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13 de August de 2014

Hace casi 70 años que terminó la II Guerra Mundial, gracias a que el nazismo criminal fue derro-tado y destruido por las tropas soviéticas que llegaron hasta Berlín, con la lucha también de otras potencias que se vieron desbordadas por el avance ininterrumpido del nazismo y luego, viendo peligrado sus dominios actuaron en consecuencia para también derrotarlo.

¡Parar la guerra ya!

Aprender del músico Daniel Barenboim

El mundo tampoco se olvida de las “democráticas” bombas de EEUU a Hiroshima y Nagasaki, ya al final de la guerra. Tampoco olvidamos que esta potencia, como estado invasor, sembró muerte y destrucción en ese pequeño país que es Vietnam. Un país pequeño y pobre, pero con una gran dignidad, que se defendió hasta derrotar la invasión imperialista yanqui y tuvo el apoyo y la solidaridad de los pueblos del mundo, incluidos los intelectuales y artistas. 
Hoy, otro pequeño pueblo, cercado por mar, por tierra y por aire, sufre la invasión y destrucción por parte del Estado de Israel que dice representar a quienes padecieron en carne propia, los crímenes de lesa humanidad.
 Gaza hoy se asemeja a la muerte y destrucción que padeció Varsovia, emblematizada por la foto histórica de un niño que levanta sus brazos, amenazado por la metralleta nazi. Los victimarios, hoy, el gobierno de Netanyahu, esgrimiendo el Holocausto histórico, se ensañan con el pueblo palestino, también semita.
Acusan a los padres palestinos de usar a sus hijos como escudos, en las escuelas de la ONU, en los refugios de la ONU, en los hospitales de la ONU, en las ambulancias de la ONU. La falacia no tiene nombre.
¿Acaso no se venden en las calles de Israel camisetas con la imagen de una Palestina embarazada con la mira de un fusil en su vientre donde dice “un tiro dos muertes”? “Cada muerto palestino es así utilizado como punto en contra de Israel. Hamas lo sabe bien, por eso estimula que se produzca la mayor cantidad de víctimas en la población civil de Gaza”. Esto lo afirman intelectuales, abogados, escritores, psicoanalistas argentinos, humanistas, probos e inteligentes (?). Aplauden el exterminio de un pueblo “ignorante” que “cree que sacrificando a sus hijos encontraran a dios en el más allá”.
Israel dice: “El ejército no mata sin justificación”. “Esta proclamación robotizada y la superioridad moral a la que se aferra la mayoría de los israelíes, nos aíslan de la realidad y crean un falso y peligroso sentimiento de acoso y persecución”, escribe Nir Baram, escritor israelí, en su nota “La hora de actuar”, (El País, 9 de agosto de 2014). Y sigue la nota de Baram “Ese sentimiento de superioridad moral, alcanzó su apogeo tras el asesinato de Mohamed Abu Jadair (el joven palestino quemado vivo) y antes que se conociera la identidad de los asesinos. ‘Esto no puede ser obra de judíos’, decían. Pero los judíos son iguales a cualquier otro grupo étnico y también cometen asesinatos espantosos”.
Israel es un Estado ultramoderno, bien equipado y armado por los EEUU, que desde hace 47 años viene anexando las tierras de los palestinos a quienes esas tierras les pertenecen porque también tienen allí sus raíces. 
Y a este pueblo de Gaza que tiene, como dice Daniel Barenboim, el 50% de su población menor de 16 años, quieren borrarlo del mapa.
La división entre judíos y árabes forma parte de la ideología del gobierno racista de extrema derecha. Es la guerra de un Estado terrorista, contra un pueblo que sí, tiene un grupo como Hamas dentro; pero como en nuestra criminal dictadura cívico-militar del 76 al 83, no aceptamos la teoría de los dos demonios. 
Este gobierno de Israel parece decidido a conseguir lo escrito en el frontón del parlamento israelí: “Desde el Eufrates al Nilo”. Vale recordar que el primer ministro, Isaac Rabin, fue muerto por uno de estos fascistas ultrareligiosos. No se escuden en un antisemitismo o la judeofobia internacional, ellos, con su accionar criminal, van creando estos rechazos y resistencias.
No somos ni antisemitas ni antijudíos, (pues muchos de nosotros lo somos). ¡Pero no lo hagan en nuestro nombre!