I.– La reunión de abril de 1981 del CC planteó que el rasgo político más importante del momento era el de la generalización de la oposición a la política dictatorial, y el crecimiento y la intensificación de la resistencia antidictatorial. Se confirmaba que ésta había entrado en una nueva fase, como señalamos en noviembre de 1980.* El movimiento obrero y popular se mantenía en la etapa defensiva; pero era la resistencia a la dictadura lo que crecía y avanzaba, y era la dictadura la que se debilitaba y retrocedía, lo que teñía “con su tonalidad toda la situación política”.
El CC señaló esto a las dos semanas del relevo presidencial de Videla por Viola, cuando todo el coro violo-videlista –desde la dirección del P“C” y del MID hasta sus cuadros y amigos en las direcciones del movimiento obrero, campesino, juvenil, intelectual, popular y empresarial– realizaban una campaña destinada a crear una “expectativa esperanzada” con los cambios que sobrevendrían con Viola en la presidencia.
La reunión de abril alertó que: dada la política reaccionaria de la dictadura y el crecimiento de los factores de guerra en el mundo, se cernían en el horizonte grandes peligros para nuestro pueblo y nuestra Patria; y se aproximaban grandes luchas y conmociones políticas y sociales para las que debían prepararse la clase obrera, el pueblo y nuestro Partido.
Los hechos posteriores han confirmado este análisis. Con posterioridad a esa reunión se produjo una reactivación general del movimiento obrero, con luchas muy importantes, como las de SMATA en el Gran Buenos Aíres. E incluso un paro general con el apoyo de decenas de miles de obreros de empresas y gremios importantes que, pese a ser parcial, estimuló al conjunto de la clase obrera, y mostró que la dictadura ya no estaba en condiciones de enfrentar a las luchas obreras con las consecuencias con que lo hizo en abril de 1979. Se manifestó en estos meses un sentimiento generalizado de sindicalización entre los obreros rurales, y de reorganización sindical, que se expresó en: la reorganización de sindicatos de FATRE y de numerosas centrales sindícales del interior, en el crecimiento de las agrupaciones y de diversas formas organizativas a nivel de empresa, pese a la dificilísima situación creada por la crisis. Protestas masivas –como la silbatina a Viola en la ciudad de Rosario y a altas autoridades de la dictadura en el Luna Park–; manifestaciones agrarias de protesta como la de Alicia, en la provincia de Córdoba y la concentración campesina de Bellville; la realización de las primeras manifestaciones estudiantiles callejeras en la Capital Federal, Rosario y Córdoba; numerosas asambleas de profesionales e intelectuales en defensa de sus reivindicaciones específicas, contra la censura, etc.; marchas multitudinarias por la paz con Chile como la última peregrinación juvenil a Luján, y la organización de comisiones juveniles y femeninas de lucha por la paz con Chile sobre la base de la propuesta papal; el crecimiento del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos, y manifestaciones, declaraciones y gestiones múltiples, por la libertad de los presos políticos y sociales, y el desarrollo de otros movimientos democráticos; numerosas reuniones y actividades de protesta del empresariado nacional de la ciudad y el campo; una reactivación general de la actividad política, expresada, entre otros hechos por: las actividades de la llamada multipartidaria, concentraciones peronistas, el velatorio y el entierro del dirigente radical Ricardo Balbín, revistas y publicaciones de diferentes sectores, actividades públicas de organizaciones políticas democráticas y populares, la creación de ateneos y centros de debate, etc. En momentos de realizar esta reunión comienzan a crecer en todo el país gérmenes de organización y lucha contra el hambre, por pan y trabajo para los desocupados, y para que éstos y sus familias tengan la ayuda necesaria y no paguen la luz, el gas, impuestos, etc.
El vendaval de una crisis tremenda azota a la economía argentina. Esta crisis económica genera, y generará, inevitablemente, grandes conmociones sociales y políticas que traerán cambios de gran magnitud. La crisis económica agudiza y agudizará la lucha de clases y la lucha nacional, y es una de las fuentes principales de la creciente inestabilidad política. Se aproximan definiciones importantes en la política nacional.
El movimiento obrero y popular se encuentra aún en la etapa de la resistencia. Todavía la dictadura mantiene la iniciativa, llevando adelante su política reaccionaria en todos los terrenos. Pero se frustran uno tras otro sus proyectos políticos. Crece el clima deliberativo en las Fuerzas Armadas, y la dictadura se va empantanando. Las perspectivas son de un crecimiento aún mayor de la resistencia y un acrecentamientos de las dificultades de la dictadura.
2.– La dictadura militar se encuentra aislada políticamente, con grandes dificultades para lograr un apoyo relativamente amplio a sus planes, y es odiada por las grandes masas populares. La resistencia a su política aún es dispersa, está dividida, y muchas veces es sólo pasiva o meramente declarativa; pero se ha generalizado a la clase obrera, el campesinado, las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, la mayoría de la burguesía nacional y de la intelectualidad, e incluso a sectores terratenientes de zonas marginales. Una cuestión actuales cómo transformar el odio a la dictadura en lucha; cómo generalizar la resistencia activa. Esto decidirá el curso de la nueva fase de la resistencia antidictatorial.
3.– La hegemonía en la dictadura militar del sector –proterrateniente y prorruso– del violo-videlismo es muy precaria, debido al desgaste general de la dictadura y a la disputa interimperialista y de diversas camarillas en su seno. El desgaste general de la dictadura los afecta más que a los sectores subalternos de la misma, sectores no hegemónicos, porque no se puede separar la figura de Videla de su odiado ministro de Economía Martínez de Hoz. Ni separar a Viola de Videla. ¿Cómo salvar a Víola por la responsabilidad del baño de sangre en el que la dictadura sumió al país? Al irse deteriorando cada día más la dictadura se ha ido deteriorando la hegemonía de la trenza violo-videlista.
Esto en momentos de una aguda disputa entre yanquis y rusos por el control de la Argentina, dada la importancia estratégica de nuestro país en caso de guerra mundial. Disputa que se expresó, de parte del sector proyanqui y otros sectores de las clases dominantes enfrentados al violo-videlismo, en planes y golpes precisos, que fueron debilitando a estos últimos.
4.– La ferocidad de la política contrarrevolucionaria, fascista, posterior a marzo de 1976, es demostrativa, no sólo de la relativa inmadurez del proletariado para llevar al triunfo, con su hegemonía, la revolución democrática y nacional e impedir el nuevo golpe de Estado reaccionario. También demuestra, por sí misma, la profundidad del auge revolucionario posterior a 1969, auge que estremeció los fundamentos de la Argentina dependiente y terrateniente, y demuestra la incapacidad de las clases dominantes para gobernar con métodos y formas democráticas. Luego de cinco años de dictadura feroz han fracasado los intentos de estabilizar el dominio de las clases dominantes y de conseguir el apoyo de masas para ese dominio. Dominio hegemonizado, ahora, por los sectores económicos, políticos, y militares, prorrusos. Subestimaron el grado de madurez política de la clase obrera y del pueblo argentino y, por eso, entre otras razones, fracasaron. Nuevamente se habla de “vacío de poder” y de “crisis de autoridad”, volviendo a utilizar las fórmulas habituales con las que las clases reaccionarias señalan la falta de apoyo (de consenso, como les gusta decir a sus escribas) para su dominio social y político.
Han fracasado porque la estructura, la formación económico-social dependiente y latifundista argentina es atrasada. Es dependiente, al máximo, de las metrópolis imperialistas, y de los vaivenes económicos de esas metrópolis (incluida ahora la URSS), ya que está basada en la exportación de productos agropecuarios a las mismas, y en la importación de tecnología e insumos claves para el desarrollo industrial, minero y agrario, y sometida al tributo que le impone el pago de la renta agraria a los terratenientes. Es una estructura perimida, agotada, incapaz de permitir un desarrollo importante de las fuerzas productivas. Cada intento de emparcharla, como sucedió con la dictadura posterior a 1966, y como sucede con esta dictadura, no hace más que agravar los males que padecemos. La crisis económica actual, crisis coyuntural clásica pero de una magnitud desconocida en lo que va del siglo, tiene ese trasfondo. Por lo tanto todas las contradicciones de la sociedad argentina, contradicciones que la dictadura pretendió sofocar con su política fascista, vuelven a salir a luz, agravadas ahora por esa política dictatorial.
5.– El estado de ánimo de las masas se caracteriza por el odio a la dictadura. El proletariado sufrió un golpe duro luego de 1976. Pero cometen un error muy grande los que lo consideraron y lo consideran “knock-out”, derrotado, comenzando lentamente a recuperarse de su derrota; y, por lo tanto, condenado a ser un espectador pasivo, o un actor secundario, de los próximos acontecimientos. Porque no fue así, el proletariado pudo ser el protagonista principal de la resistencia antidictatorial desde 1976 en adelante; aunque algunos sectores obreros, minoritarios, fueron ganados por el golpismo en 1975-1976, y algunos sectores fueron confundidos, el proletariado fue mayoritariamente la única clase de la sociedad argentina que no tuvo ilusiones, como clase, en el golpe de 1976 y la dictadura posterior. Que retrocedió, combatiendo, para preparar las condiciones para contragolpear. Hoy cuando todo el pueblo va alzándose al combate antidictatorial, el proletariado ha de ser un actor destacado de este combate. De nosotros depende que el proletariado, golpeado brutalmente por el vendaval de la crisis que facilita el revanchismo patronal, en una situación por eso mismo muy difícil, sin direcciones sindicales clasistas y sin un fuerte partido marxista-leninista para el combate, sea el actor principal de los próximos combates antidictatoriales superando estos factores negativos.
Crece actualmente un poderoso movimiento, multifacético, contra el hambre y la política económica de la dictadura, por las libertades democráticas, por la paz con Chile, por la tierra (luego de mucho tiempo la Federación Agraria Argentina, como expresión del deseo y la presión de sus bases, reclamó en su último congreso una “reforma agraria integral” con “subdivisión de los latifundios”) por la defensa del patrimonio y la soberanía nacional, por la reconstrucción y desarrollo de la cultura nacional. Y se crean condiciones para la confluencia de todos esos torrentes de la lucha antidictatorial.
6.– Desde marzo de 1976 hasta hace pocos meses hubo en general estabilidad política; con una gran disputa en el seno de la dictadura que tuvo picos, como en ocasión del caso Graiver, cuando la reelección de Videla y la elección de Viola, con el golpe de Menéndez, o el escándalo del BIR. Ahora se ha abierto un período de inestabilidad política. La lucha entre las distintas camarillas militares y políticas (principalmente entre las prorrusas y las proyanquis) se ha agudizado y generará, posiblemente: golpes, contragolpes, esfuerzos por lograr una “apertura” controlada con un desemboque electoral y por evitarla, búsqueda de acuerdos entre sectores militares y sectores sindicales no clasistas; y, de una u otra manera, crisis política. Crisis política que se va generando en relación, principalmente, con las disputas en el seno de la dictadura, pero que no se descarta, dado el desarrollo de la contradicción dictadura-pueblo, que pueda desembocar en una crisis política más generalizada. Esta situación se agudizará en los meses próximos como consecuencia de la crisis y los cambios en las FF.AA., ya que estos últimos acarrearán cambios en la correlación de fuerzas en el poder.
