Ahora vienen cuatro días seguidos de suspensión en junio, ya sin disfraz. Y el fantasma de 1.200 despidos recorriendo la planta, propalado por la Comisión Interna y los delegados traidores para vender su “muñeca” para negociar con la patronal y que las suspensiones parezcan una conquista. Esos despidos serían los necesarios para cerrar un turno de la planta. Mientras tanto, hay una gran presión sobre los operarios que la fábrica llama sin eufemismos “rebeldes” y “rotos” para que acepten un retiro voluntario con una doble o triple indemnización. Particularmente entre los 200 obreros que ya están haciendo tareas no productivas y otros 200, lesionados por los ritmos infernales de trabajo. Pero se encuentran con una creciente resistencia a aceptar este despido encubierto. El año 2013 fue un año excepcional para GM. Fabricó en la planta unos 110.000 autos (récord histórico) y una venta en la Argentina de 140.000 autos (también récord absoluto). La producción fue hecha con unos 3.000 obreros en dos turnos con ritmos de trabajo verdaderamente inhumanos. En cinco años de trabajo, aún los obreros más jóvenes, están “rotos”. Sobre todo si se hacen horas extras para sacarle una ganancia a tamaña explotación. Ahora se complicó. Se venden menos autos en el mercado interno y, según la empresa, bajó un 40% la venta a Brasil, plato fuerte de la planta de Alvear de la GM ¿La variable de ajuste? Los obreros. Primero, mediante el salario. Con la complicidad de Pignanelli, mandamás del Smata y “preferido” de Cristina, no existe un acuerdo paritario anual, sino reajustes trimestrales por un índice que nadie conoce y que garantiza que la empresa se trague grandes ganancias por la inflación. Se aumenta el precio de los autos en un 40% hoy, y recién en tres meses se cobra el primer aumento del 8%. Luego, las suspensiones o los despidos. Crece la indignación en la planta y vastos sectores de la ciudad. Ya que los despidos arrastrarían en primer lugar a los autopartistas -se calculan tres obreros por cada uno de GM- y a los proveedores de bienes y servicios, comenzando por los camioneros que hacen posible la producción “just in time” (sin stock de materiales). Entre los obreros es mayor la indignación porque recuerdan que, frente a una crisis mayor (casi quiebra de la GM en EEUU), Cristina puso a disposición de GM Argentina 70 millones de dólares de la Anses (o sea de los obreros y jubilados argentinos). Ese monto, frente a esta crisis menor, bastaría para pagar durante 20 meses el total de los salarios de la planta, sin suspensiones ni despidos, en tanto se normaliza una crisis que la empresa dice temporaria. Pero la voracidad de esta empresa imperialista no tiene límites. Ya en plena producción record superexplotaba a los obreros y vaciaba a la Argentina por la balanza de pagos. De los 140.000 autos vendidos en Argentina, importaba 110.000 del Brasil. Y de su producción nacional exportaba 70.000. Una diferencia en contra de la Argentina de 30.000 vehículos. Pero con el agravante de que lo que exportaba eran básicamente Corsa y Agile, mientras se importaban autos en su mayoría de alta gama con precios superiores en un 100% (Captiva, S 10, Trail Blazer, etc., etc.). En el auge, saqueo; en la crisis, despidos. Esa es la regla de las empresas imperialistas y del modelo de Cristina Kirchner que se basa en la extranjerización y la concentración impidiendo el desarrollo del país y haciéndonos vulnerables a los resfríos de las potencias y sus consecuencias. Del enemigo el consejo Ambito.com, un sitio web de los grandes empresarios, explica que GM ha pasado por dos crisis anteriormente, en el 2001 y en el 2008. Y analiza que de la primera salió con una cantidad enorme de despidos, mientras que en el 2008 esos despidos no se produjeron por la resistencia de los obreros en una lucha dura y prolongada. Y se pregunta ¿cómo saldrá de ésta? Efectivamente. En 2008 una lucha dura, prolongada y heroica, dirigida por una Comisión Interna y un Cuerpo de Delegados combativos, impidió que todo el peso de la crisis se descargara sobre los obreros. Y obligó a Cristina a “bajar” a la fábrica, traer el crédito de 70 millones de dólares y tener que defender públicamente a los traidores del Smata contra los delegados combativos. La revancha de los traidores, la empresa y el Ministerio de Trabajo con despidos, sobornos y todo tipo de maniobras pudieron descabezar esa Interna, pero no pudieron eliminar a los combativos, ni borrar de la memoria de los obreros lo que recuerdan como los mejores momentos de su historia. Y como dicen los mismos patrones, se preparan para salir de esta crisis como en el 2008. En ese momento la clave fue la consigna: ¡Ni un solo despido! Hoy también esa es la consigna para unir a todos los trabajadores del Smata, a todos los trabajadores camioneros y autopartistas, a todo el movimiento obrero combativo de Rosario -que demostró su potencia en el paro del 10- y a todo el pueblo rosarino. ¡Los despidos no deben pasar! ¡Que la crisis la paguen los imperialistas yanquis de la GM, que se enriquecieron sin medida con la complicidad de los gobiernos entreguistas de los Kirchner!