Tras la imposición del plesbicito por los sectores prorusos dominantes en Crimea, las fuerzas navales y terrestres del imperialismo de Rusia tomaron la semana pasada las bases militares ucranianas instaladas en la península (con un soldado ucraniano muerto en la de su capital, Simferopol). Además, tomaron los barcos de guerra ucranianos amarrados en el puerto de la ciudad de Sebastopol; donde tienen la base naval rusa del Mar Negro –con unos 11.000 marinos- desde donde puede acceder al Mediterráneo.
Tras la imposición del plesbicito por los sectores prorusos dominantes en Crimea, las fuerzas navales y terrestres del imperialismo de Rusia tomaron la semana pasada las bases militares ucranianas instaladas en la península (con un soldado ucraniano muerto en la de su capital, Simferopol). Además, tomaron los barcos de guerra ucranianos amarrados en el puerto de la ciudad de Sebastopol; donde tienen la base naval rusa del Mar Negro –con unos 11.000 marinos- desde donde puede acceder al Mediterráneo.
Dicha base fue instalada hace 230 años por el imperio zarista y, tras la disolución de la URSS y la proclamación de la independencia de Ucrania en 1991, siguió bajo jurisdicción rusa en condición de arrendamiento hasta 2047. “En Crimea están las tumbas de los soldados rusos y la ciudad de Sebastopol es la patria de la Flota del mar Negro”, sostuvo el presidente de Rusia, Vladímir Putín, para justificar su intervención.
Sobre el fin de semana, siguiendo con su política imperialista de hechos consumados, Putin firmó la ratificación del acuerdo sobre la anexión de la república de Crimea y de la ciudad de Sebastopol a Rusia, y de la ley federal sobre su adhesión. Dicha ley establece que el período transitorio que servirá para resolver las cuestiones acerca la integración de Crimea y Sebastopol en los sistemas económico, financiero, crediticio, legal e institucional, durará hasta el 1 de enero de 2015. Se proclama que Crimea tendrá tres idiomas oficiales: el ruso, el ucraniano y el tártaro crimeo y que, desde el 18 de marzo, a los ciudadanos de Ucrania y a todos los residentes en Crimea o Sebastopol se les impone la nacionalidad rusa, si no se manifiestan individualmente en contra en el plazo de un mes.
En el camino del imperio zarista
Putin se apoyó en los resultados del plebiscito, así como en la tradición del imperio zarista, para argumentar su decisión de apoderarse de la península que fuera entregada a Ucrania por el dirigente de la entonces todavía Unión Soviética, Nikita Krushchev, en 1954, ya que la península de Crimea está geográficamente unida a Ucrania (como la península de Valdez esta unida a Chubut) y un 85% de su suministro de agua y un 82% de su electricidad dependen de la parte continental de Ucrania.
“En los corazones y mentes de la gente, Crimea siempre ha sido y continúa siendo una parte inseparable de Rusia. Este compromiso, basado en la verdad y la justicia fue firme, fue pasado de generación en generación”, afirmó Putín como si la historia de Crimea hubiera empezado con su ocupación por el imperio ruso. Pero Crimea tiene su historia desde la Era Antigua en Eurasia, habiendo sido colonizada u ocupada por Grecia, Roma, Bizancio y otros hasta que, a comienzos de la Era Moderna (1475) fue invadida por el Imperio Otomano (de Turquía), que subordinando a los tártaros, la comunidad de tradición musulmana que habitaba allí desde el siglo XIII, instaló un kanato (principado tártaro) que existió hasta 1783, fecha en que fue ocupada por el imperio zarista, tras la llamada Guerra de Crimea (que enfrentó a los rusos con los ingleses y franceses aliados a los otomanos). Con el extrañamiento posterior de la mayoría de los tártaros y la instalación de los rusos, hoy Crimea tiene una población de dos millones de habitantes, en su mayoría ese origen (60%), una minoría de ucranianos (24%) y otra de tártaros (13%).
Sanciones de Occidente y réplicas de Rusia
El lunes de la semana pasada, Estados Unidos anunció sanciones económicas contra funcionarios en altos cargos públicos rusos y los ministros de exteriores europeos acordaron imponer sanciones contra políticos rusos y ucranianos, a los que consideran responsables de atentar contra la integridad territorial de Ucrania. Tras la incorporación de Crimea y Sebastopol a la Federación Rusa, el jueves pasado, Washington amplió su lista de ciudadanos rusos sancionados incluyendo en ella a otros 20 funcionarios, empresarios y legisladores; impuso además restricciones contra el banco Rossiya. El viernes la Unión Europea amplió su lista de rusos sancionados por su relación con la crisis de Crimea de 21 a 33, a quienes congeló sus cuentas.
A su vez, Moscú anunció el viernes que daría una respuesta “adecuada y recíproca” a las sanciones de Occidente. “En la práctica diplomática y política existe el concepto de reciprocidad. La respuesta debe ser adecuada y no voy a ocultar que ahora estamos trabajando en ello”, declaró el viceministro de Exteriores de Rusia, Grigori Karasin, al intervenir en una reunión de la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado ruso.
Los tironeos de los imperialistas, de uno y otro lado, están llevando al desmembramiento de Ucrania y a la clase obrera y los pueblos de ese país a una guerra civil sobre la base de la exacerbación de las diferencias étnicas y religiosas. En tanto, los movimientos militares y las sanciones económicas agravan las consecuencias de la crisis que descargan sobre ellos las oligarquías locales y los imperialistas. Por ejemplo, tras la ocupación militar de Crimea, el imperialismo ruso aumentó en más de un 25% el precio del gas que abastece al resto de Ucrania, lo que no se presenta como una sanción sino como una eliminación de la rebaja en el precio que se daba antes como pago por el arrendamiento de la base naval en Sebastopol. A su vez, los préstamos de las otras potencias imperialistas se condicionan a fuertes planes de ajuste sobre los trabajadores y la economía de Ucrania.
¡Fuera las garras imperialistas de Ucrania! ¡Solidaridad con la clase obrera y los pueblos de Ucrania!