En 1896, en Buenos Aires se hicieron las primeras exhibiciones cinematográficas en nuestro país. En los primeros años del siglo 20 se filmaron los primeros cortometrajes y hacia la segunda década, el cine ya empezaba a tener difusión masiva, y se realizaban los primeros largometrajes nacionales. Hasta 1932 el cine fue mudo. Hacia fines de la segunda década se comienza a ver en los diarios obreros anuncios de películas como parte de las veladas culturales organizadas tanto por anarquistas, socialistas, comunistas o los sindicatos.
Las primeras películas de lo que podríamos denominar, con amplitud, “cine social” reflejaron los grandes cambios que se iban operando en nuestra Patria, mostrando el crecimiento del proletariado urbano, y la vida rural. “Nobleza Gaucha”, sobre el rapto de una campesina por parte de su patrón, en 1915, y con fragmentos del Martín Fierro, tuvo un gran éxito y la mayor recaudación de boletería hasta el cine sonoro.
En 1917, Alcides Greca dirigió “El último malón”, película de ficción que narra el levantamiento de los mocovíes en San Javier en 1904. Por varias razones el film se destaca. En primer lugar casi todos los actores son mocovíes reales. Por otro lado la trama refleja tanto la lucha del originario contra el “blanco”, terratenientes y policía que se apoderan de sus tierras, como las contradicciones internas en la comunidad mocoví entre un líder asociado al Estado y corrupto por el alcohol, y otro que respeta los valores de la comunidad y encabeza la rebelión.
Varios son los autores que han destacado la temprana preocupación de un sector de directores, guionistas y actores por reflejar las condiciones de vida del pueblo, que por supuesto son minoritarios en un momento de gran expansión de la industria cinematográfica. Según Octavio Gettino, estas películas se dan en un momento –la primera guerra mundial- que facilita una relativa independencia que duraría pocos años ya que, tras la guerra, la poderosa industria del cine norteamericana se transforma en dominante en nuestro país. Sin ser conocedores del tema, arriesgamos que hay que estudiar la disputa con los sectores imperialistas europeos que se dio, no sólo en el terreno económico, sino en la influencia cultural ejercida sobre los intelectuales vinculados al cine en nuestro país.
El extraordinario auge de luchas obreras de esos años, no escaparía de este prematuro cine social, contado a manera de melodrama. Veremos en la próxima columna la película “Juan sin ropa”, filmada en 1918 y estrenada en 1919, que muestra la vida de los trabajadores de la carne en los frigoríficos y sus luchas.