La lucha obrera y popular contra la dictadura se mantiene aún, y se mantendrá, por un período difícil de prever en la etapa de la resistencia. Pero se intensificará aún más. Y se intensificará la lucha de todas las fuerzas políticas por ganar y dirigir a las masas populares (obreras, campesinas, y en especial a la juventud). En la medida en que la resistencia avanza crece la pugna por instrumentar esa resistencia a favor de los intereses de diferentes clases sociales, por lo que es fundamental el rol del proletariado en esa resistencia.
7.– El problema principal que afronta el Partido es lograr que éste en su conjunto se coloque a la altura de las responsabilidades que nos exige la nueva fase de la resistencia antidictatorial. Para lo cual las organizaciones del Partido deben dominar nuestra línea política; no perder de vista la contradicción principal: dictadura-pueblo; y el enemigo principal a golpear: el sector proterrateniente y prosoviético hegemónico; practicar la línea de masas y de frente único y fortalecer al Partido, pugnando por la hegemonía proletaria en la lucha antidictatorial. Todo el Partido debe tener clara la correlación de fuerzas entre la dictadura y el pueblo: éste aún se mantiene en la etapa de la resistencia; sería muy peligroso confundir las disputas en el seno de la dictadura con la disputa entre ésta y el pueblo, ya que los sectores prosoviéticos incitan en ocasiones a las organizaciones populares a la pasividad o a la aventura, según las necesidades de su lucha por arriba para el control del poder; y los sectores proyanquis, en ocasiones, dan por “liquidados” a sus rivales prorrusos para incitar al pueblo a una supuesta lucha fácil y corta que sirva a sus proyectos; o frenan la lucha de acuerdo con sus compromisos por arriba. Desde ya que en la lucha antidictatorial, tenemos que utilizar las contradicciones por arriba para aislar al máximo, y golpear, al sector prorruso –el violo-videlismo– hegemónico en la dictadura, golpeando juntos con todos los que lo golpeen.
La clase obrera y el pueblo combaten en la resistencia. Aún no han iniciado la contraofensiva. Pero existen condiciones favorables para desarrollar un amplísimo movimiento de masas que organice la lucha de los trabajadores desocupados y, simultáneamente, luchando por aumento de salarios y otras reivindicaciones inmediatas, avanzar en la organización y recuperación de las comisiones internas, cuerpos de delegados y sindicatos. Es posible dar un salto en la organización sindical de los obreros rurales. La experiencia del proletariado polaco ha vuelto a demostrar el papel clave de la organización de empresa del proletariado en la lucha de clases, independiente, de éste. La burguesía –tanto argentina como mundial– destaca en el caso polaco la importancia del rol del dirigente obrero Lech Walesa, contraponiéndolo a lo que fue, y es, la clave de los éxitos de la clase obrera polaca, y la fuente del poder de sus dirigentes: su organización de empresa, y la línea de las fuerzas patrióticas, luego de la masacre de 1970, “de organizar y no de quemar” a los comités de fábrica.
Existen las condiciones para desarrollar un amplísimo movimiento popular antidictatorial, movimiento en el que jugarán, como hasta ahora, un gran papel, las mujeres. Se han creado las condiciones para dar un salto en la organización de las masas del campesinado pobre y medio, y en especial de la juventud campesina, en un movimiento que levante sin claudicaciones la bandera de la lucha por la tierra. Se acelerará –en un grado desconocido en estos años– la reorganización del movimiento juvenil; y existen condiciones inmejorables para que esta reorganización coloque a la juventud al servicio de la lucha de los obreros y los campesinos, superando las tendencias montoneriles que siempre pugnaron y pugnan por transformar a la juventud en instrumento de la burguesía (prosoviética) para dirigir a los obreros y campesinos.
Para todo esto será fundamental un Partido de miles que pueda dirigir a millones y forjar un amplísimo frente único antidictatorial dirigido por la clase obrera.
La abnegada labor del Partido durante estos años, en el combate antidictatorial, ha creado condiciones para pensar en miles de nuevos afiliados en un proceso no muy largo. Lo que reclama hoy una acelerada reorganización del Partido que permita colocarlo en condiciones de resolver las exigencias políticas del momento. La lucha antidictatorial del Partido ha sido continuidad de nuestra lucha anterior contra el golpe de Estado que se preparaba en los años 1974-1975, lo que hace que nuestra lucha sea reconocida por sectores importantes de la clase obrera y el pueblo y por las fuerzas patrióticas y democráticas. Ese ha sido el sentido –también– del apoyo que fuerzas patrióticas nos dieron para que nos entrevistásemos con la multipartidaria, luego de haber aprobado ésta una lista restringida de partidos a recibir.
El tema de la hora es: la necesidad de un Partido que tenga clara la línea estratégica y la línea táctica antidictatorial, y pueda integrarla y aplicarla nacional, regional, y localmente, con el máximo de iniciativa política y capacidad organizativa, con flexibilidad, en circunstancias internacionales y nacionales muy cambiantes y complejas, signadas –internacionalmente– por la agudización de los factores de guerra en un mundo preñado de revolución, y –nacionalmente– por la crisis, el hambre, la represión, y la disputa de Argentina como país estratégico clave para la guerra mundial.
Organizar y dirigir la lucha de las masas y a su calor crecer. El Partido debe jugar un papel no sólo de agitación y propaganda sino también, y principalmente, de dirigente de la lucha de masas.
II. Situación Internacional
1.– En este período se han continuado acumulando factores de guerra. El atentado a Sadat, que sigue a los atentados contra Reagan y el Papa Juan Pablo II (aún no esclarecidos en cuanto al móvil de los ejecutantes y a la posible ligazón de los mismos con alguna organización terrorista), y a los atentados contra la dirección nacional de la revolución iraní, ha contribuido a arrojar luz sobre la gravedad de la actual situación internacional, situación que se inclina, aceleradamente, hacia la guerra.
Teniendo en cuenta el contexto global de la situación actual en el Medio Oriente y el Nordeste de África, y la existencia de una serie de países conjurados contra la política de Egipto y Sudán, situación que puede ocasionar el incendio de una guerra de perspectivas mundiales con una pequeña chispa, el asesinato de Sadat, inevitablemente, trajo al mundo el recuerdo del atentado de Sarajevo que originó la Primera Guerra Mundial. Y mostró la posibilidad –objetiva– de que el mundo desemboque, en cualquier momento, en la fase previa a la guerra abierta, en la fase en la cual el eslabonamiento inexorable y rápido de los acontecimientos desemboque en la tercera guerra mundial.
La serenidad con la que reaccionaron ante el asesinato de Sadat las fuerzas que se oponen al hegemonismo y al expansionismo socialimperialista es demostrativo, también, de la madurez que ha alcanzado el frente antihegemonista tácito de una serie de países de Asia, África, Europa y América.
Luego de la asunción de la presidencia de los EE.UU. por Reagan, el imperialismo yanqui ha ido afirmando el combate, ya iniciado con Carter, contra la tendencia conciliadora, “munichista”, que facilitaba extraordinariamente la política expansionista y agresiva del socialimperialismo soviético. Los EE.UU. están en una carrera contra el tiempo para poder equilibrar el poderío militar soviético, e impedir que la URSS complete su dispositivo estratégico global para la guerra mundial (para este dispositivo tiene enorme importancia la lucha por el control, o la posibilidad de interferir, las comunicaciones del Atlántico Sur). Si la URSS logra completar su dispositivo estratégico global, que apunta a cercar a Europa, y a quedar en condiciones de poder estrangular sus comunicaciones y aprovisionamiento de materias primas fundamentales, a Europa Occidental no le quedará otra opción que la rendición o la guerra nuclear.
Al endurecerse la posición yanqui frente a la URSS (al igual que ya sucedió con la política internacional inglesa) y al producirse –en cierto grado y medida– un acercamiento de los EE.UU. a las firmes posiciones antihegemonistas y antisocialimperialistas de la República Popular China, se hace difícil la línea de los “munichistas” en Europa y otras regiones del mundo. La línea “munichista”, es decir: de la conciliación con la agresividad socialimperialista –tanto en Europa como en otras regiones–,aparece cada día más como una línea de derrotismo nacional que llevará, más tarde o más temprano, a transformar a los países que la practican en esclavos de los rusos.
El endurecimiento yanqui frente a los rusos juega un papel positivo para frenar el expansionismo soviético; pero, se realiza, como es lógico, con los típicos métodos imperialistas: en disputa por la hegemonía mundial, y en detrimento de los pueblos y naciones del Segundo y Tercer Mundo. Por lo que la situación internacional, y en particular la latinoamericana, se torna sumamente compleja y exige suma firmeza, y al mismo tiempo flexibilidad, para realizar la línea tercermundista de concretar un frente único antihegemonista que golpee centralmente al socialimperialismo soviético como la principal fuente de la guerra en el mundo actual.
El mundo se aproxima a la guerra mundial. La situación internacional es cada día más explosiva porque se agudizan los factores de guerra.
Simultáneamente se preparan para enfrentarla. En esa dirección luchamos por el punto de nuestra plataforma que plantea:
* Política exterior realmente independiente y de solidaridad con los pueblos y naciones que luchan contra el imperialismo, el hegemonismo y todas las formas de colonialismo. Unidad latinoamericana y del Tercer Mundo contra las dos superpotencias, en particular contra el socialimperialismo soviético, el más agresivo y aventurero en la actualidad. Promoción de todos los acuerdos que acudan en interés de la paz y estabilidad en el mundo y faciliten el desarrollo del frente antihegemonísta mundial. Contra la intervención de yanquis y rusos en El Salvador. Solidaridad con Polonia, Afganistán, Kampuchea, Laos y demás pueblos y países víctimas del hegemonismo imperialista soviético.
III. Situación nacional
Desde nuestra reunión de abril la crisis de la economía se ha agravado. Pese al optimismo inicial que demostraban los secuaces de Viola dijimos entonces que: la situación era “gravísima y no se advierten síntomas de mejoría rápida” y que la magnitud de la crisis era tal que: “se precisarían muchos años para salir del pozo”.
