La –siendo benévolos– poco feliz afirmación de la ministra de Salud, Graciela Ocaña, “el dengue vino para quedarse”, parece hablarnos de una tía que llegó de lejos a visitarnos con todos sus petates, con intenciones de instalarse. Poco serio –para seguir con la benevolencia–, si pensamos en más enfermedad, dolor y muerte sobre la pobreza para nuestro pueblo. Pero tiene razón la ministra. La tía, perdón, el dengue, se instala. La política K y de muchos gobernantes e intendentes le siguen preparando la mesa, la cama y el sillón.
Una anécdota nomás: el doctor estaba atendiendo, en la precaria sala del conurbano bonaerense. Traen un chiquito de un año y medio presentando algunos de los síntomas pautados en el instructivo de alerta sanitario emitido por las autoridades de Salud Pública. El dengue es una enfermedad de “notificación obligatoria y urgente”, según lo que prescribe el Ministerio.
El doctor atiende el “caso sospechoso”, y procede a cumplir con la “notificación obligatoria y urgente”. Pero el teléfono de la salita tiene su línea bloqueada (o sea, sólo se puede usar para llamar a dos números: el de la Región Sanitaria donde funciona la Dirección del área de salud y a otro centro de salud). Está bloqueada siempre. No vaya a ser cosa que despilfarren recursos públicos llamando a cualquier lado…
El doctor está complicado (el bebé, ni les cuento…): no puede notificar a la Dirección de Vigilancia Epidemiológica para que inmedia- tamente intervenga. El doctor no tiene crédito en su celular: la provincia adeuda su sueldo. “Llamemos al número que se puede llamar, después de todo, son las autoridades municipales en salud”, seguramente pensó. En la Reg. Sanitaria preguntan “por qué llama acá”; y dicen que van “a averiguar lo que hay que hacer” (sí, las autoridades).
El doctor no se queda tranquilo, insistente el hombre, y va a un locutorio para llamar a Vigilancia Epidemiológica ese mismo día (por suerte monedas sí tenía). Cuando lo atienden le dicen que “le faltan síntomas” al paciente (no compró todos los números, parece que no es “sale o sale”, como la lotería).
Finalmente, indican que le saque sangre al bebé. Lástima. En ninguna de las salas del primer nivel de atención se hacen extracciones. Seguimos complicados. Pero hay respuesta para todo en el paraíso K: “Mándelo a algún lugar donde se hagan extracciones” (¿se acuerdan del juego “Buscando a Wally”?).
Sigue complicada la cosa. Sobre llovido, mojado: venía Semana Santa. Por la zona (hablamos de kilómetros), todo cerrado. Si la familia del bebé tenía dinero, capaz que cuatro días después se lograba hacer la extracción… El resultado… Y… unos días más: las muestras se derivan a La Plata, y de ahí a Pergamino. Fumigar… En una semanita más, tal vez…
Este fue el seguimiento del “caso sospechoso” por parte de las autoridades… Es claro, señora ministra. Ustedes al dengue le dicen: pase, póngase cómodo.
02 de October de 2010