En la jornada del viernes 11, mientras el ministro Nicolás Dujovne informaba en la intimidad al presidente Mauricio Macri sobre las tratativas con el Fondo Monetario en Washington, el dólar volvió tomar el envión alcista de las últimas semanas. Es que trascendió, aunque el gobierno lo niegue, que una de las condiciones para un préstamo, como ocurre siempre en estos casos, es una mayor devaluación del peso, dado que esa es una de las “medicinas” del FMI, más hoy que la Argentina registra un déficit récord en la cuenta corriente del Balance de Pagos con el exterior, que es lo que, de fondo, hizo crisis la semana anterior.
Así, la divisa de Estados Unidos llegó a superar los 24 pesos, cuando desde el propio Olivos pidieron a las autoridades del Banco Central que la entidad vuelva a vender dólares para frenar la escalada. En sólo un día, el Banco Central habría perdido otros 1.100 millones de dólares de sus reservas.
Es que el regreso al FMI, asociado a la crisis y la corrida cambiaria, por las condiciones que impone no garantiza, ni aquí ni en Grecia o cualquier otro país, por más “amigable” que sea el gobierno y las “palmaditas” que reciba, que un pacto con el FMI pueda resolver los problemas de los crecientes déficit fiscal y de cuentas externas, a que nos ha llevado la política de endeudamiento del gobierno. Como todo el mundo sabe son “un salvavidas de plomo”. Más en nuestro caso de una economía vulnerable y muy dependiente de un continuo financiamiento externo.
A lo que se agrega que las reservas del Banco Central son fondos por la toma de deuda y financiamiento de corto plazo como Letes y otros préstamos que toma el gobierno. A esto se suma la montaña de deuda que ha tomado el Banco Central, que los prestamistas han comenzado a reclamar. Además, hay que pagar los crecientes vencimientos de intereses a tasas más altas, para frenar ese reclamo, y nadie sabe hasta cuándo se pueden aguantar.
Todo esto en una situación en que la política macrista ha llevado a la economía argentina a “dos desequilibrios de gran magnitud”. Estos son los llamados “déficits gemelos”: un déficit fiscal, que a pesar del robo a los jubilados y demás ajustes no baja del 6% del PBI, por los crecientes pagos de intereses que implica el endeudamiento (y otro tanto el creciente déficit del Banco Central, por más que el gobierno se haga el tonto), y un déficit externo que registra otro 5%, que también requiere dólares contantes y sonantes para cubrirlo.
No es hora de especular sobre las buenas o malas intenciones del gobierno, cuando todo el mundo sabe que los préstamos del FMI no son para apuntalar ningún crecimiento, sino para afrontar una crisis inmediata de pagos. Este “acuerdo” va a profundizar la política de hambre al pueblo y de entrega del país a los intereses imperialistas. Por eso lo aplauden los capos de las potencias imperialistas que se disputan nuestro país, empezando por Donald Trump (EEUU) y Xi Jinping (China), aunque después se saquen los cuernos entre ellos a costa de arrasar con el trabajo y la producción argentinos: “acogotan la gallina y quieren que siga produciendo huevos”. Es hora no solo de denunciar este pacto, sino de avanzar en la unidad en la lucha social y política para impedirlo. Para esto es fundamental desarrollar y fortalecer al PTP y al PCR, su Juventud y las organizaciones de masas y frentes únicos en los que participa, como instrumentos de esa unidad y organización de la clase obrera y el pueblo, junto a todos los sectores patrióticos y democráticos dispuestos a enfrentar la política macrista de hambre y entrega, subordinada a los dictados del FMI y sus mandantes imperialistas.
Escribe Eugenio Gastiazoro