La situación se ha agravado, y nos encontramos en pleno remolino de la crisis. El número de desocupados pasó de 200.000 –que eran, aproximadamente, los que se reconocían a inicios de año– a un millón; y se estima en un millón y medio el número de trabajadores semiocupados. Los sindicatos de la provincia de Mendoza denuncian la existencia de 142.000 desocupados (el 12% de la población activa) y de 87.000 semiocupados. SMATA nacional denuncia la existencia de 40.000 despedidos en el gremio; la AOT de 80.000 textiles. De 8.000 portuarios en la Capital, sólo trabajan unos 3.000. Suman miles los despedidos en la carne; 60.000 en ferroviarios; 12.000 en bancarios; miles en la alimentación y decenas de miles en la construcción. Decenas de miles de obreros han sido suspendidos en los últimos meses y se han visto obligados a subsistir con quincenas magras, sin conseguir, en la mayoría de los casos, changas que mejorasen la situación de sus hogares.
La situación de los obreros rurales es desesperante. Los estibadores trabajan, prácticamente, por la comida; y en las estancias, muchas veces, no se los ocupa ni siquiera para pagarles con la comida.
Las necesidades mínimas de una familia obrera tipo, según la CGT de Córdoba, era, a fines de agosto, de 4.160.000 pesos. Un presupuesto mínimo para la familia tipo hecho por trabajadores municipales de Buenos Aires, en la misma época, daba 3.523.480 pesos. Estas cifras, por sí mismas, demuestran la brutal caída del salario real de los trabajadores con la dictadura, ya que la inmensa mayoría de los asalariados está lejos de ganar esa suma. El desarrollismo –que como es sabido ha sido y es una de las principales fuerzas colaboracionistas– denunció que la caída del salario real bajo la dictadura fue de un 50 %.
Con el ramalazo de la crisis el hambre ha entrado en los hogares de los trabajadores a lo largo y ancho del país, sumiendo a millones de ellos en una situación desesperada, y agravando todos los problemas sociales: sanitarios, educacionales, de vivienda, cultura les, etc.
Las masas del campesinado pobre sufren una situación agobiante. Los mayores precios producidos por la devaluación del peso no beneficiaron a sus cosechas, que ya habían sido vendidas, y en cambio sufrieron la carestía galopante de sus artículos de consumo, semillas, e insumos básicos.
Miles de campesinos pobres y medios –e incluso muchos ricos pierden sus chacras, rematadas a precios ínfimos, y compradas por los acreedores financieros y los terratenientes. Miles de explotaciones agropecuarias están bajo la amenaza de la bandera de remate. Esto luego de cuatro cosechas exportadas a buen precio. La situación es gravísima en las zonas que sufrieron inundaciones en: Córdoba, Santiago del Estero y Santa Fe; lo mismo que en Cuyo, Chaco, Comahue, zonas de Misiones, parte del NOA. Puede servir de ejemplo el caso de Mendoza, en donde se han producido el 30 % de las quiebras del país y se estima que las deudas alcanzan a 500 millones de dólares. Sólo con el 50 % que por el acuerdo propuesto por la intervención al grupo Greco dejaron de cobrar los acreedores de éste, se puede comprar 110.000 Ha. cultivables (casi el 50 % de lo que hoy se cultiva en la provincia). Sobre 12.000 trabajadores del Valle de Uco y Ugarteche el 86 % de los “golondrinas” y el 76 % de los permanentes están desocupados. De 5.000 familias del Valle de Uco, 3.000 no pagaron la boleta de luz a su vencimiento.
Miles de empresas industriales y comerciales pequeñas y medianas están en quiebra. Incluso muchas grandes empresas de la burguesía nacional, que están quebradas, con deudas de millones de dólares, sobreviven artificialmente absorbidas por empresas financieras también quebradas y aún no liquidadas.
Se ha agravado el problema secular de las llamadas “provincias pobres”. Miles de sus habitantes que, como producto de la crisis agraria ya crónica de esas regiones, emigraba continuamente hacia el Gran Buenos Aires, se encuentran con que aquí tampoco hay trabajo. Al mismo tiempo, una masa juvenil muy grande, que en las décadas del sesenta y setenta pudo ingresar, relativamente fácil, a las universidades, y sostener sus estudios con poco dinero, hoy no puede hacerlo por los ingresos limitacionistas, los aranceles, la falta de comedores universitarios baratos, ya que los existentes antes de 1976 han sido cerrados por la dictadura, falta de becas, etc.
2.– La línea económica de la dictadura violista continúa, en esencia, la línea económica del período videlista. Sigaut y Viola tienen, como línea fundamental, frente a la crisis, descargarla sobre los hombros de las grandes masas trabajadoras de la ciudad y el campo, y sobre el empresariado nacional, favoreciendo y tratando de salvar, fundamentalmente, los intereses de los terratenientes y de la gran burguesía intermediaria (fundamentalmente la intermediara o asociada al sector económico y financiero prorruso: Acindar, Papel Prensa, Bridas, Bunge y Born, Garavaglio y Zorraquín, Aluar, grupo financiero beneficiado con las medidas y propuestas de refinanciamiento, etc.). Tienen como línea “ganar tiempo”, produciendo, en la medida de lo posible, una lenta agonía de los sectores industriales, comerciales, financieros, y agrarios, destinados a sucumbir con la crisis, y haciendo oídos sordos a todos los reclamos de las masas trabajadoras condenadas a la desocupación, la miseria y el hambre. Levantan el espantajo del Plan Alsogaray, amenazan con el plan Alsogaray, y, mientras, meten a fondo el Plan Sigaut.
Las perspectivas inmediatas son: aumento de las quiebras y profundización de la crisis; aumento de la desocupación en los próximos meses; aumento de la inflación y la presión impositiva; caída aún mayor del salario real; inestabilidad financiera dado que hay unos 18.000 millones de dólares colocados a menos de 30 días; problemas en el mercado de cambio por los elevados vencimientos en moneda extranjera y las escasas divisas disponibles.
3.– Desde el CC de abril nuestro Partido levantó y popularizó, aún insuficientemente, una plataforma de emergencia de diez puntos.
En abril muchos consideraron “extremista” nuestro planteo de condonación general de deudas usurarias, crediticias, e impositivas, para los trabajadores y empresarios nacionales, lo mismo que la propuesta de reforma monetaria que ponga fin a la inflación y la especulación, etc. Hoy muchos de esos puntos son bandera de lucha de sectores importantes de las masas trabajadoras, el pueblo y distintas fuerzas patrióticas, como sucedió con la exigencia de no pago de las deudas usurarias de los campesinos de Alicia en la provincia de Córdoba, el reclamo de una reforma monetaria antiinflacionaria por sectores importantes del empresariado nacional, la decisión por asambleas populares de no pagar los impuestos; o no pagar la luz y el gas impidiendo se corte el servicio, etc.
En lo inmediato es fundamental garantizar medidas para los problemas del hambre y la salud de las familias condenadas al paro forzoso, convocando a asambleas y eligiendo comisiones representativas de los mismos, abriendo un registro de desocupados en los sindicatos, CGT regionales, y organizaciones vecinales, con un padrón de sus necesidades urgentes, reclamando: subsidios, condonación de deudas por alquileres; luz, gas, impuestos, a ser cubiertos con un impuesto a los terratenientes y grandes fortunas, organizando ollas populares y comedores en sindicatos y organizaciones vecinales, y el reparto de leche y yerba mate, pan, remedios y productos de primera necesidad, etc.
El centro de nuestra lucha por medidas populares para resolver la crisis apunta a lograr medidas que reactiven el mercado interno, y acaben con la inflación y la especulación, garantizando los intereses de la clase obrera y el pueblo y la defensa del patrimonio nacional. Para ello es necesario.
– La condonación general de deudas que evite la quiebra y los exorbitantes costos financieros de las empresas públicas y privadas.
– La reforma monetaria que sanee el peso y liquide las tendencias especulativas.
– El control de cambios, que evite la especulación con la moneda extranjera.
– La nacionalización de la banca que permita aplicar una política crediticia de fomento y desarrollo nacional.
– La eliminación del déficit fiscal haciendo que los terratenientes y grandes monopolios carguen con el peso impositivo principal.
– Aumento de salarios y jubilaciones, precios compensatorios para los campesinos, y medidas inmediatas para proveer de tierra a los obreros rurales y campesinos dispuestos a trabajarla, mediante la subdivisión de los latifundios; adecuada protección arancelaria para la industria nacional.
Desde ya que estas medidas de emergencia, las únicas que pueden paliar las consecuencias de la crisis en beneficio de las masas populares, no pueden ser tomadas por la dictadura proterrateniente y proimperialista de Viola. Exigen que ésta sea derrocada y se instaure un gobierno provisional revolucionario de unidad antidictatorial que las pueda efectivizar de inmediato, en tanto se organizan elecciones verdaderamente libres a una Asamblea Constituyente auténticamente soberana. Es en ese camino que levantamos esa plataforma de emergencia y plataformas de emergencia diferenciadas en provincias, regiones, y diferentes ramas de la producción, y las proponemos al debate de todas las fuerzas antidictatoriales con el ánimo de encontrar, en conjunto, los puntos mínimos de acuerdo para ir forjando un poderoso frente único antidictatorial.
4.– La ferocidad de la política contrarrevolucionaria, fascista, posterior a marzo de 1976, es demostrativa, no sólo de la relativa inmadurez del proletariado para llevar al triunfo, con su hegemonía, la revolución democrática y nacional e impedir el nuevo golpe de Estado reaccionario. También demuestra, por sí misma, la profundidad del auge revolucionario posterior a 1969, auge que estremeció los fundamentos de la Argentina dependiente y terrateniente, y demuestra la incapacidad de las clases dominantes para gobernar con métodos y formas democráticas. Luego de cinco años de dictadura feroz han fracasado los intentos de estabilizar el dominio de las clases dominantes y de conseguir el apoyo de masas para ese dominio. Dominio hegemonizado, ahora, por los sectores económicos, políticos, y militares, prorrusos. Subestimaron el grado de madurez política de la clase obrera y del pueblo argentino y, por eso, entre otras razones, fracasaron. Nuevamente se habla de “vacío de poder” y de “crisis de autoridad”, volviendo a utilizar las fórmulas habituales con las que las clases reaccionarias señalan la falta de apoyo (de consenso, como les gusta decir a sus escribas) para su dominio social y político.
Han fracasado porque la estructura, la formación económico-social dependiente y latifundista argentina es atrasada. Es dependiente, al máximo, de las metrópolis imperialistas, y de los vaivenes económicos de esas metrópolis (incluida ahora la URSS), ya que está basada en la exportación de productos agropecuarios a las mismas, y en la importación de tecnología e insumos claves para el desarrollo industrial, minero y agrario, y sometida al tributo que le impone el pago de la renta agraria a los terratenientes. Es una estructura perimida, agotada, incapaz de permitir un desarrollo importante de las fuerzas productivas. Cada intento de emparcharla, como sucedió con la dictadura posterior a 1966, y como sucede con esta dictadura, no hace más que agravar los males que padecemos. La crisis económica actual, crisis coyuntural clásica pero de una magnitud desconocida en lo que va del siglo, tiene ese trasfondo. Por lo tanto todas las contradicciones de la sociedad argentina, contradicciones que la dictadura pretendió sofocar con su política fascista, vuelven a salir a luz, agravadas ahora por esa política dictatorial.
