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02 de October de 2010

La lucha agraria contra la política reaccionaria del gobierno kirchnerista, continúa con grandes asambleas que discuten el camino para el triunfo de sus reclamos.

No hay tregua

1. La rebelión agraria
Después del paro activo nacional agrario de 21 días, la lucha se discute en asambleas. Es la mayor rebelión de obreros rurales, y campesinos pobres y medios, de la historia argentina.
Hubo más de 400 cortes de ruta, asambleas gigantescas, y un estado asambleario en pueblos y ciudades que abarcaron a las provincias de Entre Ríos, Chaco, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa, y se extendieron a las del Noreste, el Noroeste, Cuyo y el Comahue. Se retomó, a un nivel muy superior, aquellos primeros cortes de ruta agrarios que asombraron al país en 1998.
La pueblada paralizó la producción agraria, las principales exportaciones, el abastecimiento, el transporte, etc. Se adueñó de la red vial. Destrozó el eje de la política de las clases dominantes, reinstalando el paro nacional activo con cortes de ruta y piquetes. Unió a las clases productoras del campo con las fuerzas combativas de la ciudad. Puso en debate la viga maestra de la política económica kirchnerista: el saqueo impositivo, antiagrario y antifederal.

2. Una política reaccionaria
Lo que estalló en el campo venía de antes. El aumento de las retenciones a la soja fue el detonante que hizo emerger esa situación. El gobierno fue pisoteando a los productores de trigo, tamberos, ganaderos, algodoneros y de otras economías regionales. Su política de sojización provocó un genocidio agrario, expulsando a obreros rurales, pueblos originarios y campesinos sin tierra a sobrevivir en las villas de emergencia; y los que tenían pequeñas parcelas debieron irse a los pueblos como mini rentistas sin futuro.
Los grandes usureros formaron los pooles y, junto a los grandes terratenientes "nacionales" y extranjeros, acapararon gigantescas extensiones de tierra, como no se veía desde la época de oro de la vieja oligarquía vacuna. Esa política K se basó en "leyes" de la dictadura: la 22.248 para imponer salarios en negro a los obreros rurales, el Código Aduanero, y la libertad de arriendos.
Jamás el kirchnerismo tomó medidas favorables a los trabajadores rurales, los pueblos originarios y los pequeños y medianos campesinos. De lo que se le arrancó con la lucha no cumplió casi nada.
La inflación estalló mucho antes del paro agrario, en febrero del 2007, cuando el gobierno intervino el Indec para garabatear las cifras mentirosas de la carestía de la vida. Lejos de "redistribuir los ingresos a favor de los más pobres", el aumento de las retenciones fue para "la caja K", e incluyó un subsidio pactado del gobierno a favor de los monopolios aceiteros, cerealeros, molineros y frigoríficos (ver más).

La receta K
El gobierno pegó el hachazo porque la "caja K" hacía agua.
La caja K ya no alcanza para armar un PJ-K disciplinado, mantener los negocios y subsidios propios y de sus "amigos" (como el "tren bala), evitar los "cacerolazos" y la paralización productiva por la crisis energética que vuelve con el frío, aguantar los golpes de la crisis económica que sacude al centro del capitalismo mundial, y pagar la deuda externa. Solo el pago de deuda le exige al gobierno pagar, en los 4 años de gobierno de Cristina Fernández, casi 57.000 millones de dólares, de ahí que salga desesperadamente a buscar plata a Nueva York (Lousteau) y a París (Cristina Fernández). Como ya se demostró con el "blindaje" de Cavallo, no hay reservas que aguanten una corrida bancaria.
Los Kirchner, con su mentalidad de burguesía intermediaria petrolera y parasitaria del Estado, no ven en "el campo" a una rama productiva sino a una "operación financiera". Por eso hacharon como hacharon. Lo que Cristina Fernández dijo en sus discursos, en definitiva, es que la soja es para los grandes, que con el 44% todavía tienen margen de ganancia, y les reclaman "solidaridad" para garantizar la "gobernabilidad del sistema". A "los chicos" les dicen que no es para ellos la soja, que se pasen a malvivir con el trigo, la cría, el tambo, etc., garantizando el mercado interno, ofreciéndoles las mismas zanahorias prometidas luego de los paros anteriores y no cumplidas ¡No tienen idea del desastre que provocaron! ¡Y creen que los chacareros tienen capital para reconstruir sus alambrados, aguadas, rodeos, comprar maquinas, etc.!

