1. La bronca en Terrabusi
La lucha de las obreras y obreros de Terrabusi le torció el brazo a la patronal yanqui en un round fundamental: debió aceptar la conciliación obligatoria y que ingresen todos a la planta. Tonificados, ahora sigue la lucha hasta lograr el objetivo: todos adentro.
El despido de 160 trabajadores de Kraft Foods (Terrabusi), incluida la Comisión Interna, varios delegados y tres miembros del sindicato (STIA), es una muestra la profundidad de la crisis: los monopolios imperialistas deciden en sus centrales como descargan la crisis sobre los trabajadores argentinos. La Kraft se burlaba de las leyes de nuestro país no acatando la conciliación obligatoria decretada por el Ministerio de Trabajo. El gobierno kirchnerista no toma ninguna medida de fondo para impedir los atropellos de este pulpo. Los trabajadores de Terrabusi mantuvieron el paro, y realizaron el corte de la Panamericana con el apoyo solidario de numerosas organizaciones y personalidades democráticas. Ellos defienden sus intereses de clase, y también cargan sobre sus hombros con la defensa de los intereses nacionales que el gobierno kirchnerista abandona, sometido a las reglas de juego de la dependencia imperialista.
Los trabajadores de Terrabusi recuperaron su comisión interna y construyeron su cuerpo de delegados en más de una década de lucha ejemplar. La ofensiva de la patronal imperialista yanqui para hacer pasar el plan de ajuste pretende pisotear a quienes son un emblema del combate obrero y popular, de las conquistas democráticas y de los interesas nacionales.
2. La bronca petrolera
Estalló el polvorín petrolero de Santa Cruz. Al cierre de esta edición hay negociaciones de los obreros con las patronales y el gobierno. La huelga lleva 18 días. Golpea a las patronales, en particular, a las dos monopolios imperialistas que tienen los principales campos de explotación: Repsol-YPF gerenciada por Eskenazi (socio y testaferro kirchnerista), y la Occi, que ingresó a la región de la mano de los Kirchner y rápidamente se transformó en uno de los cuatro grandes monopolios que saquean nuestra riqueza.
Demostrando su firmeza, los obreros ocuparon la playa de tanques de Punta Loyola: “los petroleros somos ásperos”, dijo a hoy uno de ellos. Cerraron el paso de gas a Calafate, el feudo K, demostrando su conciencia; y están en condiciones de cerrar el paso del gasoducto que abastece a Buenos Aires.
El aumento real sobre el que hay un principio de acuerdo incluye el 10% desde junio, y varios rubros que suman otro 20% más también en esa fecha (en total alrededor del 30%), más un 5% en octubre y otro 5% en enero. Pero Repsol-YPF se cruzó: se opone al pago de los días caídos. Hay rumores: la empresa tiene problemas por que la decisión de los españoles de no invertir un dólar más en la Argentina, dejando la financiación de la producción en manos de Kirchner y Eskenazi (que tienen la deuda por las acciones compradas).
La lucha petrolera agudizó la disputa por el manejo de la provincia entre el gobernador Peralta, que la apoya (mientras negocia con el gobierno nacional cuestiones como el “ajuste” de las jubilaciones provinciales a las nacionales), y Kirchner y su socio y testaferro Eskenazi que pretende arrodillarla. La agudización de esa contradicción es beneficiosa para la lucha obrera; sin embargo, el PO, muestra la hilacha apuntando artillería pesada contra Peralta y balas de fogueo contra el kirchnerismo.
Por otra parte, las petroleras tratan de imponer una cláusula de “paz social hasta el 2011”, por la que pagan $ 720. Con esa cláusula tratan de maniatar a los obreros para poder hacer los despidos de miles de trabajadores que cobran hasta diciembre sin trabajar, y otros contratados que trabajan.
3. El acampe chaqueño
La marcha y el acampe multisectorial han sacudido al Chaco y han logrado abrirse paso en la difusión nacional de sus denuncias: el hambre y la desocupación, los sufrimientos de los campesinos pobres, los pueblos originarios y los pequeños productores, entre otros reclamos. Han demostrado que con fondos que la provincia recibe para la pequeña producción, se podría paliar la situación. Pero el gobernador K Capitanich, lejos de escuchar y dar respuesta a esas urgencias, actúa tratando de confundir, desinformar al pueblo, para aislar y dividir la unidad multisectorial alcanzada. Capitanich es muy sensible ante las necesidades de Eurnekián (ladrón de las tierras de los tobas en la provincia), y muy insensible y provocador ante los desocupados, campesinos pobres y pueblos originarios sumergidos en el hambre.
El acampe chaqueño, las jornadas impulsadas nacionalmente por los desocupados de la CCC, el MIJP y otras fuerzas, y las denuncias de la iglesia católica y de numerosas fuerzas sociales y políticas encuentran oídos sordos en el gobierno nacional y de provincias como el Chaco, mientras el hambre crece en todo el país.
