni siquiera todos.
¿Qué responder? El mensaje es tan atroz que hasta es costoso pensar una única respuesta, aunque fueron innumerables las expresiones de repudio de diferentes sectores. Podemos empezar recordando cuestiones elementales: que la educación pública primaria es obligatoria desde el año 1884, que la educación secundaria es obligatoria desde el año 2006, y en ambos casos es el Estado argentino el que debe garantizarla, -es decir, la responsabilidad le toca enteramente a la ministra-. Que nuestro país es el que más matrícula escolar mantiene en toda Latinoamérica, que nuestro pueblo tiene la tradición de apostar a la educación, y que la escuela pública siempre recibe a los pibes que deciden volver a estudiar, los busca y los abraza, tengan la edad que tengan. Que existe un vínculo entre las escuelas y la comunidad que quieren romper y no lo logran.
Ya describimos muchas veces los enormes esfuerzos que hicieron las familias más golpeadas por los ajustes en la Ciudad de Buenos Aires, para mantener la escolaridad de los niños y jóvenes en tiempos de cuarentena. Describimos la lucha de los docentes por volver a una escuela que los reciba en condiciones.
El pueblo de esta ciudad viene sufriendo la consecuencia de sus políticas que esconde las emergencias sociales y favorece los negocios inmobiliarios, a punto tal de que Larreta no duda en mandar topadoras para echar como perros a quienes pelean por un techo en el Barrio 31. En este barrio y en los más humildes de la Ciudad, ya conocen el desprecio que destila la ministra, por eso en estos barrios pierden las elecciones, y además, se responde con organización y lucha, como lo hizo el Comité de Crisis del Barrio 31, como hicieron las mujeres de la toma Fuerza de mujeres, como lo hacen las familias de la escuela Indhira Ghandi que rechazan el traslado del edificio.
Lo peor de todo esto es que los famosos dichos fueron en contraposición a las políticas públicas que se vienen planteando a nivel nacional, que hasta ahora no estarían resolviendo la desigualdad educativa, pero que expresan mejores reflejos respecto a la realidad social: el plan Progresar, el plan Fines, y el plan Conectar igualdad, que buscan activamente recomponer las trayectorias educativas en todos los niveles y equiparar el acceso al conocimiento mediante la tecnología.
Es necesario que estas últimas sean las políticas que se profundicen, y vayan acompañadas de mayor inversión educativa en todo el sistema, de un plan de infraestructura que repare, mantenga y abra escuelas donde hagan falta, que las obras sean controladas por la comunidad educativa, que se garanticen las vacantes que faltan, que se garantice el acceso a la jornada completa a todos los que la necesitan, que se garantice alimentación de calidad en los comedores escolares, equiparar salarios y derechos a todos los docentes de los programas socioeducativos que colaboran en acompañar diversas trayectorias escolares, incluyendo al sistema educativo a los centros de primera infancia. En síntesis, exigimos menos prejuicios y más políticas públicas para sostener la educación de todo el pueblo.
Señora ministra, ya nos tiene hartos con su falta de respeto, es usted quien debe volver a educarse. Hágalo, ya que nunca es tarde para volver a la escuela.
Corresponsal
Hoy N° 1898 26/01/2022