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25 de October de 2017

La reparación de la infraestructura ferroviaria impulsada por el macrismo, con apoyo de capitales chinos, está orientada únicamente al transporte de carga y beneficia principalmente a los sectores exportadores de granos. El transporte ferroviario de pasajeros no aparece en la agenda.

Tren para pocos

La supuesta “revolución ferroviaria” del macrismo

Desde el comienzo de su gestión, el macrismo enarbola la bandera de una supuesta “revolución ferroviaria”. Pero continúa la línea impulsada en la gestión anterior por Florencio Randazzo: importación de maquinaria china y de infraestructura (rieles y durmientes). Dejando de lado toda posibilidad de reactivar la industria nacional, que llegó a emplear a decenas de miles de trabajadores y que hoy mantiene en algunos puntos del país talleres capaces de volver a hacerlo.
Pero más allá de la industria ferroviaria olvidada, un nudo de la discusión es para qué intereses (o para quiénes) se “reactiva” el ferrocarril en Argentina.
El plan central de esta reactivación tiene que ver con la reconstrucción del Ferrocarril Belgrano, obra para la cual Argentina tomó crédito chino; un crédito al que también (por un default cruzado) se ató al crédito a las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner en Santa Cruz. Tal es así que Mauricio Macri volvió con las manos vacías de su gira por China, ante la exigencia del Estado chino de continuar con las represas antes de seguir girando dinero para el Belgrano Cargas o para nuevos créditos. Cuestión que ya está en marcha a pesar de los reclamos ambientales ante la construcción de las represas.
¿A quién beneficia el plan de reactivación y modernización del Belgrano?
En el III Congreso de Economía Provincial realizado por la Fundación Libertad esta semana, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, fue contundente. La prioridad del gobierno en materia ferroviaria “son los trenes de carga”. Consultado por el servicio de pasajeros, insistió: “Los trenes de carga son los que desarrollan nuestro interior”.
Esto que hoy dice el ministro, es el libreto que desde hace años repiten (y reclaman) las grandes exportadoras de cereal y los grandes productores agropecuarios, en la voz de la entidad que los agrupa: la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Según un análisis de la BCR, el uso intensivo del ferrocarril (si ocupara el lugar que tiene el camión en el transporte de granos) podría mejorar el precio de cereales y oleaginosas entre 19% y 27%. Esto sería por un efecto positivo sobre los costos, lo que terminaría por repercutir en la rentabilidad de granos como el maíz, la soja y el trigo, entre el 19% y el 27%; aseguró el director de Estudios Económicos de la BCR, Julio Calzada.
La BCR precisa en su estudio que cada año llegan a los puertos del Gran Rosario aproximadamente 1.500.000 camiones (4.100 por día) que transportan granos, 170.000 vagones ferroviarios (465 vagones diarios) y casi 4.000 barcazas (10 barcazas por día).
El mismo especialista explica que para un productor del NOA o del NEA, que tiene que transportar su producción hasta el Gran Rosario transitando hasta 830 kilómetros, el flete en dólares (a precios del año pasado) utilizando camión asciende a US$ 58,10 por tonelada; mientras que usando ferrocarril el costo sería de US$ 33,20 por tonelada. Así, el ahorro sería de US$ 24,90 por tonelada.
El plan ferroviario, además, permitiría a los productores sojeros extender la frontera de siembra hacia el NOA y el NEA al mejorar esos costos; y así alcanzar el nivel de producción que el macrismo apunta como centro de su modelo agroexportador. Pero el conflicto con el transporte en camión no es solo interno, sino que aparece como conflicto para los exportadores en torno al mercado mundial. El flete camionero argentino es un 150% más caro que el norteamericano, y 70% más alto que el brasileño.
 
Ellos ganan, el Estado paga
Ante este reclamo de mayor rentabilidad, tanto el Estado nacional como el provincial de Santa Fe no dudan en alinearse en torno al rol que deben cumplir: mejorar la infraestructura para generar mayor rentabilidad a estos grupos.
Así en su visita a la planta china Cofco en la localidad santafesina de Timbúes, junto a Dietrich, el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, aseguró: “Tenemos un fuerte compromiso en sintonía con Nación, en la misma dirección. Los Estados debemos hacer un fuerte aporte a la inversión para infraestructura vial, una apuesta a desarrollar accesos a los puertos que sean más eficientes con menos costos y más productividad”.
Evidentemente la infraestructura de la zona está en crisis. Es allí donde en 70 kilómetros de costa, hay 29 terminales portuarias y 19 de ellas despachan granos, aceites y subproductos a todo el mundo. De esos 19 puertos, 12 tienen fábricas aceiteras anexas. Zona por la que sale el 78% de las exportaciones de granos, harina y aceites del país.
Sin embargo, el relato kirchnerista antes y el relato macrista ahora, ocultan una operación en la que el Estado vuelve a ser el socio bobo que aporta las obras y la infraestructura: la provincia comprometió mil millones para obras en los accesos portuarios y el Estado nacional comprometió 10 mil millones. Mientras las ganancias son para unos pocos monopolios extranjeros y grandes productores sojeros. 
Mientras tanto, en las rutas de la provincia el transporte automotor sigue a la deriva, con concesiones a monopolios como Flecha Bus o Rosario Bus; con accidentes como el del Monticas que se llevó la vida de 13 santafesinos, y con una tasa de accidentes viales que está entre las peores del país.
Por otro lado, como ya dejó claro Dietrich, el transporte de pasajeros no está ni en los planes. Una vez más, las penas son de nosotros y las ganancias (y los trenes) son ajenos.