Pocos días después de nuestro 54 aniversario, se cumplirán, el 14 de febrero, tres años sin nuestro querido camarada Otto Vargas, quien fuera secretario general del Partido desde su fundación hasta su fallecimiento. Mantenemos en alto sus banderas, porque como dijo Vargas en el 2016, “nunca abandonamos el campo de lucha por los intereses de la clase obrera y del pueblo”, y “hemos mantenido en alto las banderas del marxismo-leninismo-maoísmo”.
Nuestro Partido hizo su aparición pública el 6 de enero de 1968 poniéndose a la cabeza de las crecientes luchas contra la dictadura de Onganía. Surgimos frente a la traición de la dirección del Partido Comunista, reivindicando el camino de la lucha revolucionaria, levantando las banderas del marxismo-leninismo y del Che Guevara. Ante su asesinato los fundadores del PCR realizaron la única manifestación solidaria con el comandante. Fueron los años de las grandes puebladas: Correntinazo, Rosariazo, y el glorioso Cordobazo, que mostraron, como planteaba el PCR, que la dictadura se asentaba sobre un polvorín de odio popular. De ahí saldría la recuperación del Smata Córdoba, en un frente único encabezado por René Salamanca, y con la activa participación de nuestro Partido en Córdoba, dirigido por César Gody Álvarez. En 1972 adherimos al maoísmo.
El PCR nació en tiempos de grandes combates obreros y populares en todo el mundo: la China que defendía el socialismo y llevaba adelante la revolución Cultural Proletaria con Mao Tsetung al frente, el Mayo Francés, la lucha contra la intervención imperialista yanqui en Vietnam, entre otros hitos.
Al servicio del pueblo
Nuestro PCR alertó sobre el golpe de Estado que se avecinaba desde fines de 1974, luego de la muerte del general Perón. Denunció que todos los imperialistas (yanquis, rusos, ingleses, entre otros) y las clases dominantes trabajaron para voltear el gobierno constitucional y frenar el auge de lucha de masas. Nuestro Partido y la JCR tuvieron en esta lucha mártires y presos. Pasado el golpe fascista del 24 de marzo de 1976, nos quedamos en el país para organizar la resistencia a la dictadura desde el inicio. Mantuvimos en la clandestinidad nuestra prensa quincenal y los materiales de nuestro Comité Central. Al frente de las luchas obreras y campesinas, y participando de la organización de las Madres de Plaza de Mayo desde su inicio, tuvimos presos, torturados, perseguidos, deportados y detenidos desaparecidos, nuestros mártires a los que nunca vamos a olvidar. En plena dictadura enfrentamos el intento de guerra fratricida con Chile, así como denunciamos la restauración capitalista en China.
El 2 de abril de 1982 se recuperan las Islas Malvinas. El PCR apoyó esta guerra justa de un país dependiente y con parte de su suelo colonizado. El pueblo que venía luchando contra la dictadura concentró su odio, con justeza, contra el agresor inglés. La dictadura la llevó a la derrota, pero el pueblo, protagonista de la guerra, no abandonó las calles y siguió la pelea contra la dictadura. Nuestro PCR planteó que no quede piedra sobre piedra de la dictadura fascista, pero en 1983 ésta pudo elegir su camino de retirada.
Tras la dictadura, fuimos parte de los trece paros generales que desenmascararon la política de Alfonsín. En 1985 nuestro Partido jugó un papel destacado en la ocupación de la planta de Ford en Pacheco contra los despidos, por parte de sus 4.500 obreros, que pusieron en marcha la producción. Seguimos la lucha por el juicio y castigo a los responsables del genocidio dictatorial frente a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Fuimos motor de la organización de los Encuentros Nacionales de Mujeres, desde el primero en 1986.
Nuestro partido analizó el auge abierto con el Santiagueñazo de 1996, y en 1996 Otto Vargas lanzó la consigna de un Argentinazo que imponga otra política y otro gobierno. Fueron años de grandes luchas contra la entrega menemista, cuyo emblema fue la defensa del Astillero Río Santiago, luego contra el odiado De la Rúa, con grandes hitos como Tartagal, Mosconi y los cortes de La Matanza, que desembocaron en la pueblada nacional que volteó al gobierno de De la Rúa el 19 y 20 de diciembre de 2001, de la que se cumplen 20 años.
Encabezamos la rebelión agraria y federal de 2008, defendiendo los intereses de los trabajadores rurales y los pequeños y medianos campesinos. Protagonizamos la heroica lucha de los obreros de Terrabusi-Kraft en 2009, que marcó un camino para enfrentar la crisis, así como grandes luchas por tierra para vivir y trabajar, en todo el país. En todas estas luchas tuvimos mártires, a los que no olvidaremos.
Las luchas contra el infierno macrista
En los años de gobierno macrista, estuvimos al frente del combate popular contra el hambre y la entrega. Impulsamos la unidad de los movimientos sociales que protagonizó grandes batallas, ayudando en la conformación de “los Cayetanos” que conquistaron importantes leyes de emergencia, y luego, en un proceso esa unidad en las calles se plasmó también en lo electoral, y fuimos uno de los afluentes del Frente de Todos que derrotó a Macri en las elecciones.
Como hemos planteado desde un inicio, somos parte del Frente de Todos, con independencia, pero no del gobierno. Nuestro Partido y su JCR, que en el 2022 cumplirá 50 años, no nos paralizamos en medio de la pandemia y nos pusimos al frente de la lucha frente a la emergencia sanitaria, económica y social agravada por los cuatro años de macrismo.
En un mundo y una América Latina en el que crecen las luchas, y donde la disputa interimperialista trae nubarrones de guerra entre las potencias, sostenemos las tareas de la solidaridad internacional. Como dijo el camarada Jacinto Roldán en nuestro 47 aniversario “En la Argentina existe el comunismo y existe el maoísmo porque existe el PCR, y ese es nuestro mayor orgullo. Existimos y vamos por más”.
Con ese orgullo reafirmamos nuestro compromiso de mantener el legado de Otto Vargas y redoblar el paso para avanzar en el camino de la revolución necesaria para resolver los urgentes problemas que viven la clase obrera y el pueblo. Una revolución que libere a la Nación de la dependencia del imperialismo, termine con el latifundio a través de la reforma agraria y abra el camino al socialismo.
Una revolución democrática-popular, agraria y antiimperialista, en marcha ininterrumpida al socialismo, que permita dar vuelta el viento a favor de la clase obrera y el pueblo, garantizando tierra, techo, trabajo, salud, educación, soberanía y derechos para todas y todos los que habitan nuestro suelo.
Hoy N° 1894 15/12/2021