5.– El estado de ánimo de las masas se caracteriza por el odio a la dictadura. El proletariado sufrió un golpe duro luego de 1976. Pero cometen un error muy grande los que lo consideraron y lo consideran “knock-out”, derrotado, comenzando lentamente a recuperarse de su derrota; y, por lo tanto, condenado a ser un espectador pasivo, o un actor secundario, de los próximos acontecimientos. Porque no fue así, el proletariado pudo ser el protagonista principal de la resistencia antidictatorial desde 1976 en adelante; aunque algunos sectores obreros, minoritarios, fueron ganados por el golpismo en 1975-1976, y algunos sectores fueron confundidos, el proletariado fue mayoritariamente la única clase de la sociedad argentina que no tuvo ilusiones, como clase, en el golpe de 1976 y la dictadura posterior. Que retrocedió, combatiendo, para preparar las condiciones para contragolpear. Hoy cuando todo el pueblo va alzándose al combate antidictatorial, el proletariado ha de ser un actor destacado de este combate. De nosotros depende que el proletariado, golpeado brutalmente por el vendaval de la crisis que facilita el revanchismo patronal, en una situación por eso mismo muy difícil, sin direcciones sindicales clasistas y sin un fuerte partido marxista-leninista para el combate, sea el actor principal de los próximos combates antidictatoriales superando estos factores negativos.
Crece actualmente un poderoso movimiento, multifacético, contra el hambre y la política económica de la dictadura, por las libertades democráticas, por la paz con Chile, por la tierra (luego de mucho tiempo la Federación Agraria Argentina, como expresión del deseo y la presión de sus bases, reclamó en su último congreso una “reforma agraria integral” con “subdivisión de los latifundios”) por la defensa del patrimonio y la soberanía nacional, por la reconstrucción y desarrollo de la cultura nacional. Y se crean condiciones para la confluencia de todos esos torrentes de la lucha antidictatorial.
6.– Desde marzo de 1976 hasta hace pocos meses hubo en general estabilidad política; con una gran disputa en el seno de la dictadura que tuvo picos, como en ocasión del caso Graiver, cuando la reelección de Videla y la elección de Viola, con el golpe de Menéndez, o el escándalo del BIR. Ahora se ha abierto un período de inestabilidad política. La lucha entre las distintas camarillas militares y políticas (principalmente entre las prorrusas y las proyanquis) se ha agudizado y generará, posiblemente: golpes, contragolpes, esfuerzos por lograr una “apertura” controlada con un desemboque electoral y por evitarla, búsqueda de acuerdos entre sectores militares y sectores sindicales no clasistas; y, de una u otra manera, crisis política. Crisis política que se va generando en relación, principalmente, con las disputas en el seno de la dictadura, pero que no se descarta, dado el desarrollo de la contradicción dictadura-pueblo, que pueda desembocar en una crisis política más generalizada. Esta situación se agudizará en los meses próximos como consecuencia de la crisis y los cambios en las FF.AA., ya que estos últimos acarrearán cambios en la correlación de fuerzas en el poder.
La lucha obrera y popular contra la dictadura se mantiene aún, y se mantendrá, por un período difícil de prever en la etapa de la resistencia. Pero se intensificará aún más. Y se intensificará la lucha de todas las fuerzas políticas por ganar y dirigir a las masas populares (obreras, campesinas, y en especial a la juventud). En la medida en que la resistencia avanza crece la pugna por instrumentar esa resistencia a favor de los intereses de diferentes clases sociales, por lo que es fundamental el rol del proletariado en esa resistencia.
7.– El problema principal que afronta el Partido es lograr que éste en su conjunto se coloque a la altura de las responsabilidades que nos exige la nueva fase de la resistencia antidictatorial. Para lo cual las organizaciones del Partido deben dominar nuestra línea política; no perder de vista la contradicción principal: dictadura-pueblo; y el enemigo principal a golpear: el sector proterrateniente y prosoviético hegemónico; practicar la línea de masas y de frente único y fortalecer al Partido, pugnando por la hegemonía proletaria en la lucha antidictatorial. Todo el Partido debe tener clara la correlación de fuerzas entre la dictadura y el pueblo: éste aún se mantiene en la etapa de la resistencia; sería muy peligroso confundir las disputas en el seno de la dictadura con la disputa entre ésta y el pueblo, ya que los sectores prosoviéticos incitan en ocasiones a las organizaciones populares a la pasividad o a la aventura, según las necesidades de su lucha por arriba para el control del poder; y los sectores proyanquis, en ocasiones, dan por “liquidados” a sus rivales prorrusos para incitar al pueblo a una supuesta lucha fácil y corta que sirva a sus proyectos; o frenan la lucha de acuerdo con sus compromisos por arriba. Desde ya que en la lucha antidictatorial, tenemos que utilizar las contradicciones por arriba para aislar al máximo, y golpear, al sector prorruso –el violo-videlismo– hegemónico en la dictadura, golpeando juntos con todos los que lo golpeen.
La clase obrera y el pueblo combaten en la resistencia. Aún no han iniciado la contraofensiva. Pero existen condiciones favorables para desarrollar un amplísimo movimiento de masas que organice la lucha de los trabajadores desocupados y, simultáneamente, luchando por aumento de salarios y otras reivindicaciones inmediatas, avanzar en la organización y recuperación de las comisiones internas, cuerpos de delegados y sindicatos. Es posible dar un salto en la organización sindical de los obreros rurales. La experiencia del proletariado polaco ha vuelto a demostrar el papel clave de la organización de empresa del proletariado en la lucha de clases, independiente, de éste. La burguesía –tanto argentina como mundial– destaca en el caso polaco la importancia del rol del dirigente obrero Lech Walesa, contraponiéndolo a lo que fue, y es, la clave de los éxitos de la clase obrera polaca, y la fuente del poder de sus dirigentes: su organización de empresa, y la línea de las fuerzas patrióticas, luego de la masacre de 1970, “de organizar y no de quemar” a los comités de fábrica.
Existen las condiciones para desarrollar un amplísimo movimiento popular antidictatorial, movimiento en el que jugarán, como hasta ahora, un gran papel, las mujeres. Se han creado las condiciones para dar un salto en la organización de las masas del campesinado pobre y medio, y en especial de la juventud campesina, en un movimiento que levante sin claudicaciones la bandera de la lucha por la tierra. Se acelerará –en un grado desconocido en estos años– la reorganización del movimiento juvenil; y existen condiciones inmejorables para que esta reorganización coloque a la juventud al servicio de la lucha de los obreros y los campesinos, superando las tendencias montoneriles que siempre pugnaron y pugnan por transformar a la juventud en instrumento de la burguesía (prosoviética) para dirigir a los obreros y campesinos.
Para todo esto será fundamental un Partido de miles que pueda dirigir a millones y forjar un amplísimo frente único antidictatorial dirigido por la clase obrera.
La abnegada labor del Partido durante estos años, en el combate antidictatorial, ha creado condiciones para pensar en miles de nuevos afiliados en un proceso no muy largo. Lo que reclama hoy una acelerada reorganización del Partido que permita colocarlo en condiciones de resolver las exigencias políticas del momento. La lucha antidictatorial del Partido ha sido continuidad de nuestra lucha anterior contra el golpe de Estado que se preparaba en los años 1974-1975, lo que hace que nuestra lucha sea reconocida por sectores importantes de la clase obrera y el pueblo y por las fuerzas patrióticas y democráticas. Ese ha sido el sentido –también– del apoyo que fuerzas patrióticas nos dieron para que nos entrevistásemos con la multipartidaria, luego de haber aprobado ésta una lista restringida de partidos a recibir.
El tema de la hora es: la necesidad de un Partido que tenga clara la línea estratégica y la línea táctica antidictatorial, y pueda integrarla y aplicarla nacional, regional, y localmente, con el máximo de iniciativa política y capacidad organizativa, con flexibilidad, en circunstancias internacionales y nacionales muy cambiantes y complejas, signadas –internacionalmente– por la agudización de los factores de guerra en un mundo preñado de revolución, y –nacionalmente– por la crisis, el hambre, la represión, y la disputa de Argentina como país estratégico clave para la guerra mundial.
Organizar y dirigir la lucha de las masas y a su calor crecer. El Partido debe jugar un papel no sólo de agitación y propaganda sino también, y principalmente, de dirigente de la lucha de masas.
II. Situación Internacional
1.– En este período se han continuado acumulando factores de guerra. El atentado a Sadat, que sigue a los atentados contra Reagan y el Papa Juan Pablo II (aún no esclarecidos en cuanto al móvil de los ejecutantes y a la posible ligazón de los mismos con alguna organización terrorista), y a los atentados contra la dirección nacional de la revolución iraní, ha contribuido a arrojar luz sobre la gravedad de la actual situación internacional, situación que se inclina, aceleradamente, hacia la guerra.
Teniendo en cuenta el contexto global de la situación actual en el Medio Oriente y el Nordeste de África, y la existencia de una serie de países conjurados contra la política de Egipto y Sudán, situación que puede ocasionar el incendio de una guerra de perspectivas mundiales con una pequeña chispa, el asesinato de Sadat, inevitablemente, trajo al mundo el recuerdo del atentado de Sarajevo que originó la Primera Guerra Mundial. Y mostró la posibilidad –objetiva– de que el mundo desemboque, en cualquier momento, en la fase previa a la guerra abierta, en la fase en la cual el eslabonamiento inexorable y rápido de los acontecimientos desemboque en la tercera guerra mundial.
La serenidad con la que reaccionaron ante el asesinato de Sadat las fuerzas que se oponen al hegemonismo y al expansionismo socialimperialista es demostrativo, también, de la madurez que ha alcanzado el frente antihegemonista tácito de una serie de países de Asia, África, Europa y América.
Luego de la asunción de la presidencia de los EE.UU. por Reagan, el imperialismo yanqui ha ido afirmando el combate, ya iniciado con Carter, contra la tendencia conciliadora, “munichista”, que facilitaba extraordinariamente la política expansionista y agresiva del socialimperialismo soviético. Los EE.UU. están en una carrera contra el tiempo para poder equilibrar el poderío militar soviético, e impedir que la URSS complete su dispositivo estratégico global para la guerra mundial (para este dispositivo tiene enorme importancia la lucha por el control, o la posibilidad de interferir, las comunicaciones del Atlántico Sur). Si la URSS logra completar su dispositivo estratégico global, que apunta a cercar a Europa, y a quedar en condiciones de poder estrangular sus comunicaciones y aprovisionamiento de materias primas fundamentales, a Europa Occidental no le quedará otra opción que la rendición o la guerra nuclear.
