El mes de julio es muy caro a los sentimientos de nuestro pueblo. Eso es porque de niños y por generaciones, nos fuimos formando en la fecha más importante de nuestra historia argentina -que junto al 25 de Mayo de 1810- es el 9 de Julio de 1816. El día que anunciamos nuestra independencia del rey de España y como dijeron los patriotas de Mayo, independientes de amo viejo y de amo nuevo. Ningún amo.
Pero también tenemos que decir que el 9 de Julio, el 25 de Mayo y nuestros símbolos patrios siempre -a lo largo de 200 años- fueron disputados por la oligarquía terrateniente, servil a la dependencia de los imperialismos de turno.
Nuestra bandera nacional, creada por el general Manuel Belgrano no fue reconocida de inicio por el Primer Triunvirato de 1812. Enarbolando nuestra enseña patria los terratenientes encabezaron la Campaña al Desierto, hicieron el golpe de 1955. Enarbolando la bandera, la dictadura genocida la manchó de sangre de los 30.000 compañeros y compañeras detenidos-desaparecidos. Con la bandera argentina la Sociedad Rural pretendió montarse en la Rebelión Agraria de 2008, cuando el Gobierno K cortó ancho con las retenciones al campo. Y ahora la bandera argentina otra vez usada aparece en las marchas contra la expropiación de Vicentin y en los grupos reaccionarios que sabotean la cuarentena, único medio eficaz hasta ahora en el mundo para enfrentar la pandemia del coronavirus.
A su vez, como se dice: donde hay opresión, hay rebelión; nuestro maravilloso pueblo argentino siempre se rebeló. Y esa bandera creada a orillas del Paraná fue al Ejército del Norte, cruzó los Andes, y llevada como insignia por el Ejército patrio con el General San Martín liberó a los pueblos hermanos de Chile y Perú.
Esa bandera la llevó la clase obrera el 17 de octubre de 1945. Esa bandera estuvo en las luchas del pueblo contra la dictadura de 1976. Esa bandera la disputaron los obreros del Frigorífico Swift de Berisso en la huelga más larga durante la dictadura, en el medio del Mundial de Fútbol con la consigna: “de qué color es la bandera de Videla”. Esa bandera se izó en Puerto Argentino bajando la del pirata inglés, en la gesta histórica de Malvinas el 2 de abril de 1982. Esa bandera estuvo en las barricadas del Argentinazo del 2001. Esa bandera flameó en la toma de los obreros de Kraft. Esa bandera la llevaron los trabajadores del Astillero Río Santiago cuando Macri quiso “dinamitar el astillero”. Esa bandera está en los miles de comedores con las compañeras mujeres a la cabeza, enfrentando el hambre y la pandemia. Esa bandera unió en un gran Frente de Todos que permitió derrotar a Macri en las elecciones.
Por eso decimos que nuestra bandera, nuestros símbolos patrios están en disputa como está en disputa nuestro país.
Hoy ya no está Macri en el gobierno, hoy está Alberto Fernández que encabezó el acto oficial del 9 de Julio. Está claro que ese acto no fue como quisiéramos todos los sectores de la clase obrera y el pueblo que peleamos para derrotar a Macri y conformamos el Frente de Todos. Hubo presencias tóxicas, que no se justifican con: “el presidente tiene que atender a todos” y produjo ruidos.
También se toman medidas como las de la deuda externa y la derogación del DNU de intervención a Vicentin que nos preocupan.
Entendemos que para abordar esta situación debemos partir del momento que transitamos: El mundo es arrasado por el virus del Covid-19. Esa pandemia agravó la crisis económica mundial y se agudizó la disputa interimperialista, principalmente entre Estados Unidos y China, donde crecen los factores de guerra, y las grandes potencias descargan sin piedad esa crisis sobre los países y pueblos oprimidos. Estos no lo aceptan mansamente. Esta disputa se expresa en América Latina y también en nuestro país donde los sectores proimperialistas, con centro en Estados Unidos que están detrás del macrismo, perdieron el gobierno pero no el poder ni la hegemonía del bloque de las clases dominantes. A su vez, en el gobierno actual, otros sectores con alianzas estratégicas en China, también disputan la hegemonía en ese bloque.
Frente a la herencia recibida del macrismo (hambre, desocupación, endeudamiento inédito con el FMI, inflación) agudizada por la pandemia mundial del Covid-19 con 185.373 contagiados y 3.441 fallecidos a la fecha, el gobierno de Alberto Fernández tomó importantes medidas para los sectores más vulnerables de la población, aunque no suficientes : 600.000 personas perciben planes sociales, 11.000.000 reciben asistencia alimentaria, la tarjeta alimentaria llega a 1.500.000 personas, ayuda a las Pymes, ATP a las empresas, etc., etc.
