Allí, en la Angostura de Punta Quebracho, con derramamiento de sangre y el esfuerzo heroico de nuestros hermanos ¡vencieron a la flota anglo-francesa! ¡la más poderosa del mundo de entonces!
Las armadas inglesa y francesa, que custodiaban los buques mercantes de esas nacionalidades, y ya tenían la pretensión de ejercer un comercio con las provincias de las orillas del Paraná desconociendo la autoridad y la soberanía de la Confederación Argentina, ¡nunca más se atreverían a lucrar por la fuerza!
Algunos historiadores hablan de que la lucha que se desarrolló en la Angostura de Punta Quebracho, en lo que hoy es la localidad de Puerto General San Martín en el departamento de San Lorenzo (provincia de Santa Fe), fue una “segunda independencia”.
Pero luego de 149 años, por la cobardía, la traición y la entrega de funcionarios elegidos por el pueblo, de manera vil y sin librar batalla alguna, potencias extranjeras consumaron lo que en 1846 no pudieron. Se apropiaron de nuestro río, cambiaron su nombre y lo llamaron “hidrovía”.
En ese otro “campo de la gloria” se derramó sangre criolla en el año 1846. Esa tierra recibió el sudor y la sangre de patriotas que no dudaron en dar su vida por la patria ¡y la dieron!
Un campo así es un lugar sagrado. No solo por la lucha y por lo que significó la victoria, sino por la gesta de un pueblo soberano que prefirió luchar y morir a ser colonizado, que defendió su soberanía sin dudarlo, con valor y patriotismo. Ese mismo valor y patriotismo es el que hoy no abunda en dirigentes, funcionarios, ni en algunos escasos compatriotas ligados a las exportaciones en manos de extranjeros.
Tal es así, que al mismo campo de Punta Quebracho, santuario de luchas y victorias, algún “funcionario” se lo ha cedido alegremente a la multinacional yanqui Cargill “porque necesitaba lugar”. Y como si esto no fuera demasiado, no se les ha ocurrido otra cosa que trasladar a otro lugar el sitio histórico original. O sea: donde está no fue, donde está no se luchó, donde está no es el campo de la gloria de la batalla de la Angostura de Punta Quebracho, donde está no se derramó la sangre patriota luchando por nuestra soberanía.
Donde se derramó, donde se sudó, se luchó y se venció, hoy está justamente el “extranjero”, una multinacional, ¡Cargill!
¿Qué pensaba el funcionario que se la cedió? ¿Qué pensaría Lucio Mansilla de él? ¿Cómo se puede traicionar lo más sagrado, la lucha, la patria, el símbolo, la sangre derramada? ¿Cuál fue el precio de semejante afrenta?
¡Hoy ese campo de la gloria fue secuestrado! ¡Hoy está acorralado! ¡No se puede pasar, ni rendir justo homenaje a los patriotas de Punta Quebracho en el original sitio histórico! El lugar está amurallado, acorralado, secuestrado, al igual que los sueños e ideas de libertad y soberanía de tantos patriotas como San Martín, Manuel Belgrano, entre tantos otros y otras.
Necesitaban el lugar… y se los dieron… Si mañana necesitan el mismo Monumento a la Bandera en Rosario, o el Campo de la Gloria en San Lorenzo, seguramente se los darían… Porque el corrupto hace otro en otro lugar en el que no “moleste” a los gringos.
Dijo Arturo Jauretche: “Si malo es el gringo que nos compra peor es el criollo que nos vende”.
Escriben
Feliciano Ramos (Capitán Fluvial Dragador – 48 años de servicio)
Luciano Orellano (Foro por la Recuperación del Paraná)