Victoria final
Escribe Juampi “Sapito” Alba
Miles de ojos te lloran al unísono,
millones de pies caminarán futuro,
tu huella marca un sendero de igualdad:
¡Que vengan ahora
los mercenarios y verdugos,
los escépticos y traidores,
para que cada enemigo del pueblo
vea de una vez y con sus propios ojos
lo que es una victoria!
Me imaginé
Escribe María Susana Hermida
Me imaginé que
En algún rincón del mundo
Un águila
O un oso
O cualquier depredador
Habrá sonreído sabiendo
Que esta mañana moría
Uno de los más grandes
De los más rojos
De los más fuertes de nosotrxs.
Me imaginé que
La misma águila
O el mismo oso
O el mismo depredador
Supo que seremos
Más grandes
Más rojos
Más fuertes
Y tembló.
Dudas y preguntas para Otto Vargas
Escribe Juan Pablo de Mar del Plata
¿Sabrá Otto Vargas que al desparramarse la noticia de su muerte, miles de jóvenes lloraron desconsoladamente su partida, aún sin haberlo visto jamás? ¿Que en escuelas secundarias, universidades, fábricas, surcos y barrios, un viento frío inundó todo con la noticia?
¿Sabrá este rionegrino que en su despedida, una inmensidad de fuerzas políticas y personalidades lo saludaron con respeto y admiración? ¿Que hasta los enemigos guardaron decoroso silencio ante la muerte de un majestuoso adversario? Alguna letra temblorosa y en la oscuridad, blasfemó con sorna su partida, vestido de un falso colorado vociferó el miedo de los poderosos, y ratificó sin quererlo, lo correcto de nuestro rumbo.
Estoy seguro que no tendrá presente este pequeño gran hombre, que se transformaría en uno de las más grandes marxistas de la época. Que se iba a convertir en bandera, remera y canción. Y que su ejemplo será narrado en centenares de idiomas, para contar lo hermoso que es enterrar el corazón en su tierra, para que este se convierta en semilla de rebelión.
¿Qué nos queda a los que aún no nos tocó la hora? ¿A los que esperamos sin fecha cierta el día del adiós? No olvidar. Sonreír la contemporaneidad del que dejó todo por la alegría de su gente. Que se va como vivió, pero que nos fue pariendo de a miles, cerrándonos el puño y regándonos de una roja sangre bendita. Esa que nos hizo prometerle a los ignorados, que no descansaremos hasta el final para verlo a él y a tantos, saludando en un balcón pintado de pueblo, con toda la calidez de su voz y todo el peso de la historia.
No puedo llorarte
Escribe María Rosario
No puedo llorarte:
Porque dejaste un surco rojo
En cada rincón del mundo que pisaste,
Porque superaste tu humanidad
Multiplicándote en miles,
Porque supiste tener la dignidad
De morir como viviste,
Porque pusiste tu salud y te enfermedad
Siempre al servicio del pueblo.
Porque tuviste errores,
Porque tuviste mil aciertos,
Porque supiste darle un sueño de lucha
A toda nuestra generación,
Por haber logrado que un simple pibe
Hoy desee ardientemente una revolución.
No puedo llorarte sin orgullo,
No puedo recordarte sin amor,
De ese amor verdadero que nos mueve
A dejar hasta la última gota de sangre
Por ver a los oprimidos tomar el poder.
Como vos nos enseñaste,
Como lo hiciste en la teoría y la práctica,
Como lo haremos ahora en tu nombre
Y en el de cada camarada que no está,
Otto Vargas, nuestro faro,
Dejó de respirar para transformarse en fuego,
Nuestro fuego,
El fuego de los de abajo,
El fuego que nos incendia la tristeza,
El fuego que convierte todo dolor en lucha,
¡Hasta la victoria siempre!
Hoy N° 1756 27/02/2019