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07 de September de 2011


Relatos de la vida

Hoy 1385 / Ana Maldonado

A la larga tradición de los pintores preocupados por representar el lado oscuro de la Luna, que podríamos decir comienza con el Caravaggio, al que se agregan nombres como Goya, Van Gogh y más cercanamente Carlos Alonso, Ana Maldonado se suma a la lista con una nueva vuelta de tuerca, a juzgar por la exposición que se llevó a acabo durante el mes de agosto en la Galería Hoy en el Arte.

A la larga tradición de los pintores preocupados por representar el lado oscuro de la Luna, que podríamos decir comienza con el Caravaggio, al que se agregan nombres como Goya, Van Gogh y más cercanamente Carlos Alonso, Ana Maldonado se suma a la lista con una nueva vuelta de tuerca, a juzgar por la exposición que se llevó a acabo durante el mes de agosto en la Galería Hoy en el Arte.
La particularidad es que en su obra, que está despojada de todo artificio, no hay situaciones ni tampoco contexto. Son unos fondos neutros (si es que al negro se lo puede caracterizar así) habitados por unas figuras en altorrelieve, que sin ser estereotipos, asumen toda una complejidad de relatos, que necesariamente apelan a la información y sensibilidad que trae el espectador.
Para decirlo con un eufemismo: las historias que Maldonado nos refiere son las de seres que están fuera de los target de consumo de las marcas líderes. Ellos son parientes cercanos, más exacto sería decir descendientes, de la saga de Juanito Laguna, el villerito creado por Antonio Berni cincuenta años atrás.
Pero si en Berni, el amasijo de materiales descartados prestaba la necesaria metáfora al mundo marginal de sus criaturas, en Maldonado el despojamiento es total, sus figuras son fantasmas que se recortan contra el infinito, y sus gestos inmóviles son como una instantánea de la eternidad.
Aquí ya no hay residuos que remitan a una sociedad opulenta, que depone su miseria sobre los pobres del mundo. El universo que nos describe Ana es el de la carencia absoluta: “los olvidados” han sido despojados de todo, hasta del color, y la enajenación ha sido brutal. Hasta el tiempo ha sido congelado, haciendo que su circunstancia dramática no sea otra que el vacío.
Sin marcos de referencia, como detenidos en la noche de la historia, estos “Relatos de la Vida” nos dejan sin aliento y un resabio de rencor de que estas crónicas sean posibles.