Frente a los poderosos sectores de las clases dominantes anunció el impuesto a las grandes fortunas, la expropiación de Vicentin y frente a la deuda externa con los fondos buitres, planteó que el pago de la deuda sea sustentable para el crecimiento de la economía del país. Para clarificar de qué estamos hablando veamos algunos números de temas tan complejos como la deuda externa. Aclarando que son números que necesitan precisarse por personas más capacitadas que quien escribe esta nota.
Pero son necesarios para conocimiento del pueblo que es quien sufre las consecuencias y a su vez siempre fue el protagonista de las luchas que durante años enfrentaron en las calles y rutas del país.
Las negociaciones por la deuda
Para tomar dimensión de lo que enfrentamos, veamos la deuda externa, que alcanzó los 336 mil millones de dólares incluye entre otros aspectos: 1°) 66 mil millones de dólares con los fondos buitres y demás bonistas bajo legislación extranjera; 2°) 44 mil millones de dólares con el FMI a tasas de interés del 4%, cuando en el mundo las tasas son del 0% al 1%; con intereses reclamados de 3.500 millones de dólares a 5.000 millones de dólares; 3°) 42 mil millones de dólares de deuda con legislación argentina que es mayoritariamente en dólares; 4°) Endeudamiento de las provincias de 32 mil millones de dólares; 5°) deuda privada incierta.
Con semejante deuda contraída por todos los gobiernos anteriores, con la presión del cronograma de pagos de intereses muy ajustado y con la necesidad de combatir la pandemia del Covid-19 , el gobierno de Alberto Fernández y su ministro de Economía Martín Guzmán lanzaron la propuesta de un pago sustentable con el necesario crecimiento de la economía. Esto fue apoyado por la directora gerente del FMI Kristalina Georgieva, el Papa Francisco y una lista de 130 importantes economistas internacionales encabezados por Joseph Stiglitz, Thomas Piketty y Jeffrey Sachs.
La propuesta fue: un período de gracia de 3 años sin ningún tipo de pagos de capital ni intereses. Una quita de capital de 3.600 millones de dólares (sería 5,4% de quita sobre el total) y una reducción de intereses de 37.900 millones de dólares (que implica una reducción del 62%).
Se pagarían 38 dólares de cada lámina de 100 dólares del bono reestructurado. Tenemos que decir que era distinto de lo que siempre se proponía, sobre todo con el gobierno de Macri: “más ajuste fiscal, menos gasto, tarifazos más rápidos y en mayor cantidad”, al gusto de los fondos buitres. Si bien no era nuestra propuesta de suspensión, investigación y no pago de la deuda ilegítima y fraudulenta, los tres años sin pagar nada además de servir para enfrentar el hambre y la desocupación, creaban mejores condiciones para iniciar la investigación de la deuda como propusieron legisladores del Frente de Todos.
Pero en la cancha grande no jugás solo y más si enfrente tenés al “mejor equipo de los últimos 50 años” y de director técnico al grupo Black Rock, que maneja 7 billones de dólares mundialmente, y si el presidente del club es el fascista Donald Trump. Los muchachos de la derecha -encabezados por los sectores más reaccionarios del macrismo- ganaron las calles haciendo flamear y bastardeando nuestra bandera, jugaron y juegan fuerte. Presionan de afuera y de adentro al gobierno nacional. Un gobierno con sectores que disputan la hegemonía en el bloque de las clases dominantes. Entonces se frenó la expropiación de Vicentin, ahora se derogó el DNU sobre la intervención a la cerealera. Se postergó el tratamiento en Diputados de la Ley de Impuesto a las Grandes Fortunas. Y en la negociación de la deuda externa, el gobierno -sin el pueblo en la calle – impedido de defender la cuarentena contra la derecha saboteadora fue obligado a entregar más dólares para no entrar en el default. Después de cuatro meses desde la presentación de la primera oferta (que se modificó cuatro veces) el ministro de Economía Martín Guzmán, el 5 de julio de 2020 presenta una última propuesta superando el límite acordado con el FMI del valor presente neto (es lo que se va a recibir de dinero en el futuro de esos bonos reestructurados) que era del 50%, para que la economía sea sustentable y poder pagar la deuda. Propone pagar 53,5 dólares estadounidenses por cada 100 dólares del valor nominal, para los bonos Macri 2016; y 59,5 dólares para los bonos K 2005-2010. El rendimiento total sería del 10%, cuando las tasas mundiales están del 0% al 1% según los bonistas. Desde el gobierno dicen que el rendimiento sería del 6% al 8%.