3. No amontonados
Mientras los obreros rurales y campesinos pobres y medios se autoconvocaban a las rutas, el gobierno trató de negociar con Miguens, presidente de la Sociedad Rural. Pero los que estaban en los cortes son los ignorados, los que trabajan el campo, los explotados por Miguens, Grobocopatel, Elsztain, Urquía y otros "amigos" del gobierno que son parte del riñón del poder.
El hachazo indiscriminado del gobierno volcó a las rutas a los obreros rurales (que en el caso de los sojeros cobran su salario en porcentajes de la cosecha) y a los chacareros. Además, provocó una fractura en el riñón del poder (en el sector hegemónico del bloque dominante). Para sorpresa de los Kirchner, los de abajo no aceptaron pagar el ajuste. Y sus amigos de arriba no quieren cargar solos el impuesto a la gobernabilidad del sistema.
Así, la pueblada agraria pasó a golpear a la política del gobierno junto con sectores terratenientes; y rebotó en las ciudades en la participación de sectores de capas medias altas en los "cacerolazos", junto con sectores populares. Esto no es nuevo en la historia argentina, ya Mariano Moreno hizo un escrito en defensa de "los hacendados". Tampoco es nuevo el acuerdo de las cuatro organizaciones agrarias, política oficial de FAA con Volando, y seguida mucho tiempo, con idas y vueltas.
Lo nuevo, es que con la irrupción de "los autoconvocados", se fortalecieron los sectores antiterratenientes y antiimperialistas en los cortes, como se vio nítidamente en Entre Ríos, Chaco, Santa Fe y otros lugares, que impusieron su programa: retenciones segmentadas y coparticipadas, brotaron los reclamos salariales (que habían sacudido a muchas provincias con las huelgas de obreros rurales), de precios mínimos, sostén y en origen (que histerizaron al pasquín oficialista Página 12), y también la palabra prohibida en el "lenguaje K": la tierra.

"Popularidad": mal
Por primera vez, el gobierno se vio enfrentado por una pueblada nacional prolongada. La rebelión agraria empalmó con la bronca por la inflación, el centralismo antifederal K, la soberbia y las fuerzas de choque kirchneristas.
El gobierno, temió que en la represión apareciera un Fanchiotti (que provocara el incendio total), por eso usó a las organizaciones sociales "amigas". Las incineró, porque una cosa es ser prokirchnerista, y otra fuerza de choque K. La realidad es que D’Elía fue a la Plaza acompañado de patotas formadas por grupos enviados por Parrilli, Gullo y Kunkel, desde los ministerios y secretarías. Este hecho aceleró la ruptura con el FTV de sus principales cuadros históricos y una gran masa de adherentes, que formaron una nueva organización. Además, el gobierno también temió que la base agraria de las organizaciones "de seguridad" se negara a reprimir a trabajadores y campesinos.
Del 70% de "popularidad" que se jactaba el kirchnerismo en sus épocas de oro, estaría ahora en el 38% según las mediciones actuales. En realidad, Cristina Fernández se acerca a su cifra real de votantes en octubre pasado: 30% del total de empadronados. Muchos de los que estuvieron en las rutas son de lugares en los que, en octubre, ganó la presidenta. Muchísimos jóvenes y mujeres a los que Cristina Fernández les dijo "oligarcas y golpistas". No tiene en cuenta que esos jóvenes que hicieron "el aguante" en las rutas no habían nacido cuando el golpe del 1976. Y la presidenta no es autocrítica, debería recordar que la organización en la que militaba, fue parte del "Operativo Dorrego" que organizaron la dirección de Montoneros con los generales Videla, Viola, Harguindeguy y Bussi para desestabilizar al gobierno de Perón.
Por otra parte, los supuestos "saqueos" de esos días en La Matanza y otros lugares hay que computarlos a los servicios del gobierno que les garantizaron "zona liberada" a los "saqueadores".

