Yo entré al frigorífico en el 2003. Empiezo a ser delegado en el 2009, en la sección Picada, tras seis años de aprender el gremialismo. Ahora pertenezco a la empresa, pero no me dejan ocupar mi puesto de trabajo, ni mi función de delegado.
Yo entré al frigorífico en el 2003. Empiezo a ser delegado en el 2009, en la sección Picada, tras seis años de aprender el gremialismo. Ahora pertenezco a la empresa, pero no me dejan ocupar mi puesto de trabajo, ni mi función de delegado.
Cuando se empiezan a plantear reclamos de los trabajadores ante la empresa y el sindicato, éste te tilda de que no hay que reclamar con lucha, sino negociando, con negociaciones que no eran convenientes para el trabajador. Cuando empecé como delegado se consiguieron mejoras para los trabajadores, hubo estabilidad, yo controlaba la productividad, que no se haga más con menos compañeros. Cuando aprendí todo eso, le planteé al gremio que había que cambiar algunos métodos de trabajo, y ellos decían que no se podía. Ahí me hice fuerte con la gente, hasta que pedimos con los otros delegados hacer una medida de fuerza. Salió, se la planteamos al sindicato, que hace el reclamo a la empresa ese mismo día, y da el okey para la medida de fuerza. Esto fue el 12 de marzo del 2009. El jefe de personal nos llama y dice, “se rompieron los códigos”. Sigue la medida de fuerza, vienen las paritarias y nos piden levantar la medida. Los compañeros se niegan. Estábamos haciendo un quite de colaboración al 50%, y el reclamo era la mejora del incentivo del premio, bajar el ritmo de productividad, las fechas de vacaciones, entrega de herramientas de trabajo en tiempo y forma, y los cambios de horarios y de sector.
Se levanta la medida con la resistencia de un grupo de compañeros; labran un acta atestiguando que yo había iniciado la medida de fuerza, y la empresa me inicia el proceso de desafuero gremial. Desde el 26 de marzo del 2009 no me dejan entrar al frigorífico.
Ahí se inicia la pelea por mi reinstalación en el puesto de trabajo. Pongo un abogado, y la empresa me deja afuera pagándome la garantía horaria, que es el mínimo que pagan cuando no tienen trabajo, el 60% del sueldo. El gremio, primero me pone una semana de descanso, luego piden 10 días más, luego 15, y cuando se enteran que puse un abogado, porque ellos no me defendían me sueltan la mano.
En las breves charlas que tuvimos con el sindicato y con el jefe de personal, me ofrecían un arreglo. Que en ese momento eran 100 mil pesos. Que pensara en mi futuro, en mi familia. Yo siempre les dije que no, porque yo no me puedo llevar la plata de mis compañeros. Si yo arreglaba traicionaba a mis compañeros. Mis compañeros no me votaron para que yo arregle, me votaron para que los defienda. Yo siempre le dije a la empresa que me reincorpore, y que en todo caso, cuando termine mi función gremial, que me eche. Pero no acepto que me eche por ejercer como delegado.
La pelea por nuevos delegados
El año pasado, en octubre hubo un paro de dos días, y los delegados no dieron cabida a los reclamos. A principios de este año, se reinicia la lucha con un grupo de compañeros que fueron despedidos por reclamos similares a los que yo hice. Los delegados que había no sólo no peleaban por la gente sino que la marcaban para despedirla. Hubo cerca de 30 o 40 despidos, y la gente adentro se cansó.
Empezamos a pelear para cambiar el Cuerpo de Delegados. Una parte de los compañeros plantea desafiliarse del gremio, y armar un gremio paralelo; con otros compañeros vimos una propuesta de delegados, y que incluso yo, que hace tres años que estoy afuera, me presentara. Esto tuvo mucho apoyo, y de un cuerpo de delegados de 5, ganamos 3. Pasaron cosas como que un compañero en la puerta me dijera, ‘yo te voté y no te conozco, pero los compañeros dicen que fuiste un buen delegado’.
