1 – Una derecha con promesas
Al cierre de esta edición de hoy, con las cifras del escrutinio provisorio hacemos una primera aproximación a lo que pasó en las elecciones de la Capital Federal y los cambios que introducen en la escena política nacional.
Mauricio Macri se impuso claramente en la primera ronda de las elecciones. Con casi el 46% de los votos a partidos (el 30,6% de los votos del total del padrón) superó la suma de los dos rivales, Filmus y Telerman, ganó en todos los barrios, y tendrá 28 de las 60 bancas en la Legislatura porteña. El resultado logrado por el jefe de PRO, superó sus pronósticos y los de los encuestadores. Aumentó 150.000 votos entre la primera vuelta de las elecciones del 2003 y la actual. ¿Qué cambió de aquella elección a la de este domingo?
En esta elección, el jefe de PRO pudo camuflarse tras una campaña de promesas electorales, aprovechando el desgaste de Kirchner y la indefinición política de Telerman. Macri aprovechó también el perfil de su compañera de fórmula, Gabriela Michetti, tanto con relación al electorado femenino como al papel que jugó contra Ibarra en la masacre de Cromañón.
En el 2003, Macri fue el blanco, primero de Ibarra y después de Ibarra y Kirchner. El domingo pasado, Kirchner y su fórmula, Filmus-Heller, tuvieron como blanco a Telerman, con el objetivo de ingresar en la segunda vuelta. La pelea de perros y gatos Filmus-Telerman logró desgastar al actual jefe de Gobierno y dejarlo afuera del ballotage. Pero fue a costa de dejar “engordar” a Macri, libre de presiones y de ataques.
K: no es barrera de contención
El kirchnerismo logró colocar a Filmus en la segunda vuelta con el auxilio de Ibarra. De un Ibarra duramente golpeado por su responsabilidad política en la masacre de Cromañón: perdió 334.178 votos entre la primera vuelta del 2003 y las del domingo pasado (tuvo 582.138 votos en el 2003 y 247.960 ahora, el 9,63% del total del padrón).
El kirchnerismo, de hecho, facilitó el juego de Macri de pintarse de “hacedor”, no solo por concentrarse en Telerman. Hay otras razones.
Kirchner facilitó el juego de la derecha macrista en la Capital Federal, también, porque aspira a un bipartidismo con un centroizquierda K, y una oposición de centroderecha. Derrotar a Telerman, Carrió y el radicalismo “no K” era una necesidad para ese “armado”. Además, Kirchner sabe que atrás de Mauricio Macri está su papá, Franco Macri, asesor y socio del imperialismo chino para sus inversiones en América Latina; un imperialismo con el que Kirchner cuida sus buenas relaciones y ha hecho buenos negocios. Por el contrario, en torno a Telerman se reunieron muchos de los grupos políticos que históricamente han tenido relaciones estrechas con el sector de los capitales rusos que están más cruzados con Kirchner (como Duhalde y Alfonsín, entre otros).
El PC (el sector de Heller y el Banco Credicoop), teorizó en Nuestra Propuesta la misma línea que aplicó Kirchner. Justificó su alianza con Filmus en la necesidad de enfrentar a “la nueva derecha”, Telerman, a la que definieron como “más peligrosa” que la derecha tradicional de Macri, por presentarse “emboscada”.
El problema para Kirchner y sus socios es que le facilitaron el juego a Macri de tal manera que lo dejaron en la puerta de la casa de gobierno porteña. Con lo que, además, Macri quedó perfilado nítidamente como cabeza del “centroderecha”, con muchas posibilidades de convertirse en jefe del gobierno porteño, y dueño de la tercera “caja” del país.
Así como la desaparición de López demostró que Kirchner no es barrera de contención contra la derecha fascista, esta primera vuelta electoral porteña demuestra que tampoco lo es frente a la derecha “perfumada de propuestas”. Lo mismo puede decirse del resultado electoral en Neuquén, donde el kirchnerismo cerró filas para impedir que Sobisch fuese volteado por una pueblada y llegara a las elecciones del domingo pasado, en las que el MPN se impuso.
