En Nicaragua crece el enfrentamiento entre el gobierno de Daniel Ortega y sectores opositores.
Desde mediados de abril se vienen desarrollando masivas marchas, cortes de ruta y tomas de universidades, que arrancaron en rechazo al intento gubernamental de realizar reformas a la edad jubilatoria y recortes a los beneficios de la seguridad social.
La represión y los enfrentamientos ya se han cobrado más de 300 muertos, y hubo una nueva oleada el fin semana del 14 y 15 de julio. El sábado paramilitares (civiles antimotines armados), que responden al gobierno orteguista junto con lo que llaman “fuerzas combinadas”, tomaron por asalto la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), donde más de 200 estudiantes estaban realizando una toma desde hace dos meses. Hubo cerca de 60 detenidos y dos estudiantes muertos, que se defendieron del ataque con bombas molotov.
El domingo 15 paramilitares y fuerzas represivas atacaron los “tranques” (bloqueos o cortes de ruta, como les llamamos nosotros) en las localidades de Catarina y Diriá en Masaya, donde hubo seis muertos entre la población, y 4 antimotines fallecidos. Los tranques se mantienen y el secretario de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (Anpdh) dijo que en Catarina mantienen retenidos a once paramilitares.
En estos meses, la protesta se transformó en un masivo reclamo de renuncia del gobierno, de masas hastiadas de la crisis económica y el creciente recorte de libertades democráticas.
En esta situación, tanto la jerarquía de la Iglesia Católica, como sectores empresarios y distintas potencias imperialistas, particularmente Estados Unidos, tratan de aprovechar el descontento popular para llevar aguas a su molino, y lograr una salida política en función de sus intereses, no de los reclamos de las masas.
Desde sectores estudiantiles y las localidades llamadas “rebeldes” han planteado seguir con las manifestaciones en las calles y los tranques.
Hoy N° 1726 18/07/2018