Al endurecerse la posición yanqui frente a la URSS (al igual que ya sucedió con la política internacional inglesa) y al producirse –en cierto grado y medida– un acercamiento de los EE.UU. a las firmes posiciones antihegemonistas y antisocialimperialistas de la República Popular China, se hace difícil la línea de los “munichistas” en Europa y otras regiones del mundo. La línea “munichista”, es decir: de la conciliación con la agresividad socialimperialista –tanto en Europa como en otras regiones–,aparece cada día más como una línea de derrotismo nacional que llevará, más tarde o más temprano, a transformar a los países que la practican en esclavos de los rusos.
El endurecimiento yanqui frente a los rusos juega un papel positivo para frenar el expansionismo soviético; pero, se realiza, como es lógico, con los típicos métodos imperialistas: en disputa por la hegemonía mundial, y en detrimento de los pueblos y naciones del Segundo y Tercer Mundo. Por lo que la situación internacional, y en particular la latinoamericana, se torna sumamente compleja y exige suma firmeza, y al mismo tiempo flexibilidad, para realizar la línea tercermundista de concretar un frente único antihegemonista que golpee centralmente al socialimperialismo soviético como la principal fuente de la guerra en el mundo actual.
El mundo se aproxima a la guerra mundial. La situación internacional es cada día más explosiva porque se agudizan los factores de guerra.
Simultáneamente se preparan para enfrentarla. En esa dirección luchamos por el punto de nuestra plataforma que plantea:
* Política exterior realmente independiente y de solidaridad con los pueblos y naciones que luchan contra el imperialismo, el hegemonismo y todas las formas de colonialismo. Unidad latinoamericana y del Tercer Mundo contra las dos superpotencias, en particular contra el socialimperialismo soviético, el más agresivo y aventurero en la actualidad. Promoción de todos los acuerdos que acudan en interés de la paz y estabilidad en el mundo y faciliten el desarrollo del frente antihegemonísta mundial. Contra la intervención de yanquis y rusos en El Salvador. Solidaridad con Polonia, Afganistán, Kampuchea, Laos y demás pueblos y países víctimas del hegemonismo imperialista soviético.
III. Situación nacional
Desde nuestra reunión de abril la crisis de la economía se ha agravado. Pese al optimismo inicial que demostraban los secuaces de Viola dijimos entonces que: la situación era “gravísima y no se advierten síntomas de mejoría rápida” y que la magnitud de la crisis era tal que: “se precisarían muchos años para salir del pozo”.
La situación se ha agravado, y nos encontramos en pleno remolino de la crisis. El número de desocupados pasó de 200.000 –que eran, aproximadamente, los que se reconocían a inicios de año– a un millón; y se estima en un millón y medio el número de trabajadores semiocupados. Los sindicatos de la provincia de Mendoza denuncian la existencia de 142.000 desocupados (el 12% de la población activa) y de 87.000 semiocupados. SMATA nacional denuncia la existencia de 40.000 despedidos en el gremio; la AOT de 80.000 textiles. De 8.000 portuarios en la Capital, sólo trabajan unos 3.000. Suman miles los despedidos en la carne; 60.000 en ferroviarios; 12.000 en bancarios; miles en la alimentación y decenas de miles en la construcción. Decenas de miles de obreros han sido suspendidos en los últimos meses y se han visto obligados a subsistir con quincenas magras, sin conseguir, en la mayoría de los casos, changas que mejorasen la situación de sus hogares.
La situación de los obreros rurales es desesperante. Los estibadores trabajan, prácticamente, por la comida; y en las estancias, muchas veces, no se los ocupa ni siquiera para pagarles con la comida.
Las necesidades mínimas de una familia obrera tipo, según la CGT de Córdoba, era, a fines de agosto, de 4.160.000 pesos. Un presupuesto mínimo para la familia tipo hecho por trabajadores municipales de Buenos Aires, en la misma época, daba 3.523.480 pesos. Estas cifras, por sí mismas, demuestran la brutal caída del salario real de los trabajadores con la dictadura, ya que la inmensa mayoría de los asalariados está lejos de ganar esa suma. El desarrollismo –que como es sabido ha sido y es una de las principales fuerzas colaboracionistas– denunció que la caída del salario real bajo la dictadura fue de un 50 %.
Con el ramalazo de la crisis el hambre ha entrado en los hogares de los trabajadores a lo largo y ancho del país, sumiendo a millones de ellos en una situación desesperada, y agravando todos los problemas sociales: sanitarios, educacionales, de vivienda, cultura les, etc.
Las masas del campesinado pobre sufren una situación agobiante. Los mayores precios producidos por la devaluación del peso no beneficiaron a sus cosechas, que ya habían sido vendidas, y en cambio sufrieron la carestía galopante de sus artículos de consumo, semillas, e insumos básicos.
Miles de campesinos pobres y medios –e incluso muchos ricos pierden sus chacras, rematadas a precios ínfimos, y compradas por los acreedores financieros y los terratenientes. Miles de explotaciones agropecuarias están bajo la amenaza de la bandera de remate. Esto luego de cuatro cosechas exportadas a buen precio. La situación es gravísima en las zonas que sufrieron inundaciones en: Córdoba, Santiago del Estero y Santa Fe; lo mismo que en Cuyo, Chaco, Comahue, zonas de Misiones, parte del NOA. Puede servir de ejemplo el caso de Mendoza, en donde se han producido el 30 % de las quiebras del país y se estima que las deudas alcanzan a 500 millones de dólares. Sólo con el 50 % que por el acuerdo propuesto por la intervención al grupo Greco dejaron de cobrar los acreedores de éste, se puede comprar 110.000 Ha. cultivables (casi el 50 % de lo que hoy se cultiva en la provincia). Sobre 12.000 trabajadores del Valle de Uco y Ugarteche el 86 % de los “golondrinas” y el 76 % de los permanentes están desocupados. De 5.000 familias del Valle de Uco, 3.000 no pagaron la boleta de luz a su vencimiento.
Miles de empresas industriales y comerciales pequeñas y medianas están en quiebra. Incluso muchas grandes empresas de la burguesía nacional, que están quebradas, con deudas de millones de dólares, sobreviven artificialmente absorbidas por empresas financieras también quebradas y aún no liquidadas.
Se ha agravado el problema secular de las llamadas “provincias pobres”. Miles de sus habitantes que, como producto de la crisis agraria ya crónica de esas regiones, emigraba continuamente hacia el Gran Buenos Aires, se encuentran con que aquí tampoco hay trabajo. Al mismo tiempo, una masa juvenil muy grande, que en las décadas del sesenta y setenta pudo ingresar, relativamente fácil, a las universidades, y sostener sus estudios con poco dinero, hoy no puede hacerlo por los ingresos limitacionistas, los aranceles, la falta de comedores universitarios baratos, ya que los existentes antes de 1976 han sido cerrados por la dictadura, falta de becas, etc.
2.– La línea económica de la dictadura violista continúa, en esencia, la línea económica del período videlista. Sigaut y Viola tienen, como línea fundamental, frente a la crisis, descargarla sobre los hombros de las grandes masas trabajadoras de la ciudad y el campo, y sobre el empresariado nacional, favoreciendo y tratando de salvar, fundamentalmente, los intereses de los terratenientes y de la gran burguesía intermediaria (fundamentalmente la intermediara o asociada al sector económico y financiero prorruso: Acindar, Papel Prensa, Bridas, Bunge y Born, Garavaglio y Zorraquín, Aluar, grupo financiero beneficiado con las medidas y propuestas de refinanciamiento, etc.). Tienen como línea “ganar tiempo”, produciendo, en la medida de lo posible, una lenta agonía de los sectores industriales, comerciales, financieros, y agrarios, destinados a sucumbir con la crisis, y haciendo oídos sordos a todos los reclamos de las masas trabajadoras condenadas a la desocupación, la miseria y el hambre. Levantan el espantajo del Plan Alsogaray, amenazan con el plan Alsogaray, y, mientras, meten a fondo el Plan Sigaut.
Las perspectivas inmediatas son: aumento de las quiebras y profundización de la crisis; aumento de la desocupación en los próximos meses; aumento de la inflación y la presión impositiva; caída aún mayor del salario real; inestabilidad financiera dado que hay unos 18.000 millones de dólares colocados a menos de 30 días; problemas en el mercado de cambio por los elevados vencimientos en moneda extranjera y las escasas divisas disponibles.
3.– Desde el CC de abril nuestro Partido levantó y popularizó, aún insuficientemente, una plataforma de emergencia de diez puntos.
En abril muchos consideraron “extremista” nuestro planteo de condonación general de deudas usurarias, crediticias, e impositivas, para los trabajadores y empresarios nacionales, lo mismo que la propuesta de reforma monetaria que ponga fin a la inflación y la especulación, etc. Hoy muchos de esos puntos son bandera de lucha de sectores importantes de las masas trabajadoras, el pueblo y distintas fuerzas patrióticas, como sucedió con la exigencia de no pago de las deudas usurarias de los campesinos de Alicia en la provincia de Córdoba, el reclamo de una reforma monetaria antiinflacionaria por sectores importantes del empresariado nacional, la decisión por asambleas populares de no pagar los impuestos; o no pagar la luz y el gas impidiendo se corte el servicio, etc.
En lo inmediato es fundamental garantizar medidas para los problemas del hambre y la salud de las familias condenadas al paro forzoso, convocando a asambleas y eligiendo comisiones representativas de los mismos, abriendo un registro de desocupados en los sindicatos, CGT regionales, y organizaciones vecinales, con un padrón de sus necesidades urgentes, reclamando: subsidios, condonación de deudas por alquileres; luz, gas, impuestos, a ser cubiertos con un impuesto a los terratenientes y grandes fortunas, organizando ollas populares y comedores en sindicatos y organizaciones vecinales, y el reparto de leche y yerba mate, pan, remedios y productos de primera necesidad, etc.
El centro de nuestra lucha por medidas populares para resolver la crisis apunta a lograr medidas que reactiven el mercado interno, y acaben con la inflación y la especulación, garantizando los intereses de la clase obrera y el pueblo y la defensa del patrimonio nacional. Para ello es necesario.
– La condonación general de deudas que evite la quiebra y los exorbitantes costos financieros de las empresas públicas y privadas.
– La reforma monetaria que sanee el peso y liquide las tendencias especulativas.
– El control de cambios, que evite la especulación con la moneda extranjera.
– La nacionalización de la banca que permita aplicar una política crediticia de fomento y desarrollo nacional.