No es solo una cuestión de “apetito electoral desmedido”, como le adjudican sus rivales. El problema de fondo es que el grupo de burguesía intermediaria kirchnerista y sus socios terratenientes e imperialistas, como lo muestra la brutal corrupción del “caso Skanska”, debe abrirse paso “a los codazos” pugnando por afirmar su hegemonía. Y esto estimula el reagrupamiento de sus rivales dentro del sistema, que se preparan para un ajuste de cuentas en el 2008 o el 2009.
2 – El voto bronca fue la segunda fuerza
El voto en blanco, nulo y la abstención (descontado el 15% de no votantes estructurales: edad, viajes, enfermedad, etc.) fue la segunda fuerza con 470.661 personas. Aún cuando no toda esa cifra sea de votos bronca, el caudal mayoritario de la oposición popular sigue castigando de esta manera.
Tuvo un buen resultado la candidatura de Patricia Walsh (que ingresó a la Legislatura) con el MST. Claudio Lozano (su fuerza ingresó un legislador) recogió parte del voto del sector del PC crítico de la alianza Kirchner-Heller. Pese a la decisión del Comité Capital del PC de abstenerse, Heller (con el peso del Banco Credicoop) impuso el veto de esa posición en la prensa partidaria. Por otra parte, lo de Lozano constituye el primer paso del lanzamiento de un frente electoral, para el que trabajan sectores de la CTA opuestos a Yasky y sectores del PC opuestos a Heller.
Se van perfilando así, dos andariveles de la oposición popular. Uno mayoritario, que se apoya en la lucha obrera y popular y en la confluencia de esas luchas a través de las multisectoriales y otras formas de coordinación, reagrupando fuerzas por el camino que esbozó el Argentinazo para conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático. El otro considera a las luchas y las multisectoriales como la apoyatura social de un frente electoral reformista para el 2009 y el 2011.
3 – Viejas y nuevas brasas
La pelea de Kirchner, Telerman, Macri, Sobisch y otros, revela las divisiones de los de arriba. El estallido de la crisis energética, cuando todavía no comenzó el invierno, muestra que la política kirchnerista hace agua: prometieron obras que no hicieron y otras están paradas. ¿Por qué? Porque las obras públicas giran alrededor de las “coimas”. El “destape” de la corrupción de Skanska evidencia la podredumbre de esos negociados, y el grado de enfrentamiento entre grupos de poder, sacándose los trapos sucios entre ellos. Se pelean por la tajada en el reparto de la explotación y la opresión al pueblo; lo demás es verso.
Pero no están solos en el tablero político. La ocupación de Terrabusi por sus obreros, después del corte de la Panamericana, mostró el avance notable del estado de ánimo combativo de los trabajadores en su lucha por salarios de acuerdo a la canasta familiar, la efectivización de los contratados y otros reclamos. El castigo de la carestía sacude las fábricas.
No solo hay brasas del Argentinazo, brotan brasas nuevas.
La extraordinaria lucha de Terrabusi, como señaló el dirigente de su comisión interna, Ramón Bogado, mostró que los trabajadores pasan por encima de los pactos salariales de hambre firmados por traidores como Daer y bendecidos por K. Esto pasa en FATE, Mafissa y cientos de fábricas y reparticiones estatales; en docentes y estudiantes. Hay hartazgo de patronales de bolsillos llenos. Brota la bronca contra un gobierno que guarda bajo el colchón 40.000 millones de dólares, con millones de desocupados hambreados, salarios de pobreza, contratos basura, colapso de la educación y la salud. Hay mucha bronca contra terratenientes y monopolios que se embolsan el trabajo de los originarios y campesinos sin tierra, y de productores endeudados.
Kirchner festeja que “ganó” colando a Filmus en la segunda vuelta electoral porteña. ¡Están tan lejos esos festejos de la realidad del pueblo!
El país camina, sin prisa pero sin pausa, hacia un desenlace de varias pulseadas: la pulseada entre los de arriba, y la de los de arriba con los de abajo. Los de arriba chillan por la crisis del principio de autoridad, de “su autoridad”, en huelgas, cortes de ruta y puebladas. Todos se preparan para jugar en la definición de esas pulseadas, los de abajo también.
El PCR apostó a la lucha del pueblo con el voto bronca, para reagrupar a las fuerzas populares. Y redoblará esfuerzos en la segunda vuelta, enfrentando en la calle a la política kirchnerista y macrista, por un camino liberador.