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10 de September de 2014

Reproducimos la Declaración final del 1 de agosto del seminario  celebrado en Quito, Ecuador: El actual escenario internacional y las tareas de los revolucionarios

Problemas de la revolución en América Latina

18º Seminario Internacional

 Con un aire de aparente tranquilidad y optimismo los analistas económicos de la burguesía internacional anunciaron al mundo que la crisis económica que estalló el 2008 había llegado a su fin y se vislumbraba un período de recuperación del capitalismo. Efectivamente, manifestaciones de pequeña recuperación económica se evidencian en algunos países como Estados Unidos y Alemania, mas, al mismo tiempo, otras economías sufren recaídas. En todos estos años, el centro de la crisis se ha ido desplazando de una a otra región, sus efectos económicos aún están presentes en todo el mundo acompañados de la agudización de conflictos políticos y sociales.
El mundo es escenario de una aguda confrontación político-social entre pueblos y clases dominantes, entre países dependientes y estados imperialistas, y, entre potencias imperialistas entre sí que disputan ferozmente el control de zonas de influencia, mercados, recursos naturales de los países dependientes, etc. Así se explican conflictos político-militares que se producen en varios puntos del planeta como Ucrania, Siria o el Medio Oriente.
En este agitado mundo, los trabajadores, la juventud, los pueblos en general se abren paso con sus luchas, buscando afirmar el protagonismo histórico que les corresponde.
La arremetida del capital para descargar la crisis sobre la espalda de los trabajadores ha chocado con la respuesta combativa de los pueblos en Europa. Desde el otro lado del océano, los pueblos latinoamericanos hemos mirado con alegría y optimismo las huelgas generales, las movilizaciones callejeras, las jornadas combativas que se han extendido en España, Grecia, Portugal, Italia, Alemania… en fin, prácticamente en todo el viejo continente. En ese ejercicio de lucha de masas las organizaciones revolucionarias redoblan esfuerzos para dar rumbo correcto a esos combates, disputando con fuerzas de derecha y oportunistas que ven en esas circunstancias la oportunidad para dar soluciones políticas a la crisis sin afectar el marco de la institucionalidad burguesa.
Frente a los salvajes mecanismos y niveles de explotación capitalista en Asia y África, la respuesta de los trabajadores es la huelga. Miles, decenas de miles de obreros y obreras, de mineros, trabajadores agrícolas paralizan sus labores en empresas que, en su mayoría, son subsidiarias de transnacionales imperialistas.
El continente americano, al que la historia en un momento le encomendó alzarse en armas para derrotar la dominación colonial, también es escenario de protestas populares, de agudas confrontaciones políticas, de disputas interimperialistas.
El ciclo de los denominados gobiernos progresistas presenta graves problemas. La obra pública y social que pudieron desarrollar en los años anteriores gracias a los inusuales ingresos económicos por la venta de sus materias primas en el mercado internacional, ahora tiene dificultades en su continuidad: los problemas económicosprovocan estragos. En su búsqueda de recursos han optado por lo tradicionalmente aplicado por la burguesía en el poder: posternarse ante el capital financiero internacional y meter la mano a los bolsillos de los trabajadores.
Capitales chinos, rusos, canadienses, norteamericanos fluyen hasta esta región para emprender proyectos mineros, petroleros, energéticos… o a través empréstitos que, en uno y otros casos, afirman una dependencia económica ya existente. Varios de esos gobiernos “progresistas” a nombre de una supuesta actitud antiestadounidense, en realidad, llevan adelante una renegociación de la dependencia con China, de manera particular.
En muchos aspectos del ejercicio económico y político no existe mayor diferencia entre los gobiernos “progresistas” y los abiertamente de derecha. En unos y otros se aplican políticas y leyes para restringir y hasta eliminar derechos de los trabajadores y los pueblos; con distintos membretes –pero con idénticos propósitos- se aprueban leyes “antiterroristas” que buscan impedir la protesta popular a través de su criminalización; coinciden en el impulso de proyectos extractivistas, agroenergéticos que saquean nuestras riquezas y provocan funestas e irreversibles consecuencias en la naturaleza.
Por supuesto, existen más ejemplos de la aplicación de políticas antipopulares y antinacionales, por ello el descontento y la lucha de los trabajadores, la juventud y los pueblos crece… y la represión también. En América, como en otros partes del planeta, la reaccionarización del Estado es un hecho que, no obstante, choca la lucha de los pueblos a través de las más diversas formas.
De cara a esta realidad, y teniendo presente que la razón de ser de las fuerzas revolucionarias es organizar el protagonismo de las masas en la revolución, los participantes en este Seminario Internacional comprometemos nuestra lucha, la defensa de los intereses inmediatos y estratégicos de los trabajadores y los pueblos, y la defensa de la soberanía nacional  bajo el signo de la independencia de clase.
Nos ratificamos en el principio de la unidad de los trabajadores y el pueblo como base fundamental para derrotar a los comunes enemigos de estos, unidad antiimperialista para llevar a buen puerto nuestra lucha.
Trabajamos para que las ideas revolucionarias se abran camino y se afirmen en la conciencia de los pueblos, para ello, es fundamental confrontar y derrotar a las clases dominantes y al imperialismo en el terreno ideológico. No basta combatir las posiciones abiertamente reaccionarias y de derecha; es fundamental desenmascarar las tesis y posiciones pseudoizquierdistas y oportunistas que actúan en el movimiento popular para hacer de éste funcional a proyectos procapitalistas a nombre de supuestas revoluciones del siglo XXI.
Las luchas de los trabajadores y los pueblos que se desarrollan en cualquier parte del planeta las sentimos como nuestras, por eso nos solidarizamos con todas ellas. De manera particular, levantamos nuestra voz y nuestro puño de indignación frente al genocidio impulsado por el Estado sionista de Israel con el apoyo yanqui en contra del pueblo palestino: nuestra solidaridad con la heroica lucha del pueblo palestino por recuperar su territorio y con su derecho a la autodeterminación. Nuestra voz de aliento al pueblo venezolano que lucha por defender las conquistas democráticas obtenidas en estos años, y nuestra condena a la acción intervencionista y desestabilizadora de imperialismo norteamericano y la burguesía de ese país. Nos solidarizamos con el pueblo de Ucrania víctima de las ambiciones de grupos  corruptos y reaccionarios internos y de las disputas entre potencias extranjeras.
Exigimos la libertad de los luchadores populares, de los presos políticos y prisioneros políticos de guerra y de todas las víctimas de la represión procesadas por sus convicciones en distintas partes del planeta.
Estas opiniones, fruto de un debate franco y respetuoso desarrollado en el marco del 18º Seminario Internacional Problemas de la Revolución en América Latina, realizado en Quito, exponemos a los pueblos latinoamericanos y del mundo.
Nuestro objetivo es la revolución social y nacional, la liberación de toda la humanidad del yugo del capital: en ese propósito apuntamos nuestros mejores esfuerzos.