Hicimos varias reuniones, pateamos mucho los barrios y los nombres de los candidatos los dimos a conocer el día que presentamos los avales, porque si los conocían antes los marcaban y los despedían. Tuvimos que ir al sindicato a presentar la lista, con los candidatos, los avalistas –eran de 10 a 15 por candidato- un montón de compañeros, y tuvimos que ir con escribano y abogado, lo que valoramos mucho porque dentro del sindicato hubo aprietes, amenazas, de todo. Hicimos una campaña conjunta, desde adentro, y yo desde afuera. Inclusive mandamos cartas documento e hicimos una presentación en el Ministerio de Trabajo, porque había muchos errores en la convocatoria a elecciones, que en realidad eran maniobras para que la gente no votara o impedir que nos presentáramos. Esto los sorprendió.
Los compañeros era la primera vez que se presentaban, y sacaron 160, 170 votos. Yo saco 100 votos, es algo muy importante, entré entre los tres delegados.
Ahora sigue la pelea por mi reinstalación como delegado, con los compañeros y con un abogado. Es muy difícil, porque la empresa va a tratar de demorar mi entrada, y el sindicato se mantiene al margen. Nunca hicieron nada para defender un delegado. Yo no puedo entrar a la empresa. Me junto con los otros dos delegados, y discutimos las cuestiones. Yo lo que les digo a los compañeros es que apoyen a los delegados, porque ahora cambió la mano. Se pueden reclamar cosas, con libertad. Ahora no hay el miedo del compañero a ser despedido si hace un reclamo. Para ver como cambió, te cuento que en una reunión entre el jefe y los delegados, uno de los delegados le dijo al supervisor, “¿vos qué te creés que sos, más que nosotros porque ganás más? Yo me la gano trabajando, y no chupándole las medias a los jefes, La dignidad es lo último que se pierde”.
Descargan la crisis en los obreros
La situación dentro de Picada es difícil, porque la empresa quiere mantener un ritmo de trabajo elevado, más que el anterior. Antes se trabajaba con una escala horaria: de acuerdo a la cantidad de gente que estaba, era la cantidad de animales que entraba al sector. Hoy hay mucha más cantidad de animales, con menos compañeros, y con un ritmo de trabajo más elevado. No respetan la escala horaria. Quieren ir a una relación kilo/hombre, para que vos entrés a las 4 de la mañana, agaches la cabeza y no la levantes hasta la 1, cuando salís. Quieren obligarte a hacer más por hora, y plantearon implementar un pago distinto, por kilo. Nosotros ya analizamos los números, y los kilos son muchos más, y la plata menos.
Descargan la crisis en el sector. Reducen personal en otras plantas, y recargan el trabajo en nuestro frigorífico. Hay muchos compañeros que ya plantearon que no están de acuerdo, en particular los compañeros con años de trabajo, porque el desgaste físico es muy grande.
La empresa argumenta que tiene que hacer 200 mil kilos de carne roja por día para pagarle a los compañeros del sector, que son unos 400. Según la propia empresa, cada compañero hace 49 kilos por hora. En agosto empezaron a implementar este sistema de pago, como prueba, por tres meses. Los delegados nos negamos a firmarlo. La empresa apuesta a que el gremio los avale. Acá viene el viejo reclamo de aumentar el incentivo por productividad, sin modificar el sistema de trabajo. Este cambio crea diferencias entre los compañeros, porque unos pasarían a cobra más que otros, en el mismo sector. Generan división. Porque hacen rotativo aplicar este sistema. Un mes son cien, al otro son otros cien, así.
La plata no alcanza
La situación del país los compañeros la ven difícil, porque no alcanzan los acuerdos salariales que se firmaron, por un 17% de aumento, en mayo de este año. Los compañeros no están conformes. Con eso se llega a $3800 de básico. Y si te ponés a pensar que un kilo de carne sale 45 pesos… la inflación es muy grande y los sueldos son mínimos. Tenemos que plantear un nuevo salario en la industria frigorífica, para sobrevivir a la inflación. Sobre el gobierno hay opiniones divididas, pero de lo que se habla es que la plata no alcanza.