– La eliminación del déficit fiscal haciendo que los terratenientes y grandes monopolios carguen con el peso impositivo principal.
– Aumento de salarios y jubilaciones, precios compensatorios para los campesinos, y medidas inmediatas para proveer de tierra a los obreros rurales y campesinos dispuestos a trabajarla, mediante la subdivisión de los latifundios; adecuada protección arancelaria para la industria nacional.
Desde ya que estas medidas de emergencia, las únicas que pueden paliar las consecuencias de la crisis en beneficio de las masas populares, no pueden ser tomadas por la dictadura proterrateniente y proimperialista de Viola. Exigen que ésta sea derrocada y se instaure un gobierno provisional revolucionario de unidad antidictatorial que las pueda efectivizar de inmediato, en tanto se organizan elecciones verdaderamente libres a una Asamblea Constituyente auténticamente soberana. Es en ese camino que levantamos esa plataforma de emergencia y plataformas de emergencia diferenciadas en provincias, regiones, y diferentes ramas de la producción, y las proponemos al debate de todas las fuerzas antidictatoriales con el ánimo de encontrar, en conjunto, los puntos mínimos de acuerdo para ir forjando un poderoso frente único antidictatorial.
4.– La dictadura, con la presidencia de Viola, ha continuado aplicando la política represiva, fascista, del período anterior. Se ha producido, como resultado del combate popular y el aislamiento político nacional e internacional de la dictadura, un cierto relajamiento de la represión; pero no se han derogado ni el Estado de sitio, ni las normas que suspenden la actividad política; no se ha dado un solo paso en el tema de los detenidos-desaparecidos; se libera a los presos políticos y sociales a cuentagotas; se han producido en estos meses de presidencia de Viola, detenciones masivas como en la asamblea del SMATA y reuniones políticas, allanamientos, torturas, secuestro y asesinato de opositores. Esa política represiva es una necesidad impuesta por: la orientación económica antipopular de la dictadura; por su política de entrega del patrimonio nacional (petróleo, gas, privatización de empresas nacionalizadas, entrega al capital extranjero de tierra y de empresas nacionales) por su creciente subordinación económica y diplomática a la URSS; por el rumbo provocador y belicista que ha impreso a las negociaciones limítrofes con Chile; y por el contenido reaccionario de su política educacional, cultural, etc.
A más de seis meses de presidencia de Viola hace ya mucho tiempo que se disiparon las ilusiones que sembraron sus amigos del MID, el P“C”, y otras fuerzas prosovíéticas, sobre sus planes de “rectificación” de la política económica, de “apertura” política, de supuestas medidas a favor del pueblo y la Nación. Pocas veces conoció la Argentina un desgaste aparentemente tan rápido de las ilusiones en las promesas demagógicas de un gobernante como ha sucedido con Viola. Sus amigos quieren hacer creer que ello se debe a que Viola está imposibilitado de gobernar por el control que ejerce la Junta de Comandantes sobre él. Pero el pueblo sabe que Viola, en realidad, gobierna la Argentina, junto a Videla, desde hace seis años; que tiene contradicciones, en algunas cuestiones con la Junta, lo que es evidente, pero él ha ratificado hasta el cansancio su acuerdo con las pautas esenciales del llamado “proceso” dictatorial, por lo que mal podría eximírselo de las consecuencias de ese “proceso”; y el pueblo no precisó observarlo más de un mes en el ejercicio de la presidencia para hacer su balance, definitivo, sobre lo que se puede esperar de este general lleno de sangre hasta los codos por el asesinato y la tortura de miles de argentinos.
6.– En esa perspectiva es actualmente fundamental desarrollar un amplísimo movimiento por pan y trabajo, y organizar a las masas para luchar por medidas inmediatas para solucionar los problemas del hambre y la desocupación. Lo que se vincula a la lucha por aumento de salarios en los lugares en que se sigue trabajando. Asambleas, concentraciones, marchas, actos, petitorios, ollas populares, concitando alrededor de estas iniciativas la más amplia unidad popular. La marcha (parcial) organizada por el obispo Novak en Quilmes; la lucha de la comisión de cesantes de Mercedes Benz que obtuvo la continuidad de los servicios sociales para los despedidos y evitó el desalojo de los que ocupan viviendas de la empresa; las pequeñas asambleas de vecinos de La Matanza que decidieron no pagar la luz y el gas y resistir el retiro de los medidores; la instalación de las primeras ollas populares en barriadas humildes y lugares de trabajo; la lucha por asegurar el cobro de la garantía horaria allí donde está legislada; la realización de festivales y actividades múltiples para reunir fondos para los desocupados y ayudar a organizar la lucha por sus problemas; el apoyo sindical a iniciativas como la misa contra el hambre organizada por obreros de Ford con la idea de ayudar a reunir y movilizar a los obreros despedidos de esa empresa, son iniciativas a estudiar y tratar de generalizar para que la masa de desocupados no pueda ser manipulada por la dictadura, para que ésta no aproveche este enorme ejército de reserva de asalariados, para bajar aún más el salario real de los obreros ocupados y para sus planes fascistas, y pugnar para que esa masa de obreros desocupados se transforme, por el contrario, en avanzada del combate antidictatorial.
La lucha por la paz sigue planteada como tarea de fundamental importancia para todo el movimiento antidictatorial, y en particular para la juventud. La dictadura y en especial el sector violista, en una situación muy difícil, maniobra y maniobrará para no aprobar la propuesta papal y postergar la solución del litigio fronterizo con Chile, tratando de mantenerlo como detonante posible de utilizar cuando convenga a los planes estratégicos de sus amos rusos. Por eso no debemos disminuir la vigilancia en este problema, y es necesario planificar iniciativas –especialmente junto a las masas católicas y peronistas– que mantengan viva la lucha por la paz. Nos planteamos contribuir a un fortalecimiento del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo contribuyendo, junto a todas las fuerzas democráticas, a la organización de nuevas filiales del mismo y al fortalecimiento de las existentes; y apoyando sus iniciativas. Para esto es muy importante estudiar y generalizar las experiencias buenas de trabajo desarrolladas en algunas localidades. Lo mismo en cuanto al movimiento de lucha por la libertad de los presos políticos y gremiales.
En el último período se han desarrollado –aunque en forma aún limitada por falta de persistencia política y organizativa– agrupaciones clasistas y antidictatoriales en algunas empresas y gremios. La lucha para avanzar aún más decididamente en esto sigue siendo una lucha política que resume la lucha de líneas en el Partido. Simultáneamente se han desarrollado acuerdos unitarios con sectores sindicales peronistas, militantes en las 62 Organizaciones, en: ferroviarios, automotor, metalúrgicos, textiles, carne, rurales, portuarios, entre otros, creándose condiciones para avanzar en el frente único antidictatorial en la clase obrera.
Se ha ido fortaleciendo una corriente antiterrateniente, democrática, antidictatorial, y antiimperialista, en el movimiento campesino. Existen condiciones para extenderla nacionalmente, ayudando a organizar a las masas del campesinado pobre y medio, tanto en las organizaciones gremiales como en las cooperativas ya existentes y creando nuevas organizaciones.
El Partido debe prestar atención política, y destinar fuerzas orgánicas, para contribuir a la reorganización del movimiento juvenil de masas; al fortalecimiento del movimiento femenino y popular; al desarrollo de las corrientes antidictatoriales, democráticas y patrióticas en el movimiento de los profesionales e intelectuales y a la lucha por la defensa del marxismo-leninismo y las concepciones científicas en esta capa social. En el período inmediato debemos prestar atención y ayuda especial a la reorganización del movimiento gremial y democrático en la docencia.
7.– La lucha por la hegemonía en el seno de la dictadura: La crisis; el deterioro creciente de la dictadura que amenaza con socavar el dominio de las clases dominantes; el aislamiento internacional de la dictadura militar, sostenida a ultranza sólo por sus aliados del bloque soviético; la agudización de la lucha interimperialista –en especial entre las dos superpotencias– en la situación internacional que reseñamos; todo esto ha contribuido para agudizar la lucha en el seno de la dictadura entre diversos grupos y camarillas, reinstalando un clima de deliberación, división, y reagrupamiento de fuerzas, en el seno de las FF.AA. Se viven días tensos por los próximos ascensos, traslados y retiros, en especial en el Ejército y la Aeronáutica. En la cúpula militar, se puede decir, sin exagerar, que muchos altos oficiales duermen con las pistolas amartilladas.
En la Marina se ha afirmado una corriente antiviolista. En Aeronáutica, por lo que ha trascendido públicamente, hay una gran paridad de fuerzas entre violistas y antiviolistas, aunque la jefatura del arma, con Graffigna, ha apoyado generalmente la línea violista. En el Ejército se ha fortalecido la corriente antiviolista que amenaza con desplazar de la cúpula de esa arma a los generales violistas y sus aliados (incluidos Vaquero, Bussi y Villarreal, según ya es público). Los violistas reorganizan aceleradamente sus fuerzas en el Ejército, y dan gran importancia al trabajo de infiltración de una corriente de coroneles y tenientes coroneles a la que, por su heterogeneidad política e ideológica, se la ha bautizado como “el Frejuli blindado” ya que participan de ella militares nacionalistas, peronistas, frigeristas, simpatizantes abiertos del castrismo (llamados ahora “los etíopes” por analogía con el grupo prorruso que dio el viraje histórico hacia la URSS luego del triunfo revolucionario en Etiopía), etc. Corriente que traza planes golpistas junto con un sector sindical y una parte de la multipartidaria.
El clima que se vive en los cuarteles es tenso y seguirá siéndolo, por lo menos hasta que se culmine el período de ascensos, traslados, pases y retiros.
En el trasfondo de estos planes se asiste a una puja en la que el sector prosoviético se esfuerza por reforzar su alianza con el sector de terratenientes ligado a la venta de carnes, cereales y otros productos agropecuarios, a la URSS, y con el grupo de burguesía intermediaria al que se ha ido asociando económica y políticamente. Al tiempo que presiona para que se hagan grandes compras a la URSS por empresas estatales argentinas, sin licitación previa; y se usen créditos “atados” que harían para compras de productos soviéticos. Presionan para penetrar en la Argentina en las ramas de pesca e industria naval; en la construcción de puertos; energía hidroeléctrica; en minería con acuerdos como los que hicieron en Bolivia; agroquímicos a cambio de cereales y carnes; y equipamientos para: ferrocarriles, obras y servicios públicos, industria petrolera y elevadores de granos. Dada la crisis, que obliga diariamente a opciones que la descarguen sobre uno u otro sector, esta asociación del socialimperialismo con los terratenientes está deteriorando seriamente la alianza del sector prosoviético de la dictadura con grupos de la burguesía nacional, y con monopolios europeos, e incluso yanquis, industrialistas. El sector prosoviético se apoya en los terratenientes y la burguesía intermediaria asociada, y en las fuerzas políticas afines a estas clases; y utiliza a la izquierda, minada por su quintacolumna del P“C”. Esto último le es cada día más difícil. En relación con sus planes estratégicos –que analizamos en los CC de noviembre y abril– pone el centro de sus esfuerzos en tratar de recuperar y recomponer sus fuerzas en las Fuerzas Armadas ya que allí ha sufrido un grave deterioro.
