La situación que padecen las campesinas pobres y sus familias es dramática. La crisis económica que atraviesa el país, producto de las políticas de hambre y entrega del gobierno de Mauricio Macri, afecta también al sector agrario. Encarecimiento de alquileres, aumentos en los costos de producción, disminución de las ventas y la preocupación por el futuro de la juventud. Entrevistamos a Patricia y Albina, campesinas e integrantes de Asociación de Medieros y Afines (Asoma), para que nos cuenten la situación social y económica de un sector que atraviesa una crisis profunda.
Patricia es campesina y miembro de la comunidad guaraní. Desde hace años trabaja como mediera en la localidad de El Peligro, partido de La Plata. Según nos cuenta “la situación en el campo se está agravando cada vez más” y enumera los motivos: el despojo de la tierra por el encarecimiento de los alquileres, producto de la inflación. En la zona, alquilar una hectárea de tierra puede costar entre $7mil y $10mil según la ubicación: “si es al lado de la ruta es más caro, pero las zonas más baratas son inaccesibles porque en muchos casos no cuentan con caminos adecuados para transportar la producción, pueden volverse intransitables cuando llueve mucho”. Pero el hecho de alquilar no alcanza para producir. “A eso hay que sumar lo que gastamos para producir, y es mucho” asegura. Toda esta situación lleva a que muchas familias deban o piensen en abandonar las quintas.
Albina describe la situación de manera sencilla pero contundente: “La crisis que estamos viviendo es muy dura y la verdad nos duele en el alma ver cómo el trabajo que realizamos con tanto sacrificio todas las familias no alcance para comer, menos para comprar un yogurt o un par de zapatillas para nuestros hijos. Entonces en este año tan complicado tenés que poner en la balanza si mandás los chicos a la escuela o priorizás la comida”. La situación de miles de familias es tan grave que muchas no pudieron mandar a los hijos a la escuela y, como dice Albina, “es muy doloroso porque le quitas a un chico la posibilidad de que se pueda educar por la situación económica que se está viviendo”.
Pero ese no es el único problema y explica que “todo lo que compramos para producir, ya sean insumos o semillas, está en dólares y nosotras cuando vendemos nuestra producción el precio es en pesos”. De esta manera, las pequeñas productoras del campo quedan ahogadas económicamente por las políticas económicas del gobierno nacional y por el aumento del dólar. En medio de la jornada laboral que comparte con su familia, Patricia asegura que “la situación en el campo es peor”.
La juventud
Otro tópico de la charla gira en torno a la preocupación que tienen todas las madres de la zona: el futuro de sus hijos en particular y de la juventud en general. “La situación de la juventud es muy dura. Hoy en día en el campo vemos muchos jóvenes que la pasan mal por esta situación” dice Patricia y entre los problemas señala el aumento del consumo de alcohol y drogas entre los jóvenes como así también algunos lamentables casos de suicidios.
Pero explica cómo afrontan esta situación, aún en la adversidad. “Nosotras nos organizamos, aunque no nos sobre el tiempo” asegura y explica que, pese al trabajo diario, las responsabilidades domésticas y familiares sienten la responsabilidad de seguir luchando por el futuro de la juventud y sus hijos.
Al momento de indagar sobre el papel y las tareas del Estado en la zona para poder dar respuestas a estos problemas, Patricia asegura que “el gobierno no tiene la voluntad política de hacer algo por el futuro de los jóvenes ni las mujeres oprimidas” y agrega “el Estado es el máximo responsable”.
Los chicos y chicas de la Juventud de Asoma vienen peleando hace tiempo para poner una Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC) pero el gobierno pone trabas y excusas para no aprobarlo. Para Patricia y todas las mujeres de la zona “eso demuestra la falta de decisión política que tienen porque si hubiesen querido aprobar ese proyecto lo hubiesen aprobado hace rato. Hay veces que la juventud no quiere organizarse porque dicen “el gobierno no nos da bolilla” pero nosotros como padres tenemos en nuestras manos incentivarlos a organizarse y luchar juntos por un futuro mejor”.
Otra preocupación es la violencia de género que viven y sufren tantas mujeres campesinas. “Desde Asoma ganamos un pedacito de lote para construir en un futuro una casa para la mujer. Esto se viene discutiendo, pero tenemos que lucharlo porque ningún gobierno nos viene a dar lo que necesitamos”, cuenta Patricia. Y en este sentido agrega: “Estas son nuestras preocupaciones como mujeres, hermanas e hijas porque vemos que cada vez la violencia es más profunda. Y por más que lo vemos todos los días en los diarios o la televisión, a veces nos da vergüenza contar la violencia que padecemos nosotras mismas. Nos da vergüenza contar lo que sufrimos, ya sea en el trabajo o en el hogar. Y eso también lleva a que los chicos vean y se críen con esa violencia. Por eso como te digo que hoy muchos jóvenes se nos están yendo de las manos y el gobierno mira para otro lado”.
Pero ante esta situación adversa y de crisis Albina advierte: “Seguimos dando la pelea porque no queremos abandonar y queremos pelear por un futuro digno para nuestros hijos con educación y salud porque como campesinas nos merecemos eso”.
Hoy N° 1771 19/06/2019