En conferencia de prensa, realizada en Sitech Federación, Ezequiel Luis Gómez, de 15 años exponía sus heridas de golpes de puño en su rostro, marcas de ataduras de manos con alambres y uñas que intentaron ahorcar su cuello. Su agresor es Brígido Gonzalez, quien en presencia de su esposa y su suegro, en la madrugada del 8 de febrero, secuestró a Ezequiel llevándolo a su domicilio, y no contento con los golpes, lo desnudó, efectuó un disparo de arma de fuego que le rozó el ojo y la oreja izquierda, y le rapó la cabeza.
Ezequiel llegó a la ciudad capital en compañía de familiares, una delegación de unos veinte jóvenes amigos y dirigentes de la Corriente Clasista y Combativa de las Palmas y La Leonesa. En Resistencia lo esperaban delegados de organizaciones que integran la Multisectorial del Chaco contra el Ajuste y la Represión, principalmente jóvenes del Movimiento de Naciones y Pueblos Originarios en Lucha de Fontana. También se hizo presente en solidaridad el intendente de Las Palmas, Víctor Armella y el dirigente del PTP- PCR Rodolfo Schwartz.
En un clima de profundo dolor, bajo el pequeño quincho del Sindicato -que apenas cubría a la muchedumbre de la lluvia torrencial que se precipitó a la hora de la convocatoria a los medios locales-, los familiares y amigos de Ezequiel expresaban las vivencias cotidianas de violencia y malos tratos en los barrios humildes de los pueblos, tanto a jóvenes originarios como a criollos, pero principalmente a los originarios, quienes son “perseguidos por la policía, por estar sentados tomando tereré en una vereda, y golpeados hasta el cansancio en las comisarías por parte de la policía”.
Alicia Silva, la madre de Ezequiel, envuelta en lágrimas expresó: “Desde las 5 de la mañana mi hijo fue interceptado por este hombre, Brígido Gonzalez, 40 o 41 años. Le alza a mi hijo a punta de pistola en la bici, “cállate, cállate Ezequiel, o te meto un tiro”. Le lleva en la bici, hasta su casa, llega a la casa, le saca la ropa, le patea todo, luego le ata las manos por atrás, los pies con piola. Quiero justicia para mi hijo, para que no le pase a nadie lo que le pasó a mi hijo”. Alicia rompió en llantos, y ante la pregunta del periodista de ¿por qué cree que le sucedió esto a su hijo? Ella, dolorida y con voz entrecortada respondió: Por racismo.
Ezequiel, de sólo 15 años, pero inquebrantable, se animó y contó: “Ese día estaba yendo a mi casa con mi primo y me encontré con este señor que me dijo: ¿y la moto? y el otro salió a correr yo estaba bien al lado de él y me dice: subite a la bici, me llevó a su casa y me agarró del cuello y me empezó a cogotar y no podía respirar nada. Vino el hijo, me ató con una piola y con alambre las manos y me metieron patadas por la cabeza y la panza y después me soltaron en boxer.”
Al finalizar la conferencia, en una ronda de opiniones, la mayoría de los presentes opinó que no es un caso aislado, que el Estado avala este tipo de violencia y que los pueblos originarios sufren la doble opresión, por ser pobres y por ser originarios, que violencia son las muertes por desnutrición y tuberculosis o Chagas, como la reciente muerte de Nestor Femenía, la muerte de jóvenes mujeres originarias violadas y asesinadas, o de jóvenes que aparecen flotando en el río Bermejito. Que no están dispuestos a tolerar más semejantes maltratos, que es un gran paso el que dio Ezequiel y su familia y el acompañamiento de sus amigos en no tener miedo y denunciar, porque la mayoría de estos casos quedan en silencio, y se preparan para una marcha esta tarde en la localidad de Las Palmas. n