Una grieta y una luz esperanzadora se abren ante los tres personajes centrales de la obra: la vida puede ser diferente en esa gran ciudad amurada. Los tres logran pasar por esa grieta: María (Julieta Díaz) y Emilio, su vecino (Juan Manuel Tenuta) tienen una necesidad, Rosa (Leonor Manso) es la llave para que eso se pueda compartir.
Rosa es la madre de María, quien llegó del pueblo a la ciudad a causa de la operación del padre de la segunda (Derli Prada). María vive en un barrio que se ha convertido en muy peligroso en los últimos años y trabaja como personal de limpieza en una empresa durante la noche. Ambas comparten la opresión por pertenecer a una clase sencilla, ser del interior y una historia que se repite: el hostigamiento y el maltrato que ejercen los hombres que la vida les asigna (Prada y Néstor Sánchez).
María es a quien le toca ayudar a sus padres en esa ciudad, porque sus hermanos “se han ido lo más lejos que han podido, aunque no llegaron a un destino mejor”, según comenta María al doctor de su padre (César Bordón).
Lo generacional es uno de los elementos que las diferencia, la madre que acepta su destino sin ponerlo en cuestión pero asumiéndolo con mucho valor y la hija que quiere cambiarlo, impotente ahoga su drama por momentos con alcohol y una personalidad que arrasa con todo; estas antípodas, en un punto logran tocarse en un mismo lugar.
Una cortina y unas plantas con flores como regalos de la madre, son la metáfora de ese rayo de luz que cae sobre una ventana cegada por un muro y que cierra cualquier horizonte en el mundo de la hija, es el diálogo buscado por la madre, algunas veces bloqueados por la otra interlocutora.
Un vecino (Tenuta) entrado en años y oriundo de Entre Ríos establecerá una comunicación con la madre de su vecina; el paso de ésta en su vida marcará una fuerte huella y nada será igual en la monótona recta final que le toca atravesar. Emilio es la representación de la vejez que agradece cada día y no se da por vencido. Nos regala una fuerte dosis de amor y humor de tanto en tanto necesarias.
Un dinámico escenario y juego de luces, permiten la movilidad de las situaciones y momentos; el uso de transparencias facilita la resolución del desnudo.
La obra está basada en la película española de Benito Zambrano y la adaptación argentina es de Enrique Pinti. Está dirigida por Alicia Zanca y se presenta de miércoles a domingo en el teatro Metropolitan 2, Corrientes 1343, Capital Federal.
03 de October de 2010