La semana pasada se aceleró la devaluación del peso argentino, en medio de temores sobre la capacidad del país para cumplir sus compromisos de deuda, combinados con el impacto de la devaluación del real en Brasil y de la lira en Turquía.
Ante la perspectiva de una nueva corrida, en la mañana del miércoles el propio presidente Macri anunció que había acordado con el FMI un adelanto de fondos del acuerdo suscrito en junio por 50.000 millones de dólares para tranquilizar a los mercados financieros. Pero el mensaje generó más incertidumbre, y el peso volvió a desplomarse, mostrando que la desconfianza se mantiene por la recesión que sufre la economía local y por los temores de los inversores sobre la solvencia de Argentina. Así el miércoles se produjo la depreciación diaria del peso más grande bajo el gobierno de Macri desde la ocurrida en diciembre de 2015, cuando a la semana de asumir la presidencia liberó el mercado cambiario, lo que llevó a una caída del peso de casi un 30 por ciento en una sola jornada.
Así el jueves, luego de una reunión imprevista que se realizó antes de que abrieran los mercados, el Banco Central decidió aumentar la tasa de política monetaria al 60%, del 45% que estaba, lo que significó una suba de 15 puntos. Además, anunció su compromiso de “no disminuir el nuevo valor de su tasa de política monetaria al menos hasta el mes de diciembre”.
Por otro lado, con el objeto de retirar pesos del mercado y contener la inflación, el Central decidió elevar en 5 puntos porcentuales los encajes para todos los depósitos en pesos, tanto a la vista como a plazo para todas las financieras más grandes, a partir del 1 de septiembre. Esta es la cuarta vez que el BCRA incrementa los encajes desde junio, cuando los subió primero 3 puntos. Luego otros 3 en julio, y por tercera vez, de 28 a 31% el reciente 16 de agosto, tratando de absorber la liquidez excedente que había quedado del último megavencimiento de Lebacs, en un intento de evitar que esos pesos fueran al dólar. Estos incrementos de encajes pueden ser integrados con pesos, Letras de Liquidez (Leliq) o Notas (Nobac) del BCRA.
No obstante estas medidas el dólar llegó a superar los 41 pesos a media mañana y cerró a $38,53, 4,56 pesos por arriba del cierre del miércoles, tras una fuerte intervención del Banco Central cuando faltaba media hora para el cierre del mercado, subastando US$500 millones, de los cuales se vendieron US$330 millones. Y el viernes, para contener el dólar en los $38 tuvo que aumentar la subasta a los US$790 millones, anunciando el ministro Dujovne que viajará a Nueva York, para acordar los nuevos ajustes al pacto de sometimiento con el Fondo Monetario Internacional.
Con la creciente inflación de los últimos meses y la nueva supertasa de interés la crisis económica se profundizará aún más. Menos trabajo y menos salario. Ya en junio, en línea con el desplome de la actividad, el empleo registrado acumuló su sexto mes consecutivo de caída. Se destruyeron 13.500 puestos de trabajo formales (21.200 en la serie desestacionalizada) en casi todas las ramas de actividad y se agudizó el retroceso que arrastra el mercado laboral desde comienzos de año. Según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) presentados la semana pasada en el Ministerio de Trabajo, en el primer semestre se habían perdido 106.200 empleos. En tanto, el salario real del sector privado se había desplomado 4,3% interanual en junio, con paritarias a la baja que quedaron muy lejos de la inflación.
La crisis económica ha llevado a una grave crisis política, ahondando las contradicciones entre los distintos sectores del bloque hegemónico, lo que se expresa en las marchas y contramarchas en el propio gobierno. En tanto crecen la bronca y las luchas por abajo, como volvió a manifestarse en la gigantesca movilización del jueves en defensa de la educación pública y contra Macri y el FMI. Sólo profundizando este camino de la lucha y de la unidad en la lucha obrera, campesina, popular y patriótica se podrá acabar con esta política de hambre, entrega y represión imponiendo una nueva política. Una política que defienda verdaderamente al peso argentino, con una reforma monetaria que elimine la especulación financiera y oriente el uso del dinero y las monedas extranjeras hacia la producción agraria e industrial nacional diversificada, su desarrollo y el bienestar del pueblo, repudiando la deuda ilegítima y usuraria y nacionalizando el crédito y el comercio exterior. Así se podrá garantizar trabajo, salarios y jubilaciones dignas y techo y tierra para todos los que la necesitan para vivir y trabajar. Lo que requiere también seguir peleando en las calles y en las urnas por un gobierno que las aplique, un nuevo gobierno de unidad popular, nacional y democrático, desarrollando y fortaleciendo el PTP y el PCR, en la unidad y ampliación del frente político En Marcha.
Escribe Eugenio Gastiazoro