Una vez más los pueblos del mundo hemos demostrado que en los momentos más difíciles y dolorosos nos ponemos al frente de resolver los problemas y las injusticias. En Argentina, América Latina y en cada rincón del planeta venimos enfrentando la pandemia del covid-19 que siembra penuria, enfermedad y muerte. Luego de largos meses de penumbra e incertidumbre hoy podemos decir que hay luz al final del túnel: la vacuna.
Hemos contribuido a encender esa luz con los/as trabajadores de la salud y de otros servicios esenciales, con el aporte de nuestros técnicos/as y científicos/as, organizándonos en cada barrio, en cada lugar de trabajo, con nuestros comedores y merenderos, promoviendo las medidas sanitarias, y con miles de voluntarios/as en los que se experimentaron esos remedios y esas vacunas.
Desde que la pandemia llegó a nuestro país se libra una feroz lucha entre quienes trabajamos para enfrentarla y los que, con mezquinos fines económicos y político-electorales, buscan su fracaso sin medir las graves consecuencias para la vida y la salud de nuestro pueblo. De un lado, los/as trabajadores de la salud, los y las esenciales, los/as científicos, las organizaciones sociales, sosteniendo comedores, merenderos y la solidaridad en los barrios. Del otro una oposición neoliberal cargada de odio, con el apoyo de poderosos multimedios, mintiendo y sembrando confusión sobre las medidas necesarias para enfrentar la pandemia.
Usan las tremendas dificultades económicas de la mayoría para atacar al gobierno y promover el desánimo, cuando fueron ellos los que dejaron al país de rodillas y provocaron hambre y pobreza con su política de ajuste y entrega. Los que rebajaron el Ministerio de Salud a Secretaría y destruyeron el sistema sanitario. También fueron ellos quienes recortaron el presupuesto de salud y educación, destruyeron las PYMES, desfinanciaron la investigación científica y agravaron la dependencia, cerrando el camino a la imprescindible soberanía sanitaria.
Ahora ponen en cuestión y siembran dudas sobre la vacuna que es la principal herramienta para dar combate al covid-19.
El 2020, fue un año muy duro para la comunidad educativa: fueron miles los estudiantes que abandonaron la escuela por falta de dispositivos para conectarse, acceso a internet o porque tuvieron que salir a laburar para dar una mano en casa porque la comida no alcanza.
Entendemos que no podemos transitar otro año con los pibes fuera de las aulas, y que hay que tomar urgentes medidas para que la vuelta a la presencialidad no empeore la delicada situación sanitaria en la que nos encontramos. La presencialidad en escuelas y facultades, como modalidad principal, no solo es insustituible para el aprendizaje, sino que también es el lugar de socialización de niños, jóvenes y adultos. Y junto con el trabajo es factor organizador de la sociedad.
Es necesario que el conjunto de la comunidad educativa (docentes-padres-estudiantes) formen parte de la elaboración de criterios unificados para el retorno a clase en condiciones seguras y para que las crisis económica, social y educativa no la sigan bancando los que menos tienen.
Peleamos para que todo el pueblo siga protagonizando la lucha en la emergencia sanitaria, social y económica, organizándonos en comités de crisis en cada barrio, lugar de trabajo y estudio y multiplicando los promotores/as de salud. Creando conciencia sobre la importancia de vacunarse, garantizando el funcionamiento de comedores y merenderos, trabajando con docentes-padres-alumnos por la reinserción de los chicos/as en las escuelas, por mejorar las condiciones de seguridad en nuestros barrios y para enfrentar la creciente violencia de género.
En un mundo donde las grandes potencias se adueñan del 95% de las vacunas y solo el 5% llega a países oprimidos como el nuestro, respaldamos la pelea del gobierno por conseguir la vacuna para nuestro pueblo.
La lucha por salud, educación, pan, techo, tierra y trabajo para todos/as, sigue siendo el principal objetivo.
Hoy N° 1853 24/02/2021