La creciente vinculación argentina con la URSS, que se ha transformado en el principal comprador de granos, carnes, y lanas, y tiene importante participación aquí en los programas de energía hidroeléctrica y nuclear, ha originado un debate en las fuerzas populares y patrióticas: ¿representa la URSS, hoy, para la Argentina y su comercio exterior, un papel similar al de Gran Bretaña en el pasado?
Muchos, interesadamente o no, sostienen que no se puede hacer ese tipo de comparaciones porque les compramos más a los yanquis. Los dirigentes Montoneros, por ejemplo, arguyen que Argentina: ha sido “reinsertada en la división internacional del trabajo organizada por las multinacionales”, luego de la gestión Martínez de Hoz. Lo mismo opina el diario frigerista Clarín.
También en épocas de dominio inglés les comprábamos más a los yanquis. Regía el llamado comercio triangular por el que les vendíamos más a los ingleses y les comprábamos más a los yanquis. Pero nuestra dependencia principal era de los ingleses. Esto era así respecto de los ingleses, y lo es ahora respecto de la URSS, por el papel hegemónico que tienen los terratenientes en las clases dominantes, y el interés de éstos, su subsistencia y desarrollo, depende de las exportaciones, no de las importaciones. Por ello, para los terratenientes, podemos dejar de importar, podemos incluso llegar a repudiar la deuda externa (ahora principalmente con los yanquis) siempre que eso no afecte las exportaciones (ahora principalmente con los rusos).
Claro, en épocas del dominio inglés el dominio de Gran Bretaña no se definía sólo por el comercio exterior, porque ellos controlaban además los ferrocarriles, las finanzas, los fletes y hasta el puerto. ¿Pero acaso ahora el grupo prorruso no controla el aluminio, el acero, papel, gran parte del cemento y la petroquímica, parte del petróleo, parte de las finanzas, etc, etc.? Este es otro tema en discusión sobre esta cuestión. Además la URSS tiene participación cada día mayor en lo energético (tan importante hoy para controlar un país como ayer los ferrocarriles) y mediante un complejo juego de alianzas tiene la hegemonía política y, en general, ha tenido la hegemonía militar por un largo período (con breve interrupción en 1974/75) desde 1971.
De una u otra forma se suele caer siempre, en definitiva, en el debate sobre el carácter actual de la URSS. ¿Es un país socialista o un país que por vía original ha reinstaurado el capitalismo? ¿Es un país socialista o un país imperialista? Fuerzas todavía influenciadas por el castrismo en América Latina, e impregnadas aún del espíritu de burguesía intermediaria, mercenario, de éste, comparan la “ayuda” soviética actual a los pueblos que luchan contra el imperialismo yanqui con la “ayuda” de la burguesía inglesa en la lucha contra el imperio colonial y feudal español, en el siglo pasado. No se trata, como se ve, de una simple discusión sobre la necesidad de apoyarse en la fuerza propia en la lucha liberadora; se trata de un debate sobre el carácter actual de la URSS. Basarse en el apoyo de una potencia imperialista para librarse de otra (en la URSS para librarse de los yanquis, o en éstos para librarse de los rusos) termina siempre en el cambio de amo.
La fuerza prosoviética, como dijimos, se apoya en los terratenientes y la burguesía intermediaria y utiliza a la izquierda.
Respecto de los partidos “comunistas” que obedecen al bastón de mando de Moscú, en América Latina, parten en su trabajo de las siguientes tesis:
1. “…las fuerzas del socialismo y del comunismo están a la ofensiva en todos los países, en todos los continentes, en todas las esferas de la vida social” (Todor Zhivkov, primer secretario del P“C” de Bulgaria en Revista Internacional N° 2 de 1979).
2. La Revolución Cubana confirma “la teoría marxista-leninista de la reestructuración revolucionaria del mundo” y es “el comienzo de la revolución socialista latinoamericana triunfante”. Desde 1979 América Latina vive: “la primera fase de un nuevo auge revolucionario… después del reflujo ocasionado por los golpes militares de características fascistas en Brasil, Chile, Uruguay y otros países (Gilberto Vieira, secretario del P“C” de Colombia en Revista Internacional N°5 de 1979).
3. En relación con todo lo anterior y con el balance de los fracasos sufridos en Chile, Perú, y relativamente en la Argentina, con motivo del cincuenta aniversario de la I Conferencia de los partidos comunistas de América Latina plantean que: en América Latina se entró en “una etapa cualitativamente nueva, con la aplicación práctica por los partidos comunistas de la tesis sobre la necesidad de crear en cada país una 'mayoría revolucionaria'; no la superioridad numérica sobre el adversario, sino una fuerza dinámica y en progreso creciente del movimiento popular, que atrae sin cesar a nuevos partidarios”, tesis que se basa “en el análisis de los puntos débiles de la 'concepción política pluralista', la cual obstaculizaba el desarrollo de la política general de las fuerzas progresistas del movimiento revolucionario” y “no tenía mucho en cuenta la necesidad de crear una dirección verdaderamente monolítica y única para guiar el proceso de la unificación del movimiento democrático”. Aspiran a crear un bloque de fuerzas izquierdistas (como ya hicieron en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Chile, Venezuela, y trabajan para hacer en Brasil, Argentina, Uruguay, y en toda América Latina) que respetando las particularidades nacionales de nuestros países unifique a la población “en torno a la alternativa revolucionaria minuciosamente elaborada” (el subrayado es nuestro), mayoría revolucionaria que “puede ejercer influencia decisiva en la radicalización de las fuerzas centristas, nacional-reformistas y de otros partidos”. (Revista América Latina, N° 4 de 1979).
Esta supuesta “tesis” científica esconde el hecho clave de que la URSS logró en 1968 ponerle el yugo al Partido Comunista Cubano y, paulatinamente, la KGB fue subordinando a las fuerzas castristas de América Latina. Y esconde la realidad de la fuerte influencia soviética en la sección latinoamericana de la Internacional Socialista. En el caso argentino, la soberanía del P“C” en la aplicación de esta tesis, en torno a la “alternativa” violista “minuciosamente elaborada”, soberbia manifestada en sus reuniones de célula “abiertas” de afiliación, y en sus planes de 100.000 afiliados para la FJ“C”, esconde, desde ya, la impunidad que les da el ser parte hegemónica en el poder.
La utilización por el socialimperialismo de una máscara “revolucionaria”, “socialista”, “comunista”, es, por un lado, una cuestión ideológica. Es una forma particular de encubrimiento de su carácter imperialista, contrarrevolucionario, y anticomunista. Tiene que ver con las particularidades de la restauración capitalista en la URSS, y con la transformación de los partidos “comunistas” prosoviéticos en partidos revisionistas y oportunistas instrumentos ciegos de las órdenes de Moscú. Es una falsa apariencia que hay que saber apartar, a los ojos de las masas, para ayudar a éstas a calar su esencia. Pero la máscara “socialista” y “revolucionaria” es, principalmente, una cuestión política que hace a aspectos originales del socialimperialismo; así como el imperialismo yanqui, siendo imperialista, se presenta como “democrático”, y el imperialismo alemán, siendo imperialista, se presentaba como “nacional-socialista”. Simplificar esto, menospreciar este aspecto particular del socialimperialismo, subestimar la importancia de su demagogia “socialista”, puede resultar funesto para las fuerzas antiimperialistas dispuestas a luchar por la independencia nacional.
Los sectores proyanquis y algunos proeuropeos que antes sembraron la idea de la subestimación del sector prosoviético, lo que facilitó enormemente el avance de éstos en la Argentina, ahora, en ocasiones, lo dan por muerto antes de matarlo. Ya dan a Viola por desplazado y con él lo que representa. Esta es una idea sumamente nefasta, porque: el sector prosoviético tiene el control de palancas económicas claves a través de un sector de burguesía intermediaria que han subordinado o directamente formado, y son el principal comprador de nuestros cereales, carnes y lanas; ya han obtenido posiciones claves en el aprovisionamiento de turbinas, tecnología atómica, etc.; ocupan puestos decisivos en el gobierno y en el aparato estatal producto de muchos años de trabajo; poseen mandos importantes en las FF.AA. y represivas; numerosos, disciplinados y bien entrenados grupos comando terroristas y una extensa red de agentes; disponen de una importante fuerza política (MID; P“C” ; grupúsculos de izquierda; una corriente afín en el peronismo y la UCR; posiciones dirigentes en el movimiento obrero –dentro y fuera de la CGT– campesino, estudiantil y popular); una extensa red de cooperativas de crédito, de consumo, agrarias, etc.; grandes empresas; poderosos medios de información (diarios de gran tiraje; radios y canales de TV de muchísima audiencia; un fuerte equipo periodístico, artístico, etc.); influencian fuertemente a un sector del clero católico; etc. No se los desplazará del poder con un soplido. Tácticamente se los debe respetar.
Los prosoviéticos, hegemónicos en la dictadura asesina de Viola, son sí, estratégicamente despreciables. Porque son pro imperialistas, unidos al imperialismo más agresivo y cruel de nuestra época y, como tal, cada día se irán desenmascarando ante las grandes masas como lo que son y tendrán grandes contradicciones con la burguesía nacional. Porque están aliados a los terratenientes, la clase más reaccionaria de la Argentina, por lo que, históricamente, sólo pueden ganarse el odio de los campesinos y los trabajadores, y tener serios problemas con la burguesía nacional (desde este punto de vista el socialimperialismo recoge y desarrolla la desviación del Partido Comunista que desde mediados de la década del treinta y especialmente en el período de lucha antifascista, embelleció a los terratenientes, lo que fue una de las causas de su degeneración y de que nunca pudiese ganar a las masas en la Argentina). Y porque están obligados a seguir un rumbo belicista de acuerdo con las necesidades estratégicas de la URSS, aunque hoy se disfracen de neutralistas. Así se ha visto con el conflicto limítrofe con Chile.
En cuanto a los yanquis: han reforzado enormemente su presión sobre la dictadura para tratar de modificar la política prosoviética de ésta. Tropiezan con la dificultad de que nunca pudieron hacer pie sólidamente, en la Argentina, a diferencia de otras naciones de América Latina. Pero aprovechan su fuerza en la región y la importancia de los monopolios que se han establecido aquí.
