En un nuevo ataque contra los derechos de los trabajadores y los sectores más humildes de nuestra sociedad, el gobierno de Milei ha decidido cerrar el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enohsa). El Enohsa, como denuncian sus trabajadores “gestiona y financia proyectos clave para asegurar el acceso al agua potable y a sistemas de cloacas en todo el país, especialmente en regiones vulnerables donde el sector privado no suele invertir”.
Este cierre no sólo representa un retroceso colosal en la construcción de un país más justo, sino que pone en peligro la salud y la dignidad de millones de compatriotas.
El acceso al agua potable y a servicios de saneamiento no es un lujo, ni un capricho de los poderosos. Es un derecho humano elemental que el Estado tiene la responsabilidad de garantizar para todos los habitantes de la República. Cuando se priva a una población de estos servicios esenciales, se abre la puerta a enfermedades, epidemias y a un deterioro acelerado de las condiciones de vida, sobre todo en las zonas más desfavorecidas. Las familias sin acceso a agua potable son más vulnerables al cólera, la diarrea infantil y otras enfermedades que podrían evitarse con una infraestructura adecuada.
El Enohsa ha jugado un rol fundamental en la implementación de políticas de saneamiento a lo largo y ancho de la Argentina.
El gobierno se apoya en la corrupción e incapacidad de gestión del administrador y subadministrador de Enohsa. Además de los casos de corrupción de Bartolomé y Vicente Heredia, administrador y subadministrador, las mujeres dentro del organismo sufren acoso constante, y hay maltrato a los trabajadores.
El panorama es aún más desolador cuando observamos la estructura salarial del Enohsa. Los profesionales que dedican su vida al servicio del pueblo reciben sueldos bajos, mientras que los “asesores”, muchos de ellos jóvenes estudiantes sin experiencia relevante, familiares y allegados a funcionarios, cobran sueldos exhorbitantes.
El cierre del Enohsa no es una decisión aislada; es parte de un plan más amplio de desmantelamiento en función de los intereses del capital. Bajo la ideología libertaria de Milei, el acceso al agua y el saneamiento se convierte en una mercancía más, sujeta a las leyes del mercado y a la especulación de los empresarios. Pero esta visión ignora una verdad fundamental: el agua es vida, y no puede dejarse en manos del lucro privado.
No podemos permitir que las decisiones del capital financiero y los tecnócratas neoliberales privaticen el derecho a una vida digna.
La única respuesta posible ante el cierre del Enohsa y el ataque a los derechos básicos del pueblo es la organización y la lucha. Los trabajadores, los ingenieros y todos aquellos comprometidos con la construcción de una sociedad más justa, debemos unirnos y exigir la reactivación de este organismo.
Escribe Moyo Barros
Hoy N° 2031 16/10/2024