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21 de December de 2010

Una realidad que estalló en la cara del kirchnerismo y sus rivales dentro del sistema

Pobreza y hacinamiento

Hoy 1349 / La hora política

1. Los expulsados de la tierra

1. Los expulsados de la tierra

La ocupación por miles de personas de un extenso parque, en gran parte abandonado, en la zona sur de la propia Capital Federal, con el trágico saldo de tres muertos por la represión policial y parapolicial, puso en evidencia el drama de la pobreza y la indigencia, agravado por la inflación, que hoy viven más de 10 millones de personas en el país, un cuarto de la población total. Y en particular el problema de la falta de vivienda, o de tierra donde asentarse, con sus consecuencias de hacinamiento y falta de servicios esenciales, que agravan la situación de miseria en que viven esos pobres e indigentes en su gran mayoría expulsados de la tierra en el país o en los países vecinos, como a principios del siglo pasado ocurría con los inmigrantes de Europa.

Ya antes otro hecho trágico, como fue el vil asesinato de Roberto López en Formosa, muerto en la defensa de las tierras de su comunidad por la policía y los grupos parapoliciales al servicio de los terratenientes, había puesto al desnudo el avance de la explotación latifundista, al amparo de la política del gobierno nacional y los gobiernos locales, que expulsa a los pobres del campo hacia las ciudades. Y, unos días antes, el asesinato de Mariano Ferreyra en las vías del Ferrocarril Roca, por grupos parapoliciales y evidente complicidad policial, había mostrado el drama de los millones de trabajadores precarizados, la superexplotación a que son sometidos y que condena a ellos y sus familias también al hambre y la pobreza, como a los expulsados de la tierra.

Cinco muertos en menos de dos meses, sin contar la compañera de Ferreyra que se debate entre la vida y la muerte en un hospital y el otro originario muerto en Formosa en un dudoso accidente, han puesto en evidencia en toda su crudeza la cara no visible de la política del gobierno kirchnerista, que ya no pueden tapar sus estadísticas mentirosas ni los argumentos oficiales de que quienes protestan es porque no les gusta reconocer “lo bien que nos va”, como sostuvo la señora Presidenta. Tampoco las acusaciones sobre supuestos complots o de utilización de la situación por algunos “aprovechados” –que pueden existir–, pueden ocultar la realidad del drama social que ha aflorado con estos hechos, y los que se suceden en otros lugares del país y en la propia Capital Federal. “No es casualidad”, diría un intendente del Gran Buenos Aires, tratando de ocultar la causalidad que hace que se multipliquen las tomas de terrenos baldíos (frente a tanta gente que necesita un pedazo de tierra y un techo), desde aquí a Santa Fe, Córdoba o Villa La Angostura en Neuquen (30 registraba la prensa el fin de semana en todo el país).

 

2. Crisis en el poder

El estallido de la crisis social hizo estallar una crisis política en las alturas. El gobierno kirchnerista trató de ocultar su responsabilidad en la represión, tras las primeras dos muertes en Soldati, polarizando con el reclamo claramente racista del gobierno macrista de la Ciudad de Buenos Aires cuya actitud alentó los sentimientos xenófobos de sectores de clase media, particularmente en los barrios cercanos al parque ocupado. Finalmente ambos gobiernos llegaron a un acuerdo, con vagas promesas de medidas para encarar el problema y presiones de todo tipo, logrando la salida de los ocupantes (ver nota en paginas centrales). El propio gobierno kirchnerista, a través de su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, fue más allá de la posición macrista amenazando que, de ahora en más, quien tome un predio público no sólo quedará excluido de cualquier plan de vivienda sino de cualquier plan social, legitimando el chantaje que es moneda corriente con los pobres y excluidos de la tierra en este sistema.

La crisis en el poder que se vivió en estos días –un episodio más de la fractura en el bloque hegemónico de las clases dominantes-,  mostró también la fragilidad en que ha quedado el gobierno kirchnerista, tras la muerte de quien fuera su líder político único, Néstor Kirchner.

Los intentos de Cristina Fernández de reconstruir su imagen en importantes sectores del bloque hegemónico de las clases dominantes, como lo mostró su presencia en al Unión Industrial y en las plantas de los principales monopolios de la industria autormotor, han sufrido un duro golpe con la heroica huelga de los petroleros de Chubut y Santa Cruz que enfrentaron el pacto de “paz social” con los monopolios petroleros y sus personeros, que pretendía ser un “modelo” de pactos sectoriales con otros sectores monopólicos. A su vez, el pacto con los monopolios mineros provoca un gran rechazo en los sectores patrióticos y populares, y su política de suave inclinación hacia los imperialistas yanquis y europeos, como se vio en la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata y en las gestiones ante el Club de París y el Fondo Monetario Internacional, le ha abierto grietas entre los sectores antiimperialistas, particularmente juveniles, ganados con discursos patrióticos y latinoamericanistas. A lo que se suma ahora su actitud frente a la crisis social, poniendo al desnudo la endeblez de su discurso democrático y popular.

Todo esto, a su vez, ha hecho aflorar las contradicciones entre las distintas camarillas que integran el gobierno en una dura disputa en la que han perdido posiciones los sectores que trabajan con Aníbal Fernández, mientras han avanzado los que trabajan con Julio De Vido, por un lado y con Nilda Garré, por otro. Disputa por “espacios de poder” que sigue abierta.

 

3. Reagrupar fuerzas para el combate

Con el inicio de 2011, entraremos en el año del Décimo Aniversario del Argentinazo, de ese diciembre de 2001 que, con la posterior Rebelión Agraria y Federal de 2008, bocetó un camino para lograr la Segunda Independencia: el de la revolución de liberación nacional y social para acabar para siempre con el latifundio y la dependencia del antiimperialismo, en unión con los pueblos de los países hermanos de América Latina, como fue en aquella gesta de nuestra primera independencia, entre 1810 y 1824.

La heroica huelga de 17 días de los petroleros en la Patagonia, las manifestaciones de los chacareros contra el robo de los monopolios cerealeros en el precio del trigo y las ocupaciones de los “sin techo” y los excluidos de la tierra, muestran que todavía arden las brasas del Argentinazo y la Rebelión Agraria, y que existen condiciones para pelear por hacer posible lo necesario.  En particular por una reforma urbana y una reforma agraria que solucione de fondo el drama que hoy viven millones en las ciudades y en el campo, cosa que sólo será posible de conquistar reagrupando todas las fuerzas populares, patrióticas, democráticas y antiimperialistas como plantea el llamamiento de nuestro Partido Comunista Revolucionario. Con la vista puesta en la construcción de ese frente para redoblar el combate antioligárquico y antiimperialista en todos los terrenos incluido el electoral, intensificaremos la campaña por la recuperación de la personería jurídica del PTP y el fortalecimiento del PCR y la JCR, para avanzar en el camino bocetado por el Argentinazo y la Rebelión Agraria hacia la Segunda Independencia, en unidad con nuestros hermanos de Latinoamérica y con el proletariado y todos los pueblos y naciones oprimidas del mundo.