Los yanquis están apretando a la dictadura violista exigiendo –especialmente– definiciones en el terreno militar– que impidan que Argentina se ligue –mediante compras de armas y tecnología militar a la URSS; quieren impedir que la Argentina adopte una posición “neutralista” entre los EE.UU. y la URSS que esconda una alineación real con esta última.
Desequilibrado el Caribe, con el riesgo de perder a manos de los sectores procubanos y prorrusos El Salvador y Guatemala; con un Méjico afirmado en posiciones independentistas (como lo demuestra el acuerdo de López Portillo y Mitterand de reconocimiento a la guerrilla salvadoreña); con Brasil alejándose del área de influencia yanqui, Washington tiembla ante la consolidación de un eje argentino-brasileño esencialmente antiyanqui que desestabilice todo el Cono Sur (con situaciones no definidas en Bolivia; en Uruguay, en donde la presidencia de Gregorio Alvarez, implica un golpe a los sectores más afines al imperialismo yanqui; y con un gran trabajo de infiltración rusa en Paraguay). Los yanquis presionan duramente sobre la dictadura argentina empujándola a tomar posiciones convenientes para los EE.UU. en el caso de Bolivia, El Salvador, envío de tropas al Sinaí. Exigen la firma del Tratado de Tlatelolco, un cronograma de “democratización”, pasos en el respeto a los derechos humanos, etc. Visitan el país un general yanqui tras otro. A cambio de todo eso y principalmente de que Argentina tome distancia de la URSS, acuerde con la propuesta papal para el Beagle y firme un tratado con Chile de cooperación, los EE.UU. ofrecen: refinanciar la deuda externa; apoyo a la devolución por Inglaterra de las Malvinas (a cambio de concesiones petroleras a los ingleses); ayuda financiera para la explotación petrolera y gasífera; apoyo al plan nuclear; favorecer la entrada de carnes y cereales argentinos al Mercado Común Europeo (presionando para ello especialmente sobre ingleses y alemanes).
Este es el trasfondo de la discusión sobre los cambios próximos en las FF.AA. y de la lucha en el seno de la dictadura.
8.- La situación en los partidos políticos: La muerte de Balbín ha creado una situación compleja no sólo en la UCR sino también (por la lucha que se ha abierto por la línea y la dirección futura de la UCR) con los planes que habían hecho diversas fuerzas respecto de la multipartidaria. Es en relación a las complicaciones creadas por esta situación que deben considerarse las declaraciones provocativas de Harguindeguy respecto de la designación de otro presidente militar en 1984, por simple designación de la Junta Militar; y las declaraciones posteriores de Viola y Liendo que no desmintieron a Harguindeguy, contribuyendo a polarizar, y relativamente a endurecer, a la multipartidaria, por un lado, y a reflotar, simultáneamente, la vieja idea de un acuerdo sindical-militar de carácter, digámoslo así: “nacional-violista”.
Se agudizó la disputa por alinear al peronismo tras uno u otro jefe militar, disputa que, objetivamente, siembra la semilla de la división de esa importante fuerza popular. Todos los planes de las camarillas que se disputan la hegemonía en el poder parten de dividir al peronismo, lo que dan como un hecho inevitable. Contradictoriamente con esto la salida en libertad de Isabel Perón, y la línea seguida hasta ahora por la dirigente máxima del peronismo durante los más de cinco años de dictadura, crean las condiciones para unificar a la enorme mayoría del peronismo en una línea de oposición antidictatorial, y en particular de enfrentamiento al violo-videlismo. También es un hecho positivo la reorganización de las “62” Organizaciones con una línea de enfrentamiento a los planes participacionistas del violo-videlismo instrumentados desde el Ministerio de Trabajo.
Con vistas a un posible desemboque electoral debe analizarse la actividad de Massera hacia el peronismo; la organización del neocamporismo o neomontonerismo; y de fuerzas que aspiran a quedarse con una parte de los votos del peronismo al que, desde ya, se lo imagina proscrito, dividido, u obligado a votar a algún dirigente militar por la inhabilitación de sus principales dirigentes. También en esa dirección apuntan los planes de “unidad de la izquierda” que monta el sector prosoviético a partir de la labor de cuadros como José Aricó, Portantiero, y otros, transformados en teóricos latinoamericanos de la tesis del “bloque de fuerzas revolucionarias”, en la Sección Latinoamericana de la Internacional Socialista. En las fuerzas que tratan de ser reconocidas por la Internacional Socialista se da un debate entre los que consideran que el mundo actual se divide entre países capitalistas y países socialistas (incluyendo aquí a la URSS y sus satélites), y los que, desde diferentes posiciones, defienden tesis tercermundistas y ubican a la Argentina dentro de los países del Tercer Mundo.
En forma confusa, con idas y vueltas, en los últimos años se ha ido conformando una corriente de tipo patriótico, tercermundista, que defiende posiciones antiimperialistas y nacionalistas frente a las dos superpotencias. Esta corriente es fuerte en el peronismo, crece en el radicalismo, y ha ido ganando fuerzas en la izquierda socialista, progresista, nacionalista, cristiana, e independiente. Los pronunciamientos por el apoyo a la propuesta papal para el Beagle, y de condena a la intervención soviética a Afganistán y a la amenaza de intervencíón a Polonia, son testimonio del crecimiento de esa corriente. Una corriente importante en las Fuerzas Armadas defiende, o tiende a defender, posiciones semejantes.
En cuanto a la UCR la muerte de Balbín ha agudizado el sentimiento de la mayoría de sus militantes de hacer esfuerzos para impedir que la dictadura logre romper al partido. Al mismo tiempo se da el debate sobre el destino histórico del radicalismo: ¿debe ser un partido popular o una fuerza de centro-derecha, conservadora? ¿debe pugnar por un frente de carácter nacional, aliado principalmente al peronismo y las fuerzas patrióticas, que se oponga a la política hegemonista de las superpotencias y se apoye en las masas populares, o debe aceptar la invitación del P“C”, el neocamporismo, y fuerza afines, para constituir una especie de frente “popular” que, en esencia, pavimente el camino a la consolidación del dominio del país por los prosoviéticos?
En los próximos meses asistiremos, y seremos protagonistas, de una agudización de la lucha sindical, social y política. Madura la idea de un paro activo de carácter amplio, nacional, que permita confluir a los distintos torrentes sociales y políticos que han crecido en la lucha contra la dictadura; y, paralelamente, se barajan proyectos para impedir esas manifestaciones antidictatoriales, o, de acuerdo con la marcha de la lucha por el poder en las alturas, montarse en esas y otras luchas populares y utilizarlas para definir, para uno u otro lado, la lucha arriba por la hegemonía en la dictadura.
Por eso es fundamental que el Partido maneje bien la línea trazada por este Comité Central, especialmente en sus reuniones de abril y julio, respecto de: la contradicción principal, el enemigo principal a golpear, el frente único y el camino de lucha antidictatorial que proponemos.
Está abierto un debate en las masas sobre el camino de lucha antidictatorial. Nosotros levantamos la bandera de la lucha por el derrocamiento revolucionario de la dictadura proterrateniente y proimperialista, como cuestión previa a toda elección, para asegurar que éstas sean verdaderamente democráticas. No nos oponemos a las elecciones. Somos partidarios de elecciones verdaderamente democráticas a una constituyente que legisle cambios de fondo en la sociedad argentina actual. Somos partidarios de elecciones a una constituyente auténticamente soberana. Y porque somos partidarios verdaderos de la democracia más amplia, partidarios de una auténtica república, planteamos: ¿elecciones convocadas, reglamentadas, controladas, por quién? ¿por esta dictadura asesina y entreguista? ¿por un gobierno cívico-militar producto de una “concordancia” o “contubernio” con ella? Diversos sectores –como sucede con el sector prosoviético del MID, el P“C”, y fuerzas proyanquis, desde otro lado– levantan, hipócritamente, reivindicaciones democráticas condicionadas y parciales, que tienden a preservar lo fundamental del aparato estatal fascista de la dictadura, y, como acaba de hacer Frondizi, piden elecciones a la dictadura. Elecciones que, desde ya, deberían ser organizadas por la dictadura, con sus leyes y su aparato represivo, y llevarían inevitablemente a lo que conocimos desde 1932 a la fecha en casos similares. Ese camino impuso el fraude de la “década Infame” luego de 1932; la proscripción electoral de la mayoría del pueblo luego de 1955; y fue la matriz del golpe de 1976 en las elecciones de 1973. Una cosa es que, de ser necesario para acumular fuerzas en la lucha por el derrocamiento revolucionario de la dictadura, se aprovechen de una u otra manera tales elecciones, si se las hace. Otra cosa es que se las pida y se luche por ellas.
También está abierto el debate, con sectores civiles y militares nacionalistas, sobre la utilidad del camino que lleva a una conjura cívico-militar, creyendo poder resolver con un golpe de Estado nacionalista, lo que sólo se podrá resolver con un amplio movimiento revolucionario de masas. Lo que es aún más peligroso por el peso que tienen en esas logias nacionalistas militares ligados al desarrollismo y al “nacionalismo” prosoviético (los coroneles “etíopes”) estimulados y financiados por éstos para sus actividades golpistas que siempre terminan confluyendo con el violismo.
9.- Afirmando con claridad el rumbo estratégico de la línea política de nuestro Partido, rumbo que anuda las metas tácticas de la lucha antidictatorial con las tareas de la etapa de la revolucíón democrática, popular, agraria y antiimperialista, la cuestión principal que deben saber resolver tanto la dirección nacional del Partido como las direcciones zonales es la de: los caminos de aproximación a ese objetivo estratégico. Esto exige no sólo una línea y los ajustes tácticos necesarios para cada momento de la lucha antidictatorial, sino, también, iniciativas y tareas para el conjunto de las fuerzas antidictatoriales, que aproximen, prácticamente, realmente, el derrocamiento revolucionario de la dictadura por el pueblo y las fuerzas antidictatoriales, abriendo el camino a las transformaciones revolucionarias que plantea el programa de nuestro Partido. Este camino tiene hoy como eje la articulación de diferentes iniciativas de luchas reivindicativas (en especial por pan, trabajo y tierra) democráticas, nacionales, y por la paz, con la propuesta de los cabildos y asambleas populares antidictatoriales; y la correcta relación de estas iniciativas –que estimulan y procuran el desarrollo de un camino de masas hegemonizado por el proletariado para la lucha antidictatorial– con las iniciativas de los partidos reformistas (iniciativas, éstas, que las diferentes camarillas dictatoriales tratan permanentemente de subordinar a sus propios objetivos como sucedió y sucede con la multipartidaria, y diversas iniciativas y actividades de estas fuerzas. Todo ello en la búsqueda concreta, permanente, de acuerdos que impulsen el frente único antidictatorial.