Se pasó de una quita de 41.000 millones de dólares a 28.000 millones de dólares de capital e intereses. Y de 3 años de gracia sin pagos, a un año; para empezar a pagar se pasó del 2023 al 2021 y se acortaron los plazos de pago del 2028 hasta 2046.
El Gobierno ofrece pagar los intereses adeudados hasta la fecha de 2.700 millones de dólares de bonos Macri más 4.000 millones de dólares de bonos K a un interés del 1%. Se pagan intereses sobre intereses adeudados y los intereses de capitales se pagan entre el 3,4 % hasta el 5 %, es decir de cuatro a cinco veces la tasa internacional que es de casi 0%. Además se ofrece un cupón 2030 (anabólico en la jerga financiera) para los bonistas que acepten la propuesta antes del 4 de agosto del 2020 al 1% de interés.
En la cuestión legal, Argentina propone legislar las cláusulas de reasignación colectivas CAC”s según lo acordado y respaldado por International Capital Market Asociation CMA, el G20 y el FMI en el 2014. Estas cláusulas reducen el porcentaje de acuerdo necesario para efectivizar un acuerdo con los acreedores, y los fondos buitres no quieren cambios de reducción de porcentaje de aceptación, para dificultar llegar a un acuerdo.
No contento con eso, el principal grupo acreedor de los buitres -Black Rock- junto con otros, rechazaron la propuesta argentina e hicieron una contrapropuesta por 56,5 dólares por cada 100 dólares del bono. Una quita de 31.500 millones de dólares en total (la propuesta argentina era de una quita de 33.400 millones de dólares). Los buitres proponen una tasa de interés de 1,40% de los intereses vencidos, para capitalizar intereses de seis mil millones de dólares bonos K 2005-2010 y bonos Macri 2016 cuando Argentina propuso un interés a pagar del 1%. Además exigen un interés del 4,9 % en el bono cupón anabólico 2030.
Como se ve, los buitres del Black Rock son insaciables. Porque son el grupo de fondo financiero más grande del planeta que manejan 7 billones de dólares. Y ahora recibieron sin licitación por la Reserva Federal yanqui administrar la friolera de 4 billones de dólares para que las empresas tecnológicas Gafam (Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft) sean protegidas.
No están en juego 3 dólares de diferencia como dicen los analistas del establishment. Primero porque esa diferencia en el valor presente neto VPN significa para la Argentina pagar 10.000 millones de dólares más en el período 2024 a 2030.
Y lo más importante, porque Argentina es el laboratorio de reestructuración de la deuda de más de 40 países deudores que deben enfrentar esto, en medio de la crisis económica mundial agudizada por la pandemia.
Por último, después del rechazo a la propuesta argentina de los fondos buitres en el país aparecen cinco opciones:
1°) Default duro, que no haya acuerdo.
2°) Default blando: acuerdo parcial con un sector de los bonistas y default con otros.
3°) Acuerdo, ya sea por aceptación de Argentina o por aceptación de las propuestas por los buitres.
4°) Retiro de la propuesta argentina y renegociación con ofrecimiento de bonos reestructurados por inflación, con intereses como se pagan en Estados Unidos, Tips a 30 años al 0,25% de interés anual o los Gilts del Reino Unido a 50 años a 0,125% de interés. Eso proponen en carta dirigida al presidente de la Nación Héctor Luis Giuliano, Alejandro Olmos Gaona (h) y Francisco Javier Llorens.
5°) Suspensión, investigación y no pago de la deuda ilegítima y fraudulenta como plantea el PTP-PCR, los programas de Los Cayetanos, el Manifiesto de la Producción y el Trabajo y el último Congreso del 21 F con mandatos de las multisectoriales de todo el país recientemente realizado.
Nosotros decimos que seguiremos peleando por la suspensión, investigación y no pago de la deuda ilegítima y fraudulenta, por el impuesto a las grandes fortunas y por la expropiación de Vicentin. Estos no son temas cerrados, están en disputa. Los disputaremos en las calles en las condiciones en que nos impone la pandemia, y llevándola bien en alto, nunca regalaremos nuestra bandera argentina.
Escribe Jorge Smith
Hoy N° 1826 05/08/2020