El gobierno no escarmentó en la derrota impuesta por la oleada de luchas que se levantó contra el tarifazo. Va a tropezar otra vez más.
4. La bronca agraria
Los reclamos de los campesinos pobres, pueblos y naciones originarias, y pequeños productores, que también acampan en Resistencia y llevan adelante luchas en varias provincias, no son oídos por el gobierno kirchnerista que se emperra en su política agraria tan reaccionaria, tan de derecha que sólo beneficia a un puñado de monopolios y grandes pooles y terratenientes, especialmente los de la rosca sojera.
Ha quedado a la vista el total fracaso de la política de la Mesa de Enlace, que sembró ilusiones en que el Congreso –cuyos nuevos miembros recién podrán actuar en marzo del 2010– pondría fin a la política agraria kirchnerista. A la hora de la verdad se confirmó que el Congreso es un “charlamento”, en el que el kirchnerismo encuentra a personajes como Roxana Latorre, dispuestos a vender su voto. Las rebajas impositivas por la seca para Buenos Aires, votadas por unanimidad, y vetadas por CK, anticipan que el kirchnerismo va a usar el veto presidencial, después del 10 de diciembre cada vez que lo considere necesario.
El presidente de FAA, Bussi, habla de “darle una tregua” al gobierno: es lo que hizo la Mesa de Enlace que él integra desde que la rebelión agraria derrotó a la 125 hasta ahora. La aprobación de la continuidad de los superpoderes volvió a demostrar que sólo cuando el país arde, como ocurrió con la 125 o el tarifazo, se puede arrancarle conquistas a los Kirchner y Congreso.
La bronca y la indignación campean con todo. Se ve en las asambleas como la realizada en Peirano (Santa Fe), que discutió medidas de paro agrario y movilizaciones; o Chabás donde ya está la casilla que acompañó al piquete al lado de la ruta.
5. En la calle
Por arriba se endurecen los entreveros: el gobierno y Clarín; Peralta y los Kirchner; la Sociedad Rural y los Kirchner; entre muchas otras. No solo se agrava la fractura en los grupos de poder del bloque dominante, sino también las fisuras y forcejeos dentro del grupo que representan los Kirchner. Buscando recomponer esas fisuras, el gobierno le otorgó a las petroleras el aumento del gas de 1,20 dólares a 2,40, y hace la vista gorda para que lo suban a 4,80 dólares, desde enero, haciendo pasar los viejos pozos por pozos nuevos de “gas plus”. Y ahora negocia una reducción de los impuestos al petróleo de 3 ó 4 dólares, que les significa a esos monopolios la mitad del costo de producción.
Para el “capitalismo de amigos” hay plata: 400% de aumento del gas, y 50% del costo de producción de petróleo a las petroleras. Para los desocupados 0%, para los salarios tope del 10% o 12%, a los jubilados el 7%, a los campesinos pobres y pequeños productores la estafa de incumplir los compromisos firmados, a los chacareros la burla de la aprobación “por unanimidad” de la ayuda por la sequía y el veto de CK. Para la salud y la educación, recortes de un presupuesto miserable.
Con el país sacudido por la crisis, la política reaccionaria del kirchnerismo descarga sus consecuencias brutalmente sobre la clase obrera y el pueblo: es insoportable. La mentira de un gobierno “nacional y popular” ya no hace más que convertir la bronca en odio. Se multiplican los polvorines, o van estallando como en Terrabusi, Santa Cruz, el puerto de Buenos Aires, los desocupados y jubilados en todo el país, el acampe del Chaco, los trabajadores de la salud y estatales de Tierra del Fuego y otras provincias.
Crece la voluntad y la fuerza unida en las multisectoriales para que truene el escarmiento.
El fracaso de la política de tregua de la Mesa de Enlace, marca el fracaso de la política de las derechas (sean o no “destituyentes”) opositoras a la otra derecha que gobierna. Alardearon con que iban a ponerle al kirchnerismo un “chaleco de fuerza” desde el Congreso. Jugaron de bomberos de las luchas, tratando de que el desenlace de la pulseada con el kirchnerismo quede en un juego de los de arriba. Y cosecharon un fracaso. El kirchnerismo, muy debilitado, sigue siendo peligroso, y juega aprovechando la debilidad de esa oposición a la que Kirchner se dio el lujo de “borocotizarle” al supuesto “ganador” Reutemann a la figura más cercana durante décadas.
No es ese el camino. El camino es el del Argentinazo y la rebelión agraria. Con la clase obrera en el centro de la política y unidos en las multisectoriales. No hay otro para conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, que abra el camino a la liberación nacional y social.
Hoy somos todos de Terrabusi en la Panamericana, petroleros en Santa Cruz, portuarios en la Capital, acampamos en Resistencia, y somos desocupados, jubilados, trabajadores de la salud, la educación y estatales en todo el país.