Arriba, divididos
La pueblada agraria estimuló la división de los de arriba, entre sectores oligárquicos e imperialistas y de burguesía intermediaria. El "prolijo" armado de Kirchner de un PJ-K se ha descuajeringado. Y la división de los de arriba es aprovechada, desde posiciones independientes, para la lucha los de abajo.
Ahora, Das Neves critica el "fundamentalismo" de Alberto Fernández que ostenta "un poder que nadie le ha dado". Reutemann hizo críticas en público violando la disciplina K. De la Sota, se dice con ironía, que "pasó a la clandestinidad". Otros dicen lo mismo, pero en reserva, como los gobernadores Schiaretti (que se reunió con casi todos los intendentes de Córdoba), Jaque (Mendoza), y hasta los entrerrianos Uriberri y Busti, y el sanjuanino Gioja. Por su parte, el santafesino Binner (con el apoyo de los intendentes de la provincia) reclamó la coparticipación de las retenciones. Moyano le habría dicho a Kirchner que seguirá con los cortes, pero que no enfrentará a los chacareros  porque "están todos armados", (La Nación, 6/4). "Hay lugares donde halagar al campo comienza a dar más votos que halagar a Kirchner" (La Nación, 7/4). Por el contrario, otros subieron posiciones con los Kirchner por su fidelidad al gobierno.

4. Todo está en curso
La pueblada agraria no dio paso a una tregua. Después de las asambleas en Alcorta, Paraná y Gualeguaychú, siguió la de Azul y ahora en Rosario. Tuvo la solidaridad en los cortes de la CCC en el Puente Pueyrredón y la ruta 3 en Buenos Aires, otros en Jujuy, Bahía Blanca, y movilizaciones en la Capital Federal y otros lugares del país.
Además, esta solidaridad va unida a numerosas luchas obreras y populares en las ciudades: el paro docente por Fuentealba en numerosas provincias pese al rechazo de Ctera, el paro bancario por encima de Zanola, triunfos salariales como el del Astillero Río Santiago. Los obreros de Ford reclaman 25% de aumento para los próximos 6 meses y luego rediscutir, y no fueron a Plaza de Mayo. Hay avances en los procesos de recuperación sindical como los cuerpos de delegados de Terrabusi y Petroquímica de Bahía Blanca. También, hay crisis en la CTA, donde muchas de sus organizaciones no fueron a Plaza de Mayo.
Ahora todo cruje. El gobierno retrocedió, y salió abollado. "El joven ministro de Economía de la Argentina, Martín Lousteau, está en el centro de la mayor crisis política del país en cinco años", dijo el diario de los usureros yanquis, The Wall Street Journal Americas, (7/4). "Hay un divorcio marcado entre la sociedad política y la sociedad civil" (La Nación, 6/4).
El kirchnerismo, sobreestimó su fuerza y subestimó la de los de abajo. Sufrió su peor golpe político en cinco años. Se le ha abierto la mano, pero todavía no se le torció el brazo. No hay vuelta atrás. No va más la soberbia patotera y la sordera frente a los reclamos populares. "Un gigante dormido que ahora se despertó, estuvo 21 días demostrando lo poderoso que es. No la seguimos más porque queríamos demostrarles que éramos sensibles. (…) No nos va a temblar la mano cuando tengamos que volver a la ruta", dijo el dirigente entrerriano Alfredo De Angelis.
Todos los indicios señalan que el gobierno pretende salir del paso con retoques cosméticos a lo ya ofrecido: la orden sería enfrentar. Cree el triunfalismo que proclama, con consecuencias impredecibles. Por eso, más que nunca, las fuerzas populares, patrióticas y democráticas, deben trabajar para la unidad obrera, campesina y popular, por un paro nacional activo que una los reclamos de los trabajadores rurales y chacareros, a los de los trabajadores y el pueblo de las ciudades, acumulando fuerzas por el camino del Argentinazo.